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dijous, 19 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VII)

 



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Maalouf explica el papel de Nasser y su sueño panárabe, cómo Egipto y Siria se convirtió en el primer ejemplo de lo que debería ser esa un unión con la proclamación de la República Árabe Unida (RAU). El sueño de unidad parecía posible, desde “Irak a Yemen y desde el Sudán a Marruecos” (pág.67). 

Maalouf confiesa lo siguiente: “Yo tenía nueve años y sólo me quedan recuerdos nebulosos de lo que se llama en la historia de mi país natal “la revolución del 58”. Lo que se me ha quedado en la memoria son sobre todo las voces de mi padre y mi madre cuando mencionaban en mi presencia algunos acontecimientos trágicos: el asesinato de un periodista cristiano partidario de Nasser; el secuestro y el asesinato de otro periodista también cristiano, pero ferozmente hostil a Nasser (…) Me acuerdo también de que los colegios estuvieron cerrados seis meses” (pág.68).

“Cuando, el 14 de julio de ese año, una revolución cruenta derrocó a la monarquía iraquí y asesinaron a los miembros de la familia real, así como a los dirigentes que simpatizaban con Occidente”, los Estados Unidos intervinieron. (…) No menos de catorce mil hombres participaron en la operación; salvaguardaron el puerto de Beirut, el aeropuerto, las principales arterias y los edificios del gobierno. Los combates entre facciones locales se apaciguaron en el acto”.

“Para que concluyera la crisis, el Parlamento eligió un nuevo presidente con la bendición de Washington. Era el jefe del ejército, el general Fuad Chehab (…). (págs. 68/9)

“Una de sus primeras iniciativas fue un gesto simbólico de gran alcance y que podría haber tenido efectos duraderos si el país y la zona hubieran evolucionado de forma diferente: un encuentro cara a cara con Nasser en la frontera sirio-libanesa (…). “Chehab se comprometía a que su país no volviera a servir de base a los enemigos de Nasser y éste prometía, a cambio, no volver a mencionar nunca una unión del Líbano a la República Árabe Unida”. (págs..69-70)
 
“En la madrugada del 28 de septiembre de 1961 Damasco fue escenario de un nuevo golpe de Estado. En esta ocasión en contra de Nasser, en contra de la unión con Egipto.” (pág.70) Los golpistas utilizaron la calamitosa situación económica que había perjudicado a Siria como excusa para separarse del rais.

“Lo que sí es cierto es que la unión egipcio-siria había supuesto una amenaza seria e inminente para la independencia del Líbano, no menos que para su paz civil; y que gracias a la sensatez, la clarividencia y la habilidad de sus dirigentes de entonces, el país salió de esa prueba indemne e incluso quizá reforzado”. (pág.71)

Líbano había sabido guardar su independencia, pero la dinámica política, conformó dos posiciones: una línea se adhería a la del jefe del Estado Chehab, “llamada precisamente ‘la Línea’, y otra contraria y bautizada como ‘la Alianza’” (pág.72). Las diferentes posiciones se “enfrentaban con ideas y programas” (pág.72), y suponía la posibilidad de un desarrollo democrático en el país. Maalouf sostiene que el potencial del Líbano para salir de la crisis era superior a otros países de su entorno, y ello debido a que poseía un  nivel superior “por sus escuelas, sus universidades, sus periódicos, sus bancos y sus tradiciones mercantiles. Destacaba por una gran libertad de expresión y una gran apertura tanto hacia Oriente cuanto hacia Occidente. Habría podido tirar del universo levantino y del conjunto del mundo árabe hacia arriba, hacia una democracia mayor y una modernidad mayor. Pero fue de él del que tiraron hacia abajo. Hacia una violencia mayor y una intolerancia mayor. Hacia el quebranto y el retroceso. Hacia la pérdida de toda confianza y de toda perspectiva de futuro.” (pág.74)

Esta descripción que nos da Maalouf, permite comprender que la historia no esta escrita de antemano. Que lo sucedido hubiera podido ser de otra manera. Que las fuerzas activas y reactivas en un momento histórico pueden fluir en diversas direcciones y que en el transcurso del tiempo, ese fluir parece conducir inexorablemente en la mala dirección. En asuntos humanos, no hay destinos aciagos, ni leyes inexorables que hagan inevitable lo que sucede. Demasiados actores intervienen en este drama en el que se convirtió el Líbano.

dilluns, 16 de gener del 2023

Reseña: El apagón de luces (X)

 Nadie es de una pieza (ni siquiera los malos)*




Hannah Arendt y su desconcertante  y provocadora afirmación, “según la cual el padre de familia es el gran criminal del siglo XX”, (…) sino que constituye la aplicación del mencionado principio general acerca de la complejidad de los sujetos (lo que, a fin de cuentas, no deja de ser otra forma de reiterar que nadie es de una pieza)” (pág.161)

Manuel Cruz, constata la “obviedad” que nadie nace ni como víctima ni verdugo (pág.161). Ni que ser alguien que ha sido maltratado, puede el mismo ser un maltratador. La complejidad de la vida humana, de los individuos, hace que nadie sea bueno de una pieza hasta su muerte o al contrario, nadie que sea malo lo sea hasta el final. La inversión moral que vivimos en la actualidad, hace que se personalice –el agente del mal- y la víctima de ese agente. Cruz habla de las “figuras de la maldad –el pederasta, el terrorista, el violador, el fanático religioso,… serían algunas de esas figuras, que habrían sustituido a las ya caducas, como serían la del loco, el comunista, el ateo, entre otros, cuya antigua capacidad de generar espanto es la sociedad de hoy apenas nos merecen una displicente sonrisa.” (pág.156)

La novedad consiste no tanto en la acción, en el hecho punible, sino en el agente que lleva a cabo dichos actos. Convirtiéndolo en un signo del mal, para siempre. Dependiendo de las circunstancias políticas, sociales, mediáticas, las nuevas figuras del mal son recicladas para establecer una brecha insalvable entre ellos y nosotros los buenos ciudadanos.

Para el autor, subversión de los valores, consiste en que “han caducado los viejos buenos (los que defendían una específica idea del bien y, en nombre, llevaban a cabo actos buenos): ahora resulta que los nuevos buenos son, sencillamente, los damnificados por la maldad.” (pág.163) 

La nueva categoría de bueno se halla en la víctima, o “casi-víctima” (“estuve a punto de que me ocurriera lo mismo”) (pág.163). La nueva aureola de la víctima convierte a cualquiera en héroe o cuasi-héroe. ¿Qué está pasando aquí?

Cuasi-víctima fuimos todos los ciudadanos que vivimos el terrorismo de ETA, pero eso, no nos daba ni nos da, una plus de heroísmo, ni respetabilidad automática, ni nos da superioridad moral sin más, ni voces de infalibilidad. Las víctimas de ETA no fueron héroes, más allá de excepciones, ni luchadores por la libertad ni toda esa retórica que se decía en los funerales. Los actos terroristas, eran crímenes, como lo son los feminicidios que en la actualidad, superan ya los asesinatos de ETA. ¿Han tenido la misma repercusión, el mismo rechazo, el compromiso social y público que se requiere?

¿Qué clase de descargo llevan a cabo las figuras de maldad para sus acciones? La idea de responsabilidad queda descartada, pues, nadie reconoce hacer el mal. El mecanismo de defensa consiste a su vez en convertirse en víctima. En el modelo de feminicidios, los “presuntos” homicidas, prefieren la muerte que asumir sus responsabilidades en un juicio público. Pero no todos realizan ese gesto, sino que demasiados prefieren culpar a la víctima, victimizándose a sí misma.

 Las figuras del mal, achacan la responsabilidad no a ellos, sino directamente a la propia realidad, y solo subsidiariamente, a ellos mismos, como padres putativos. La primera figura de esa realidad es por supuesto, la sociedad y su desorden –capitalismo-. Porque como dice Cruz, estos “partidarios de la realidad certifican lo que venimos diciendo: ‘esto es lo que hay’, ‘son las reglas de juego’, ‘no he inventado yo el sistema’, ‘si no lo hago yo, lo hará otro’, ‘ya me gustaría, ya, pero las cosas son así’ etcétera.”(pág.165). Desde esta perspectiva, las figuras del mal solo son cómplices de la realidad (pág.166).

Como subraya Manuel Cruz, “el malo de veras preocupante (…) no es el sádico patológico que disfruta infligiendo daño, sin duda existente pero minoritario, sino el desalmado que considera una contingencia o una fatalidad el sufrimiento ajeno, pero en ningún caso algo que se le pueda imputar, por más que sea él quien efectivamente lo ha provocado. Quién debería generarnos mayor temor es el cínico que vive convencido de que el bien se hace, pero el mal, sencillamente, tiene lugar.” (pág.166)

En esta deriva moral de nuestra sociedad, la figura del mal –la manada- hace pasar como algo querido por la víctima, y un coro mediático se hace eco de los pormenores escabrosos que ha tenido que soportar dicha víctima y su familia. La responsabilidad individual queda difuminada y sólo se focaliza a la víctima como un obscuro poder que ha convocado a los agresores. 


dijous, 12 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VI)




“Cuando, en la década de 1960, abrí los ojos para mirar el mundo que me rodeaba, Beirut había empezado a suplantar a El Cairo como capital intelectual del Oriente árabe. (…) Por ello, -el poder absoluto de Nasser había silenciado las voces disidentes en Egipto-, el “ágora” de los debates árabes se había desplazado a un terreno neutral donde no causaba estragos ninguna autoridad represora”. (pág.57)

“Pocos recuerdan la época en que ese país –Siria- contaba aún con prensa independiente, elecciones libres y un amplio abanico de partidos políticos”. Pero, en 1949, “tuvo lugar en Damasco el primer golpe de Estado”. (…) Pero en agosto lo derrocó otro golpe de Estado y lo ejecutaron sumarísimamente. Luego, en diciembre, derrocaron también a su derrocador y murió asesinado a continuación, pocos meses después…” (pág.58)

“Tras 1949, el año de los tres golpes de Estado, la democracia no volvió nunca a imponerse en Siria. El país no ha tenido ya más que una triste y frustrante alternancia de períodos de inestabilidad y períodos de dictadura. Y, con cada convulsión, los perdedores iban a desterrarse al Líbano (…).” (pág.58)

“Hubo durante décadas entre Damasco y Beirut un flujo continuo de refugiados, algunos de los cuales, que pertenecían de entrada a la elite siria, pudieron integrarse sin dificultad en la elite del país de acogida. A nadie escandalizaba enterarse de que tal poeta, tal actriz, tal compositor, tal ministro o tal presidente libanés había nacido en Damasco, en Alepo o en Latakia y no en Beirut o en Tiro”. (pág.59)

“(…) El Líbano desempeñó durante mucho tiempo el papel de tierra de asilo para los “malqueridos” de oriente Próximo. De forma parecida, hasta cierto punto, a lo que hizo Egipto hasta la década de 1940.” (pág.59)

“El cosmopolitismo a lo egipcio tenía que ver con la larga tradición de las “escalas”, esos emporios donde los súbditos europeos gozaban de la protección de los cónsules de las potencias en virtud de tratados desiguales que se le habían impuesto antaño al “hombre enfermo” otomano”. Explica el caso del asesinato de Salomon Cicurel en 1927. 

“El caso tuvo gran repercusión. Algunos intelectuales  egipcios conocidos tomaron la pluma para denunciar una situación aberrante que situaba a los súbditos extranjeros por encima de las leyes y les daba a todos y cada uno algo así como una inmunidad diplomática, por no decir una garantía de impunidad.” (pág.60) En el caso comentado, de los cuatro acusados, dos eran italiano y otro griego, fueron entregados a las autoridades italianas y griegas, el cuarto, un “tal Dario Jacoel a quien los documentos de la época señalan como “judío apátrida”, lo juzgaron y lo condenaron -a la horca-“ (pág.60).

De esta práctica “colonialista”, tuvo efectos en Irán. “La ruptura entre el ayatolá Jomeini y el régimen del shah se consumó el día en que el monarca aceptó, en 1964, a petición de Washington, que a los militares estadounidenses que estaban en Irán no pudiesen juzgarlos nunca los tribunales locales. (…) pero la rabia por la extraterritorialidad de que gozaban los occidentales fue, indudablemente, un factor determinante. No fue, por lo demás, una casualidad que una de las primeras cosas que hicieron los militantes revolucionarios iraníes fuera hacer caso omiso de la inmunidad de la embajada estadounidense y convertir a los diplomáticos en rehenes” (pág.61).

Dice Maalouf, “se trataba ante todo de un acto de rebeldía con un ‘orden mundial’ que llevaba siglos imponiéndose y que instauraba de forma a veces explícita y a veces implícita una jerarquía entre los pueblos y entre las culturas, con los occidentales entronizados en el peldaño más alto” (pág.61).

“El destino del Egipto de mi familia materna era venirse abajo. No era ya sino una supervivencia, el testigo agonizante de una época ya concluida. Nasser le disparó el tiro de gracia y no volvió a levantarse.” (pág.62).

Maalouf, explica el caso del Líbano. Dice: “El objetivo de los fundadores del país fue organizar la convivencia y mantener el equilibrio entre las comunidades religiosas locales: maronitas, drusos, sunitas, chiitas, griegos ortodoxos o griegos católicos; y también armenios, sirios, judíos, alauitas o ismailíes” (pág.63).

Uno de los males del Líbano y que acabaría costándole caro fue la costumbre de “buscarse protectores fuera del país para reforzar su posición interior” (pág.63). Así, “los maronitas se vincularon a Francia, y sus rivales, los drusos, entraron en contacto con Inglaterra. Los sunitas contaban con los turcos; los ortodoxos con los rusos; y así sucesivamente” (pág.64).

“Cuando, recién terminada la Primera Guerra Mundial empezó a desintegrarse el impero de los sultanes, los dirigentes de la Iglesia maronita hicieron cuanto pudieron para que la potencia mandataria en su territorio fuera Francia y para que trazase las fronteras de un nuevo Estado donde pudieran sentirse en casa. Así nació el Líbano con sus actuales límites” (pág.64).


dimarts, 10 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (V)

 



“He dejado de preguntarme si los míos, igual que el conjunto de los “egipcianizados”, se habían merecido su suerte y si Nasser tuvo derecho a echarlos así, sin contemplaciones, del país donde habían nacido”. (pág.50)

“En la actualidad estoy convencido de que la actitud correcta en este tema fue la que adoptó otro gran  dirigente del continente africano nacido el mismo año que el rais, 1918, pero que apareció en época más tardía en la escena internacional: Nelson Mandela".

Si Nasser hizo huir a los “egipcianzados”, Mandela adoptó una actitud muy diferente. Pues, se preguntó: “le iría mejor a mi país si los afrikáneres se quedasen en vez de irse? Y la respuesta le parecía evidente para la estabilidad de Sudáfrica, para su salud económica, para el buen funcionamiento de sus instituciones, para su imagen en el mundo, valía más conservar a la minoría blanca cualquiera que hubiese sido su comportamiento.” (pág.51)

El comportamiento de Mandela, es excepcional, pues, a lo largo de la historia, las expulsiones de minorías, ha sido más bien la regla. Maalouf, repasa algunos ejemplos, incluida, la expulsión de los musulmanes y judíos (1492). Concluye con una afirmación significativa para los tiempos que corren: “a lo largo de la historia, las expulsiones en masa, parezcan o no justas y legítimas, han solido perjudicar a quienes se quedaron mucho más que a los expulsados”. (pág.53)

"No es por casualidad por lo que la nación más poderosa del planeta, a saber, Estados Unidos, se especializó en dar acogida a sucesivas oleadas de proscritos y desterrados, desde los puritanos ingleses hasta los judíos alemanes, pasando por los supervivientes de las revoluciones rusa, china, cubana o iraní, sin olvidarnos de los protestantes franceses; el segundo nombre del presidente Franklin Delano Roosevelt es el apellido de un antepasado hugonote que se llamaba, en sus orígenes, De Lannoy." (pág.53)

El miedo se ha extendido en Europa i Occidente. Miedo a invasiones que directa o indirectamente, somos responsables. El mundo actual se ha hecho pequeño "aldea global". No hay capacidad suficiente para afrontar los retos del siglo XXI, desde la óptica local -nacional-, es necesario soluciones a escala supranacional, pero las lógicas de la Guerra Fría siguen estando allí. La ONU y su famoso Consejo de Seguridad, con derecho a veto, no es más que el recordatorio de lo anacrónico que supone que sólo los vencedores de la Segunda Guerra Mundial, sigan ejerciendo un papel tutelar a escala global, Rusia incluida, olvidando a países como China, India, Brasil, etc.

Amin Maalouf reivindica el papel que pueden jugar la población "alógena" (migración). Utiliza una metáfora para subrayar la función que pueden tener esas minorías: polinizadores (pág.53).

El colonialismo genero una dinámica muy negativa en los países que fueron sometidos. Sin embargo, "la historia de las últimas décadas nos enseña que, a no mucho tardar, tras la lucha por la liberación, llega la hora de la lucha por el desarrollo y la modernización. En esa nueva fase, la presencia de una población cualificada con acceso inmediato a las sociedades industrializadas es una baza insustituible". (pág.54)

A diferencia de lo que sucede actualmente, Nelson Mandela, fue más allá del resentimiento y la hostilidad para dar cabida a todos, creando sinergias que posibilitaban una mayor integración de todos en la nueva Sudáfrica que quería para su país. Sin embargo, estamos lejos de tener esa clase de políticos en nuestros días, obsesionados por el cortoplacismo y quedar bien ante los suyos y no ante toda la ciudadanía. 


dimecres, 4 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (IV)

 


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“Durante la infancia, tenía lógicamente las mismas convicciones que mis padres. Oía los relatos de mi madre acerca de lo que “habíamos” perdido en Heliópolis o en Alejandría y me entristecía. (…O Aún me acuerdo de las expresión que usó uno de los “desmigrantes” más recientes para describir la vida bajo el nuevo régimen revolucionario”. (pág.43)

Ese nuevo régimen autoritario –Abdel Nasser- hacía que “todo lo que no está prohibido es obligatorio” (pág.44). Dice Maalouf respecto a esa frase “que considero una excelente definición del autoritarismo” (pág.44).

¿Puede la injusticia personal, deformar la revolución que se llevaba a cabo en Egipto de la mano del rais? Como dice con honestidad nuestro autor “Si me hubiera empecinado en no ver en el rais sino el azote que había sido para mi familia, me habría dado la impresión de estar colocando nuestros mezquinos intereses por encima de los principios universales” (pág.44)

En su ambigua postura acerca de la figura de Nasser, puede decir cosas de alabanza y censura. “En ciertos aspectos, Nasser fue el último gigante del mundo árabe, quizá incluso su última oportunidad para levantar cabeza. (…) No obstante, cometió equivocaciones tan torpes y en tantas cuestiones esenciales que sólo dejó una estela de amargura, remordimientos y decepción. Abolió el pluralismo para instaurar un partido único; le cerró la boca a la prensa, que había gozado de bastante libertad en el régimen anterior; recurrió a los servicios secretos para acallar a quienes se le oponían; su gestión de la economía egipcia fue burocrática, ineficaz y, en último extremo, ruinosa; su demagogia nacionalista lo condujo al precipicio, y a todo el mundo árabe de paso…” (pág.45)
Concluye diciendo: “Queda claro que el balance me supone dudas sustanciales, sin tener siquiera que incluir en la ecuación la variable “egoísta”, a saber, que echó a mi familia de su paraíso.”(pág.45)

Amin Maalouf, habla acerca del “Panteón de Jano”. En ese panteón caben sin duda, las dos figuras antitéticas con conformaron Egipto. Nasser y Churchill. Acusa a Churchill de obstinado, al haber ninguneado a Nahhas Pachá, “un patriota moderado, un patricio occidentalizado, un partidario audaz de la modernidad, que llegó incluso a poner en manos de un hombre de la Ilustración como Taha Hussein la cartera de Educación”. (…) Sin la matanza del 25 de enero, que Churchill no ordenó, pero sí autorizó, es posible que hubiera prevalecido otra forma de patriotismo y el porvenir de Egipto, así como el del mundo árabe en conjunto, podría haber seguido por otra vía” (pág.47).

Es difícil reescribir la historia. Las posibilidades de “y…si…” permiten elaborar narraciones contra factuales de envergadura. Todo podía haber sido diferente, pero desgraciadamente, los hechos fueron los que han conformado nuestro siglo XX. Mayor culpa de Churchill, es en el caso de Irán, que logró que los norteamericanos organizasen un golpe de Estado en 1953. La causa, fue reclamar mayores ingresos del petróleo. La consecuencia de estas acciones, vistas con la perspectiva que da el tiempo es que “favoreció la emergencia del nacionalismo árabe en su versión autoritaria y xenófoba; y su actuación en Irán le allanó el camino al islamismo jomeinista” (pág.48).

“Atrapados entre dos fuerzas indomeñables, la de la rabia árabe, que iba creciendo, y la de la arrogancia occidental, que golpeaba a derecha e izquierda con la sutileza de un paquidermo borracho, los míos estaban perdidos hicieran lo que hicieran.” (pag.49)

dimarts, 3 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de la civilización (III)

 


Junto al “príncipe Chawqi”, resplandecía Taha Hussein, “apodado ‘el decano de las letras árabes’”. (pág.31) Ciego a causa de la pobreza, se convirtió en el “intelectual egipcio más respetado de su época” (pág.31). Reivindicaba la historia como herramienta científica frente la tradición acrítica. La publicación de una obra que hablaba de poesía preislámica. Provocó su suspensión de la Universidad de El Cairo. El gobierno rechazo la sugerencia del Gran Iman al-Azhar para que lo procesasen, el gobierno situó el debate dentro del ámbito académico. Llegó a ser rector de la Universidad de Alejandría, y ministro de Educación, entre 1950 y 1952. “Una de las primeras decisiones fue la de implantar la gratuidad de la enseñanza”. (pág. 32-33).


Que un intelectual, agnóstico, pudiera ascender en el ámbito cultural e intelectual, dice mucho de su valía personal, pero también, de la época en la que le toco vivir. Amin Maalouf, no cita datos que expresan una vitalidad cultural que desgraciadamente se fue disolviendo en la nada. Así, la Opera del Cairo se estrenó en 1871 Aida de Verdi; nombres como “Youssef Chahine o de Omar Sharif, dos libaneses de Egipto que el cine egipcio lanzó al escenario mundial; citar a los numerosos especialistas que certifican que la escuela de medicina de El Cairo fue, durante un tiempo, una de las mejores del mundo…”(pág.33).  El Cairo, en esa época, bullía en lo artístico, pero también en el ámbito del consumo donde destacaba con luz propia los almacenes Cicurel de El Cairo “que valía tanto o más que los almacenes Harrods de Londres y las Galerías Lafayette de París” (…)” (pág.33)


La ciudad de los padres de Amin Maalouf, el Egipto de aquel tiempo, “dejó de ser lo que había sido y dejó de  prometer lo que parecía haber prometido” (pág.34). Esto demuestra que no hay nada que perdure, que siempre puede haber cambios que vayan en dirección diametralmente opuesta a la esperada. En ese Egipto, la religión estaba compartimentada, no regía la vida de los ciudadanos en el orden público, a pesar de su evidente importancia, sin embargo, la deriva antioccidental, hundió esa vitalidad que Amin Maalouf rememora en el recuerdo de sus abuelos y padres.

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“Cuando enterraron a mi abuelo, en los primeros días de enero de 1952, en el cementerio maronita de El Cairo, las calles estaban tan apacibles como de costumbre, incluso aunque la tensión les resultase perceptible a quienes supieran notarla” (pág.35)


La tensión de la que habla Amin Maalouf, hace referencia a las disputas entre británicos y el gobierno egipcio, cuya permanencia en el canal de Suez, “no encajaba con la soberanía del país y que la población local toleraba con dificultad”. (pág.35)


El gobierno sometió al Parlamento, la derogación unilateral del tratado por les obligaba a tener en el Canal, fuerzas británicas. Eso ocurría en octubre de 1951, una explosión de jubiló por parte de la población. Sin embargo, el gobierno británico no tenía pensado abandonar la posesión valiosísima del Canal. La respuesta del “nuevo” primer ministro, Winston Churchill, fue reforzar la presencia militar en el Canal.


El primer ministro egipcio, Nahhas Pachá, también eterno dirigente egipcio, partidario de una democracia parlamentaria, no quería un enfrentamiento directo, pero tampoco quería dar marcha atrás por miedo a que le pasaran por encima fuerzas más nacionalistas e intransigentes. 


La estrategia utilizada por los egipcios fue lo que diríamos hoy, imaginativa, empezaron a cambiar los nombres de avenidas y calles, que fueran de británicos, empezando en Alejandría, nombres como  Kitchener o Allenby. En El Cairo, reconvirtieron clubs privados en parques públicos. 


También hubo acciones más arriesgadas y peligrosas contra instalaciones británicas. El gobierno dejó hacer a los jóvenes nacionalistas realizar esas acciones armadas. La respuesta británica se concreto el 25 de enero de 1952, asaltaron “los edificios de la policía, en Ismailia, en la orilla occidental del Canal. Fue una batalla en toda regla que duró varias horas y cuyo saldo fueron más de cuarenta muertos egipcios y un centenar de heridos. Cuando la noticia cundió por el país, toda la población reaccionó con rabia”. (pág.38)


La respuesta no se hizo esperar y el sábado, manifestantes que se fueron concentrando en las calles del El Cairo, empezaron a “destrozar y a incendiar las empresas britanánicas más visibles, tales como el banco Barclays, la agencia de viajes Thomas Cook, la librería W.H.Smith, el Turf Club o el hotel Shepheard, fundado cien años antes, que había utilizado como cuartel general el ejército inglés y seguía siendo uno de los más lujosos del país” (pág.38)


Los manifestantes acabaron por atacar cualquier lugar donde los occidentales se daban cita, sea, restaurantes, bares, clubs, y también los almacenes Cicurel, al terminar la jornada el balance de muertos ascendió “alrededor de treinta muertos, más de quinientos heridos y cerca de mil edificios incendiados. Todo el centro moderno de la capital estaba destruido”. (pág.38)


La responsabilidad de lo sucedido sigue siendo una cuestión debatida, según una versión, los amotinados no tenían consignas, sino que la vorágine de la violencia y la destrucción escapo de las manos, convirtiéndose en una masa destructiva y ciega. Para otros, si había una “mano invisible” que tenía claro los objetivos. En la dinámica de protestas se pasó de las críticas al gobierno inglés al egipcio, también contra el rey Faruk.


Nahhas Pachá, se vio impotente y sorprendido por la violencia de las manifestaciones y su pasividad le obligó a dimitir. Esos acontecimientos, pusieron en marcha movimientos que dieron lugar medio año después a una revuelta de “oficiales libres” (pág.39) que obligo al rey al exilio. Se estaba configurando el futuro ante dos fuerzas nacionalistas que impugnaban “la sociedad cosmopolita anterior” (pág.40). Los Hermanos Musulmanes, con amplios apoyos sociales y las fuerzas armadas de la mano del nuevo hombre fuerte, Abdel Nasser. Como dice Amin Maalouf,   la consecuencia fue que “la antigua clase dirigente entera la que iba pronto a salir del escenario mientras la abucheaban; y de forma definitiva” (pág.39).


El ascenso de Nasser, puso en marcha un proceso contra los emigrantes que tenían raíces en Egipto, como los padres de Amin Maalouf. Confiscaciones, expropiaciones, nacionalizaciones, fueron las armas que se utilizó para indicar la necesidad de salir del país, que antes era el suyo. 


“Mi abuelo había muerto antes del incendio del El Cairo y la revolución, pero sus herederos, a no mucho tardar, tuvieron que liquidar de mala manera, por una parte mínima de su valor, las propiedades que les había legado. Para dejar luego su Egipto natal y dispersarse: unos fueron a Norteamérica, y otros, al Líbano”. (pág.40)


Nasser acumuló todo el poder arrinconando a los Hermanos Musulmanes, convirtiéndose en presidente de la República. Lo que empezó Nahhas Pachá, Nasser anunció el 26 de julio de 1956, la nacionalización del Canal. Gran Bretaña, Francia e Israel, pusieron en marcha acciones bélicas, pero los EEUU desautorizo la aventura militar y Moscú amenazo con represalias. La victoria moral y política fue absoluta para Nasser, convertido en el nuevo caudillo de los países oprimidos.


Al decir de Maalouf, “en ese momento fue cuando el rais dictó la sentencia de muerte del Egipto cosmopolita y liberal. Adoptó una serie de medidas para expulsar del país a los británicos, a los franceses y a los judíos.” (pág.41) El resultado fue “un éxodo masivo de todas las comunidades conocidas con el nombre de “egipcianizadas”, algunas de las cuales llevaban varias generaciones, e incluso varios siglos, afincadas a orillas del Nilo.” (pág.42)


dilluns, 2 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (II)

 I.- Un paraíso en llamas





“Nací en Beirut, el 25 de febrero de 1949. La noticia la dieron el día siguiente mismo, como se hacía en algunas ocasiones, en un suelto del periódico en que trabajaba mi padre. “El niño y la madre gozan de buena salud” (pág.24).

“Egipto, patria adoptiva de mi familia materna, estaba en ebullición. El 12 de febrero, dos semanas antes de nacer yo, habían asesinado a Hassan al-Banna, fundador de los Hermanos Musulmanes.” (pág.24)

“Su asesinato era la respuesta al del jefe de gobierno egipcio Nokrachi Pachá, a quien había matado un Hermano Musulmán mes y medio antes, el 28 de diciembre. (…) Un asesinato perpetrado a su vez como reacción a la decisión adoptada por el gobierno, el 8 de diciembre, de disolver la Hermandad.” (pág.25)

“Ese enfrentamiento –Gobierno y la Hermandad- empezó en Egipto el siglo pasado, en la década de 1920, y acabó por tener repercusiones en el mundo entero, desde el Sahara hasta el Cáucaso y desde las montañas de Afganistán hasta las torres gemelas neoyorquinas, que atacó y destruyó el 11 de septiembre de 2001 un comando suicida al mando de un militante islamista egipcio” (pág.25). Este fragmento, permite comprender que cualquier acontecimiento, por insignificante que pueda parecer en el momento de su aparición, puede generar derivadas que nadie puede prever, dando lugar a un cisne negro –Nassim Nicholas Taleb- es decir, un acontecimiento altamente improbable, que escapa por completo, a las previsiones de las sociedades. ¿Estamos incubando nuevos cisnes negros? 

Esto significa, que no existe leyes inmutables de orden causal, que haga que “cuando la flecha está en el arco, tiene que partir” (Sánchez Ferlosio), ni una fatalidad o destino que haga inútil cualquier intento para impedir lo que acaba por suceder. La complejidad de las sociedades actuales, impide cualquier prognosis sobre el futuro. Sin embargo, nuestro comportamiento tiende a eliminar aquello que no podemos anticipar y echar mano de recetas antiguas para actuar sobre los nuevos, generando, inevitablemente, errores y fracasos, pues, no existen sucesos que se repitan en una espiral o ciclos históricos. Cualquier acontecimiento en la actualidad, comporta derivadas de todo orden, que no es posible, sin más, despacharlas como una nueva versión de lo antiguo. 

El autor narra las vicisitudes de sus abuelos entre el Líbano y Egipto. Destaca un hecho singular. Así, puede decir, “Mientras que en el valle del Nilo había otros alimentos. En música, en literatura y en otras muchas artes se estaban asistiendo a una auténtica plétora en la que los inmigrados de cualquiera orígenes y confesiones se sentían invitados a participar con tanto derecho como la población local.” (pág.29). Subrayo en cursiva, el talente existente en ese “Levante” que pudo llegar a ser y que no fue.

El autor enuncia algunos nombres de ese panorama artístico e intelectual. Umma Kalzum “cantaba los runaiyat de Omar Jayam y la inolvidable Asmahan, emigrante siria, celebraba Las dulces noches de Viena, Leila Mourad (cuyo apellido paterno era Assouline), heredera de una larga tradición de músicos judíos, hacía estremecerse las salas con sus canciones de culto, que decía: Mi única guía es mi corazón”. (pág.29) Nombra a Claude François, que “escribiera inicialmente”, My Way, tema mítico de Sinatra, François era “un francés de Egipto” (pág.29), Paul Anka, la popularizase, en Estados Unidos, siendo el propio Paul Anka, un norteamericano de “origen sirio-libanés” (pág.30). Otros nombres, Dalida, Moustaki, Guy Béart, también habían nacido en Egipto. El poeta Guiseppe Ungaretti, había nacido en Alejandría (1888).

Nombres como Ahmed Chawqi, “el príncipe de los poetas” (pág.30) era un faro de ese Egipto que acabó por desaparecer. Dice Maalaouf, “Cuando estoy en Roma, voy a veces a los jardines de la Villa Borghese, donde se alza una estatua del poeta egipcio, con corbata de pajarita, una rosa entre los dedos y la cabeza levemente echada hacia atrás como en los recuerdos de mi padres”. (pág.31)


divendres, 30 de desembre del 2022

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (I)

Amin Maalouf, El naufragio de las civilizaciones. Trad. María Teresa Gallego Urrutia. Biblioteca de autor. LB Alianza editorial. Madrid, 2ed 2022. 




Este libro es un libro de memorias del autor. Quiere hacer un examen de su tiempo, de cómo hemos llegado aquí y cómo determinados hechos nos ha llevado hasta un callejón sin salida. Desde su condición "Levantina" narra con pasión la experiencia vital -personal y familiar- la deriva de un mundo que no se parece a lo que conoció y que podía haber sido un espejo para el desarrollo de los países árabes, incluido el Líbano.


El libro se inicia con una declaración de principios: “Nací muy sano en brazos de una civilización moribunda y durante toda mi existencia he tenido la sensación de estar sobreviviendo, sin mérito ni culpabilidad, siendo así que tantas cosas a mi alrededor se convertían en ruinas; igual que esos personajes de película que cruzan por calles en que se desploman todas las parades y salen, no obstante, indemnes sacudiéndose el polvo de la ropa mientras, tras ellos, la ciudad entera no es ya sino un cúmulo de escombros” (pág.13)


“(…) Mis cuatro abuelos y todos sus antepasados, remontándonos a doce generaciones, nacieron bajo la misma dinastía otomana. ¿Cómo no iban a creer que era eterna? (pág.14). La idea de la aceleración en todos los órdenes de cosas, es propia desde mediados del siglo pasado. Desde ese momento, parece que todo, se ha desbocado, y no parece que en el horizonte haya un remanso de paz, al contrario. 


“Que pueden recordar las rosas, nunca se ha visto morir a un jardinero”, suspiraban los filósofos franceses del Siglo de las Luces pensando en el orden social y en la monarquía de su propio país. Hoy día estas rosas pensantes que somos nostros viven cada vez más tiempo, y los jardineros se mueren. En lo que dira una vida nos da tiempo a ver cómo desaparecen países, imperios, pueblos, lenguas, civilizaciones.” (pág.14)


"Tal como yo lo empleo –Levante-, este vocablo obsoleto designa el conjunto de los lugares donde las antiguas culturas del Oriente mediterráneo se codearon con las más jóvenes, de Occidente. De esa intimidad suya estuvo a punto de nacer, para todos los hombres, un porvenir diferente. (págs.14-15). Las luces de Levante se apagaron. Luego, las tinieblas se extendieron por el planeta. Y, desde mi punto de vista, no se trata de una simple coincidencia. (pág.15). (…) Como sucede con todos los ideales, aspiramos a ello sin conseguirlo nunca del todo,   pero la aspiración es en sí salutífera, indica el camino que hay que seguir, el camino de la razón, el camino del porvenir. Llegaré incluso a decir que es esa aspiración la que marca, en una sociedad humana, el paso de la barbarie a la civilización". (pág.15)


(…) "Hasta mucho más adelante no caí en la cuenta de hasta qué punto esa cercanía que imperaba entre las diversas comunidades en el universo de mi infancia era excepcional. Y cuán frágil era. Muy pronto en la vida vi cómo se empañaba, se degradaba y, luego, se desvanecía, no dejando tras de sí más que nostalgias y sombras". (pág.16)


(…)"Por primera vez en la historia contamos con los medios para librar a la especie humana de todas las catástrofes que la acosan y llevarlas serenamente hacia una hacia una era de libertad, de progreso sin tacha, de solidaridad planetaria y de opulencia compartida; y henos aquí, no obstante, corriendo a toda velocidad en dirección contraria. (págs.16-17). No soy de esos que creen que “cualquier tiempo pasado fue mejor”. (…) Sin embargo, llevo observando desde hace unos años derivas cada vez más preocupantes que amenazan con destruir todo aquello que nuestra especie ha edificado hasta ahora, todo aquello de lo que nos sentimos legítimamente orgullosos, todo aquello que solemos llamar “civilización”. (pág.17)


"¿Cómo hemos llegado a esto? Tal es la pregunta que me hago cada vez que me veo enfrentado a las siniestras convulsiones de este siglo. ¿Qué es lo que ha ido mal? (pág.17). Si recurro al vocabulario de la mar es porque la imagen que me obsesiona desde hace unos años es la de un naufragio: un transatlántico moderno, reluciente, seguro de sí mismo y considerado insumergible como el Titanic, que lleva a bordo una muchedumbre de pasajeros de todos los países y de todas las clases y avanza con pompa hacia su pérdida hacia su pérdida. (pág.17)


"El naufragio no es, por descontado, sino una metáfora. Forzosamente subjetiva, forzosamente aproximativa. Podrían hallarse otras muchas imágenes capaces de describir los sobresaltos de este siglo. Pero ésta es la que me obsesiona". (pág.18)


(…)" Esa “desmonetización” de los ideales, que se sigue extendiendo sin pausa y afecta a todos los sistemas y a todas las doctrinas, no me parece abusivo asimilarla a un naufragio espiritual generalizado. Mientras la utopía comunista se hunde en el abismo, al triunfo del capitalismo lo acompaña una explosión obscena de las desigualdades. Hecho que quizás halla una razón de ser en la economía; pero en el ámbito humano, en el ámbito ético y desde luego también en el ámbito político, supone innegablemente un naufragio". (pág.19-20)


"¿Son expresivos estos pocos ejemplos? No suficientemente, en mi opinión. Explican,  sin duda, el titulo que he escogido, pero no me permiten aún captar lo esencial. A saber, que está en marcha un engranaje cuyo motor no ha puesto nadie voluntariamente en marcha, pero hacia el que nos estamos viendo todos arrastrados a la fuerza y amenaza con reduir a la nada nuestras civilizaciones." (pág.20)


(…) "Habría preferido no tener que hablar en primera persona, sobre todo en las páginas de un libro que se preocupa por la aventura humana. Pero ¿qué otra cosa podría haber hecho si he sido, desde que empezó mi vida, un testigo cercano de los trastornos de los qué me dispongo a hablar; si “mi” universo levantino fue el primero en naufragar; si “mi” nación árabe ha sido esa cuyo trágico quebranto ha arrastrado al planeta entero hacia el engranaje destructor?." (pág.20)


dilluns, 12 de desembre del 2022

Reseña: El apagón de luces (II)

  La democracia como materialización de un modelo de razón



La denominada “eclipse de la razón” (pág.20), se debe al “déficit de racionalidad” (pág.20) que se ha producido dentro del espacio público –ámbito que afecta a la ciudadanía en su vida diaria-. Si la democracia es también deliberación, espacio de diálogo entre diferentes opciones políticas, lo que supone una racionalidad de medios y fines, eso que algunos denominaban razón deliberativa –contrapuesta a la denominada instrumental- cuando esa razón deja de existir, lo que se pone en peligro es la propia democracia. Es en este contexto donde las propuestas “populistas” apelan a esa “fuerte emotivización política” (pág.20) que nubla la razón. Manuel Cruz nos exhorta a recordar que “lo específico de las democracias deliberativas es, precisamente, que la decisión se encuentra al final del recorrido nunca al principio” (pág.20).

Existe la idea de que la política como espectáculo esconde en el fondo que “el poder real se encuentra en otro lugar” (pág.20). Existe una doble moral, en el sentido de responsabilidades, elevadísimas si nos encontramos con los políticos y los poderes en la sombra. Las críticas aceradas de unos –la clase política- contrasta con la adulación o exculpación de los poderes económicos, por ejemplo.

Cruz puede afirmar que “el desmesurado auge de una determinada forma de racionalidad, la instrumental, ha sido en detrimento de la otra, la dialógica o deliberativa” (pág.21). Desgraciadamente, esta dicotomía entre razón substancial –tiene en cuenta principios y reglas éticas sobre las consecuencias de las acciones y la razón instrumental –que se propone alcanzar fines sin importar los medios para alcanzarlos-. A pesar de lo que pueda decirse de ambas razones, lo cierto es que ambas operan en zonas grises, lo que acarrea dificultades no de principios, pero sí en las aplicaciones prácticas.

El eclipse de la razón vendría a ser sustituido por una “nuevo sentido común”, como antídoto contra la política. Sin embargo, ese “sentido común” no es más que ideología del statu quo. Cruz, menciona a Margaret Thatcher como el símbolo de ese “sentido común”  como una amalgama de “conservadurismo moral inglés y la ideología del libre mercado” (pág.22).

El “sentido común” supone la cancelación de los grandes relatos de emancipación. Como dice Cruz, la consigna sería: “esquivemos el debate de ideas” (pág.22). Como todo esta “patas arriba” (Eduardo Galeano), “los que no se metían en política se han visto reemplazados por quienes se meten en política...supuestamente sin opiniones políticas, esto es, tan solo armados de las categorías, según ellos incuestionables, del sentido común” (pág.23). Hoy, esa papilla ideológica, se hace dominante en perjuicio del debate (deliberación) de ideas.

En opinión del autor, una determinada izquierda, se ha lanzado a “librar la batalla de las guerras culturales” (pág.23), en sustitución de los proyectos de emancipación, busca nuevos electores que sustituyan a los desencantados o simplemente, de aquellos que se han acomodado a los nuevos aires que soplan. Se sustituye así, los debates sobre economía (de mercado) en beneficio de la ampliación de nuevos derechos “(feminismo, derechos LGTBI, derechos de los animales, ecologismo, nuevos lenguajes inclusivos...)” (pág.23). Una deriva de ese nuevo “sentido común”, tiene que ver con la apropiación de la derecha de temas que anteriormente, utilizaba la izquierda. 

Se diría que en la actualidad, la izquierda, busca en sectores de los nuevos derechos, al viejo sujeto de la revolución, el proletariado se ha esfumado –no es cierto, pero ha sido seducidos al parecer por cantos de sirena que vienen de la derecha extrema y extrema derecha-. Ello supone que ser el concepto de clase, que había sido utilizado como herramienta conceptual, sea en la actualidad objeto de burla o de menosprecio. La derecha plantea “valores posmaterialistas en términos directamente posideológicos” (pág.24). Como la derecha rechaza cualquier cambio en el orden económico –desigualdad social, precariedad y control social-, solo puede ofrecer cambios en los valores culturales imperantes, además en clave tradicionalista. Los debates que la derecha plantea, son sobre cuestiones como la “sexualidad, la moralidad o la religión” (pág.25), temas que se abordan no desde el debate sosegado de ideas, sino desde una perspectiva eminentemente emocional.  La derecha quiere marcar diferencias con la izquierda precisamente en esos ámbitos. Según ellos, estos temas tienes un fundamento en el “nuevo sentido común”. Según la derecha hay que despolitizar estos temas, e introduce inmediatamente, la vena emotiva, el ser o no ser de cada individuo. La figura de la víctima aparece como agraviado ante la falta de sentido común de aquellos que se atreven a cuestionar los valores de “siempre”. La derecha ha conseguido, desviar la atención, sobre las cuestiones materiales –la economía- y trasladar la batalla ideológica al plano de cultural.

Esta batalla cultural, está llena de desaguisados conceptuales. Así, por ejemplo, si soy blanco, heterosexual, puedo ser desautorizado por criticar el comportamiento, de las mujeres que llevan velo, en nombre de la religión musulmana. Porqué, ¿quién soy yo para llevar a término tal crítica? 

Uno de los instrumentos de la revolución thatcheriana, fue vender la idea de libertad. El credo neoliberal, decía que cuanto menos Estado, mayores cotas de felicidad individual y progreso social podía llegar aspirar cada ciudadano, sin la losa de la burocracia que ahogaba la creatividad individual. Este dogma caló de forma inesperada, obligando a la izquierda a batirse en retirada. La idea de igualdad quedó difuminada por la exaltación de la individualidad. El concepto de clase quedaba clausurado. 

Manuel Cruz, utiliza el concepto de interseccionalidad –Kimberlé Crenshaw- para “expresar la idea de que, a la hora de analizar situaciones de desigualdad y de organización del poder en una sociedad, resulta más esclarecedor entenderlas como derivadas no de un único eje (y tanto da, a estos efectos, que sea la raza, el sexo o la clase) sino de la interacción de muchos que trabajan de manera conjunta y se influyen mutuamente”pág.27). Según este concepto de “interseccionalidad”, cualquiera que se deja algún elemento se desliza hacia el sectarismo. El concepto de “interseccionalidad”, me parece más bien un recurso narrativo, que conceptual. Se hace evidente, que el concepto de clase, tenía sentido en un mundo sólido, frente al mundo líquido en el que estamos inmersos. Los referentes como Habermas, Foucault, no son de gran ayuda. Si lo pueden ser Byung-Chul Han, Zygmunt Bauman o incluso Richard Rorty. 

Las batallas culturales, al decir de Cruz, la izquierda ha salido perdedora y “estaría constituyendo el principal obstáculo para su regeneración y crecimiento” (pág.28).


divendres, 9 de desembre del 2022

Reseña: El apagón de luces (I)

 He comenzado a leer el libro de Manuel Cruz, El gran apagón. El eclipse de la razón en el mundo actual. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2022.




I. De la razón a la emoción. O del Siglo de las Luces al Gran Apagón.


Del Siglo de las Luces y la razón como instrumento para comprender y transformar la realidad al Romanticismo (s.XIX) que impugnó la razón para colocar en el centro al corazón (emociones) -subjetividad-.

Si el siglo XX finalizó en 1989 [tesis de historiadores], con el derrumbe del Muro de Berlín y el posterior hundimiento del Comunismo, Manuel Cruz no tiene claro que el inicio del siglo XXI sea el ataque a las Torres Gemelas.

Señala como hito del inicio del siglo XXI, la crisis de 2008 y su deriva a lo largo de la siguiente década y la aparición de la pandemia del COVID-19, que todavía hoy, sigue su curso, amén de la Guerra en Ucrania lanzada por Putin, cuyos efectos aún están por ver.

Todas estas fracturas han supuesto el “fin de las utopías de emancipación” políticas y sociales que han dejado a la izquierda huérfanas de soporte ideológico. Pero, si algunos lanzaron la idea que el capitalismo era quien salía vencedor de la Guerra Fría, la crisis del 2008 y la pandemia, han hecho que la euforia liberal se haya enfriado considerablemente.

En el plano epistémico, se ha pasado de la explicación a la narración. La izquierda parece haber abandonado los “valores materialistas” –estado del bienestar, distribución de la riqueza- para concentrarse en valores culturales, o “posmaterialistas” –ecología y la identidad cultural, género-.

Estamos delante de mutaciones de larga alcance que solamente ahora empezamos a vislumbrar, pero la falta de herramientas conceptuales para poder analizar lo que está sucediendo impiden su anàlisis y comprensión. Según Cruz, el propio concepto de “clase” es incapaz de explicar las mutaciones que han aparecidos en las últimas décadas. 

Manuel Cruz, habla de una “sociedad fatigada” hasta la decepción por los reiterados incumplimientos de los programas de máximos de unos y otros”. (pág.17)

Es la política la que está en cuestión por una ciudadanía desconcertada y desnortada. Un elemento que ayuda a esta ceremonia de la confusión es que nuestra sociedad se ha convertido en “una auténtica sociedad del espectáculo” (pág.18). Esto ha sido posible debido  al desarrollo de la tecnología de las comunicaciones. La tecnología no es la responsable, pero su utilización partidista a acaba por perfilar la situación actual. Porque “la política habría terminado por constituir algo así como el departamento de producción de contenidos para dichos medios” (pág.19).  En su libro La ceremonia caníbal, Christian Salmon podía afirmar: “ El hombre político se presenta cada vez menos como una figura de autoridad, alguien a quien obedecer, y más como algo que consumir; menos como una instancia productora de normas que como un producto de la subcultura de masas, un artefacto a imagen de cualquier personaje de una serie o un programa televisivo” (pág.19)

Si el espectáculo debe continuar, la mejor manera de estar atentos a la pantalla, no es argumentando, sino apelando a las emociones, así “la repetición y el remake que no se reconoce en su condición de tal pasan a estar a la orden del día. El resultado es que nos encontramos ante el procedimiento más eficaz para que todo termine cayendo en el olvido” (pág.19).


dilluns, 20 de juny del 2022

Reseñas: Las nuevas caras de la derecha (III)

 3. Antisemitismo e islamofobia





La idea del autor, con muchas cautelas, pues, la historia no es cíclica ni el pasado puede ser asimilado sin más al presente, considera que la ola de islamofobia actual, juega un papel semejante a lo ocurrido con el antisemitismo del siglo XIX y XX. El autor hace un repaso de este proceso. Así podrá decir: “el antisemitismo se difunde en Europa durante los últimos veinticinco años del siglo XIX, que es también un período de metamorfosis del nacionalismo. Este se deshace entonces de su herencia universalista, de sus vínculos con la tradición del Iluminismo, de su dimensión europea —que aún predominaba en 1848— y adopta nuevas características, como el culto de la raza, el mito de los orígenes, etc. De ese modo, los nacionalismos se convierten en antisemitas”. 


El fenómeno del antisemitismo tiene sus características propias en los diferentes países de Europa. Curiosamente, España escapa a este proceso, por la sencilla razón de la prácticamente ausencia de judíos. Hay que recordar que España expulso a los judíos en 1492! Se calcula unos cuarenta mil judíos en España. Es decir, suponen el 0,08% de la población española! Los análisis que lleva acabo Traverso, se refieren a Francia. 


“A finales del siglo XIX, el “judío” se había convertido en una figura metafórica: una palabra destinada a designar a una minoría étnica y cultural que trascendía la religión, dado que incluía a judíos que no frecuentaban la sinagoga y sin identidad de tipo religioso. En nuestros días, el árabe y el islam cumplen una función similar. Para el islamófobo, el islam significa mucho más que una religión: engloba toda una parte de la población francesa”.


La utilización del árabe –terrorista- para contraponerlo a los ciudadanos del país, se inscribe dentro de la dinámica identitaria. Las comparaciones –judío vs árabe- que se hace abusivamente requieren fineza en su análisis.  Traverso pone en guardia sobre la conexión entre antisemitismo y Holocausto. Afirma enérgicamente, que no existe una necesidad intrínseca ni un determinismo histórico en ese hecho. Hubo por decirlo así, un clima y unas circunstancias excepciones que acabaron en el Holocausto. Como bien dice: “Todos los genocidios tienen premisas, pero no se deducen mecánicamente de ellas: no hay una causalidad determinista. Dicho esto, si se quiere desarrollar la comparación, me parece que la islamofobia de nuestros días se parece más al antisemitismo de la Alemania de finales del siglo XIX que al de la Tercera República francesa”. Mientras en la Alemania del siglo XIX, se consideraban a los judíos extraños a la nación alemana, en Francia –caso Dreyfus-, se los consideraba un “Estado dentro del Estado”. En Alemania prusiana, se les excluyo del ejército y la administración, de la universidad. En Francia, se denunciaba su control de los hilos del Estado en todos los estamentos.


La actual islamofobia, tiene que ver con la exclusión, propia de la Alemania del siglo XIX. Traverso, denuncia la función de muchos intelectuales, especialmente, a Alain Finkielkraut, su islamofobia. 


—¿Puede trazarse la génesis de la ideología islamófoba? ¿Hay una anticipación estadounidense y una influencia de neoconservadores, como Samuel Huntington, o existe un origen intraeuropeo de la islamofobia?


Traverso cita autores norteamericanos –Huntington, Bernard Lewis, Robert Kagan- para constatar que el islam ha substituido  la la antigua Unión Soviética. El hundimiento del comunismo, ha sido sustituido felizmente, por el islam político. 


Sin embargo, para Traverso existe una diferencia entre los neoconservadores estadounidenses y la vieja Europa. Los prejuicios culturales provienen de Europa. Cita los atentados del 11-S de 2001, pero no encuentra el poso histórico y cultural que podemos rastrear en Europa, debido especialmente, al pasado colonial de los países europeos.


—Pero ¿Cómo explicar el desarrollo de la islamofobia en Europa, que es un fenómeno nuevo? Usted parece sugerir que está desligada del pensamiento neoconservador estadounidense. ¿Cuáles son, entonces, sus causas sociológicas e ideológicas? De hecho, hasta comienzos de este siglo había un racismo antiárabe que, en rigor, no entrañaba una dimensión religiosa…


Si bien,  procesos independientes, puede converger, la clave explicativa del fenómeno en Europa lo encuentra Traverso en que “ a diferencia de los Estados Unidos, en Europa la islamofobia se alimenta del pasado colonial”.


Analizando el caso francés, afirma que la raíz colonial no ha sido integrada en su propia historia. La inmigración proviene de esa raíz colonial, aunque haya autores, es el caso de Gérard Noiriel, subsuman la raíz colonial en la inmigración. Existe un doble rasero en el caso de la inmigración, pues, “En nuestros días los nombres con resonancias italianas, polacas o españolas están fusionados en el conjunto de los apellidos franceses, pero —ya transcurridas cuatro generaciones— uno árabe o africano sigue siendo considerado como “proveniente de la inmigración”. Para estos “eternos” inmigrantes: “Sólo hay ciudadanos franceses de segunda clase.”


                     


Traverso, reprocha a la EU el énfasis puesto en lo étnico en perjuicio de los político, tal como proponía Habermas al hablar del “patriotismo constitucional”. Esta misma idea planea en la tesis de Félix Duque* cuando dice “[España, perderá su propia razón de ser] si opta por encastillarse y, por temor a violentas erupciones terroristas, se niega a escuchar las razones, los deseos, los sueños y frustraciones del otro” (pág.462)  


—La existencia de esa matriz colonial y de su negación por la República Francesa en el plano ideológico ¿no debe ponerse en paralelo con la construcción, en la segunda mitad del siglo XX, de suburbios “reservados” a esta población poscolonial, que como resultado queda relegada social, económica y espacialmente? Además, tan pronto como un sociólogo francés se atreve a hacer la comparación con los guetos estadounidenses (como hizo Didier Lapeyronnie, por ejemplo), todo el mundo arremete contra él como si infringiera un tabú.


La ideología de las clases dirigentes francesas, han establecido la idea de que el islam “no es soluble en la República”. Han creado los medios para que se cumpla esta auto profecía. “Como la inmigración poscolonial es cronológicamente posterior a las grandes oleadas de entreguerras, Noiriel da a entender que podría seguir la misma trayectoria y, al cabo de tres generaciones, no ser ni más ni menos discriminada que las oleadas precedentes; sin embargo, no es así.”. A los musulmanes se les coloca en una situación insostenible, pues, “Debían condenar los atentados como musulmanes y renegar del islam como ciudadanos franceses.” En la misma línea “un musulmán que reconoce el derecho de un dibujante a publicar dibujos blasfemos y simultáneamente declara que los considera chocantes y groseros queda expuesto a las sospechas. Como musulmán, de un modo u otro siempre será cómplice. Esto nos retrotrae a la concepción islamófoba y neocolonial del laicismo de la cual ya hemos hablado.”. Podemos y debemos rechazar los atentados contra Charlie Hebdo, pero también podemos criticarlos por sus dibujos, la crítica no supone respaldar los atentados. 


—Volvamos al antisemitismo y la islamofobia en nuestros días. Por un lado, resulta innegable que el antisemitismo se desarrolla en los medios populares, a través de las teorías conspirativas o la retórica de doble estándar que vemos en los discursos extremistas, como los de Dieudonné o Alain Soral. Por otro, periodistas, intelectuales o políticos situados del lado del poder niegan la realidad y la palabra misma “islamofobia” y defienden de hecho una postura contra el islam. ¿Cómo luchar en los dos frentes?


Esta combinación se va especialmente en Francia. Considera Traverso, que este antisemitismo no tiene las mismas raíces que en el siglo XIX y XX, “una de  las fuentes de ese odio antijudío es el conflicto israelí-palestino.”. Traverso nos recuerda que el antisemitismo del siglo XIX y principios del XX lo lideraba un antisemitismo de Estado. Hoy, el propio Estado los ampara y defiende. 


dijous, 16 de juny del 2022

Reseñas: Las nuevas caras de la derecha (II)

 

2.- Políticas identitarias




La conversación se centra especialmente en Francia. Su pasado colonial y su tradición republicana está generando controversias y paradojas que el autor va desgranando. Así puede decir:

“En términos más generales, la islamofobia nunca es otra cosa que la manifestación actual de la coexistencia histórica de la República y el colonialismo. Todos estos elementos explican el fracaso al cual están condenados los intentos de cerrar el paso al FN, porque se valen de la misma retórica de este”.

Traverso crítica la política inmigratoria de Sarkozy “con la creación del Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional, e incluso, más recientemente, con la propuesta de François Hollande de despojar del derecho de ciudadanía a los terroristas. Si todas estas propuestas se inscriben en un marco intelectual, jurídico y político republicano, cuesta ver por qué habría que escandalizarse frente a la postura republicana de Florian Philippot o Marine Le Pen”. 


-A la inversa, en la República Federal de Alemania, los alemanes hicieron una revisión crítica de su pasado y las extremas derechas no tienen tanto alcance como aquí. ¿Ve en eso un vínculo de causa y efecto?

“Creo que hay una relación, aunque no exista determinismo alguno y cada país siga siendo un caso específico. En España, el neofascismo es casi inexistente, y sin embargo la nostalgia del franquismo está muy presente en los estratos más conservadores de la sociedad, que votan por el Partido Popular, un partido de derecha posfranquista que no tiene vínculos con las antiguas organizaciones fascistas, como la Falange española”. España si existe este neofranquismo con el ascenso de Vox. En el caso español existen vasos comunicantes entre las derechas y extremas derechas. Si Vox aumenta su peso electoral es acosta del propio PP y Cs. Se ha querido ver que el ascenso de Vox es producto del miedo visceral al denominado Procés en Cataluña, pero lo cierto es, que los ingredientes estaban allí desde hace mucho tiempo. Si Alemania se hizo autocrítica, en España no sólo no se hace esa crítica de cuarenta años de dictadura sino que Vox lo reivindica y el PP ha sido incapaz hasta la fecha de condenarlo. Lo significativo del caso, es que las derechas reivindican la Constitución y hablan de este “patriotismo constitucional” del que habla Habermas, pero en clave conservadora. La Constitución la utilizan como cierre de cualquier posibilidad de transformación. 

La utilización del discurso xenófobo, sea en caso del FN o Vox, que al decir de Traverso “comportan una dimensión reaccionaria en el sentido propio del término: revelan una debilidad, una falta de autoconfianza, una postura defensiva”.

La globalización, impide los sueños de este posfascismo que imagina naciones homogéneas y reviven un pasado imaginario. Traverso denuncia esa “miopía suicida”: “La inmigración es el porvenir del Viejo Mundo, la condición para evitar su decaimiento demográfico, su decadencia económica, para pagar las jubilaciones de una población que envejece, para abrirse al mundo, para renovar sus culturas y hacerlas dialogar. Todos los analistas hacen esa constatación elemental, pero nuestros políticos no quieren admitirla, en función de ruines cálculos electorales. La crítica ritual contra el “comunitarismo” es apenas un pretexto para afirmar una forma retrógrada de etnocentrismo”. 

Esta visión ideológica del laicismo, orientada contra el islam, pasa por alto el hecho de que ella supone por un lado la neutralidad del Estado, pero por otro, en el caso de cada individuo, el respeto de la libertad de creer o no. ¿Cuál es su posición respecto de esta temática?

Las polémicas que hemos visto sobre la prohibición del burkinis en las playas francesas desatan oleadas de comentarios contradictorios, que el FN utiliza convenientemente. Así Traverso puede decir que “hoy en día la utiliza [laicismo] como un arma de exclusión de minorías a las cuales niega derechos. Hay cierta continuidad en esas posturas de exclusión republicanas y laicas. ¡Con la salvedad de que, en nuestros días, el laicismo apunta a poner en entredicho el carácter plural de la Francia real”. Además, estas cuestiones se mezclan con planteamientos feministas que abogan por la prohibición del velo, en nombre de la libertad personal y religiosa, pero que según Traverso hacen un flaco favor a la causa del laicismo, “no podemos más que reconocer una convergencia objetiva bastante perturbadora entre esa forma de “laicidad” y cierto feminismo islamófobo, de Elisabeth Badinter a Caroline Fourest”. Hay al parecer de Traverso una confluencia perniciosa entre feminismo y etnocentrismo, así como una demostración que la etapa colonial no fue cerrada de manera conveniente. Así que las mujeres que llevan velo, serían objeto de una triple servidumbre: Por ser mujeres, por ser indígenas y por ser musulmanas. 

Sin embargo, el problema es mucho más complejo como reconoce Traverso: “Muchas investigaciones han demostrado que el uso del velo o fular islámico responde a una multiplicidad de decisiones que, sin duda, no pueden atribuirse exclusivamente a la dominación masculina. Al expresarse al respecto, muchas musulmanas (con velo o no) han reconocido la heterogeneidad del fenómeno. (...) Y aun al postular de manera unívoca su carácter patriarcal, la idea de combatirlo a través de medidas represivas y legales —como la prohibición de los cultos en la ex Unión Soviética— me parece contraproducente.” 

Las múltiples caras de estos procesos contradictorios se plasmaron después de los atentados de Charlie Hebdo. Todos se sumaron a la manifestación. Sin embargo, no todos defendían los mismo. Hasta el propio Mariano Rajoy se desplazo a la capital francesa para asistir a la manifestación. También estaba el FN. Traverso pone un pero a esas unanimidades ficticias: “En Irán, un dibujante satírico se expone a riesgos —que a menudo paga muy caros— si reivindica una libertad que se le niega bajo un régimen de opresión. En Francia o en Dinamarca hay caricaturistas que aprovechan su libertad para burlarse de quienes son objeto de exclusión. En eso vemos una diferencia fundamental”. 


-El tema de la identidad suscita una gran hostilidad en casi todo el tablero político, como si la identidad apuntara a suprimir la cuestión social. Sin embargo, ¿las cosas no pueden verse de otra manera y considerarse que la identidad (el género, la “raza”) se combina con lo social? Lo que la feminista estadounidense Kimberlé Crenshaw llama “interseccionalidad”. 

Reconoce la existencia de que la “cuestión social y la cuestión racial están profundamente imbricadas”. Habla en contexto estadounidense. Habla del origen de esta idea de identidad que se formó primero en EEUU. El movimiento de derechos civiles puso las bases para que otros grupos reivindicasen sus propios derechos. En Europa, la izquierda  no ha sabio gestionar género, raza y religión. El concepto de clase, cuyo origen se debe a una raíz económica no permitía vislumbrar lo que se escondía con dicho concepto. Así, la New Left estadounidense, por su parte, postuló muy tempranamente la idea de una articulación no jerarquizada entre esos distintos componentes, sin reducirlos a meros corolarios de la identidad de clase. La derecha radical, en cambio, propone una fuerte articulación entre cuestión social e identidad: el discurso del FN denuncia las desigualdades sociales de la manera más audible (y clara) y propone a la vez una respuesta reaccionaria: la defensa de los “blancos humildes”. Esta defensa del FN de los “blancos humildes” permitió fagocitar una parte del electorado comunista, cuando el comunismo se hundió. El FN ha sido capaz de difuminar su xenofobia y su reivindicación imaginaria de los “blancos humildes”.

En la actualidad, “el resorte fundamental del discurso identitario de derecha resulta análogo: defender la identidad significa salir de la Unión Europea para volver a las monedas y las antiguas soberanías nacionales, expulsar a los inmigrantes para sentirse de nuevo en casa, recuperar una mítica armonía nacional contra la globalización, etc.”. Detrás de la idea de identidad se esconde: “(...) la derecha cuando habla de identidad es en realidad la identificación, es decir, las políticas de control social establecidas desde el siglo XIX en Europa: control de los flujos de poblaciones y migraciones internas, fichaje de los extranjeros, los delincuentes, los subversivos. La invención de los documentos de identidad obedece más a esa inquietud de control que a un reconocimiento de la ciudadanía como conquista de derechos jurídico-políticos”. Traverso llama la atención sobre lo problemático del concepto de identidad, pues, “se presta a cualquier tipo de uso”. Utiliza la tipología de Paul Ricoeur, sobre mismidad y la ipsidad, la primera remita a instancias biológicas, está es al decir de Traverso, la identidad que piensa el FN, una esencia eterna de lo francés. La ipsidad, tiene carácter reflexivo, esta identidad es una construcción social y biográfica, “es subjetiva, abierta y pasible (sic) de transformaciones”. Por último, la ciudadanía, que pertenece al ámbito de la comunidad política y “funda una concepción fructífera del laicismo, porque implica el pluralismo cultural y religioso”.