Un poco de historia....
I
“Un caso aparte es el de Birmania, cuyo aislamiento comenzó con el golpe militar de 2 de marzo de 1962, que cambió su nombre por el de Myanmar, y lo sometió a una dictadura militar que ha seguido en el poder hasta 2010. Su primer representante, el general Ne Win, sumió al país en una etapa de crisis económica, con la pretensión de instalar “la vía birmana al socialismo”, que concretó en una combinación de aislamiento internacional, nacionalización de industrias, resistencia a la tradición budista (Ne Win, sin embargo, se guiaba en su política por el consejo de adivinos y astrólogos) y represión. (…) [en plena guerra de Vietnam], la dictadura militar fue vista inicialmente con buenos ojos por parte de “Occidente”.
En 1987 Ne Win, aconsejado por su astrólogo, decidió cambiar las denominaciones de la moneda, expresadas ahora en múltiplos de nueve, y convertir tan solo los billetes depositados en los bancos del gobierno, mientras los ahorros que se conservaban en los hogares quedaban sin valor, lo que aumentó el caos económico. Pérdida la confianza de sus compañeros militares, se le obligó a dimitir, reemplazado por una nueva junta militar que hubo de enfrentarse a las protestas populares de 1988, nacidas de la desastrosa situación económica, que se iniciaron con una huelga el 8 de agosto (se suponía que el “8/8/88” tenía augurios favorables), y fueron reprimidas con más de 3000 muertos.
Fue en estos momentos cuando apareció en escena Aun San Suu Kyi –hija de Aung San, uno de los protagonistas de la independencia-, encabezando la Liga Nacional para la Democracia, que ganó por amplia mayoría las elecciones (60%). (…) los militares se negaron a aceptar los resultados de la elecciones y mantuvieron durante años en arresto domiciliario a Suu Kyi, que obtuvo el premio Nobel de la Paz en 1991, y continuaron con un régimen de rígida dictadura que mantenía al país aislado del mundo exterior, sostenido por la venta de sus recursos naturales de petróleo, gas natural, oro, madera (teca) y gemas.
Las alianzas económicas establecidas con Tailandia y con China, a cuenta de la explotación de sus recursos naturales, permitieron pacificar las zonas de frontera y llegar a acuerdos con muchos de los grupos guerrilleros. La nueva prosperidad se vio aumentada a partir de los años noventa con el descubrimiento de depósitos de gas natural en las aguas costeras, que facilitaron a los militares gestionar apoyos políticos por parte de quienes deseaban sacar provecho de estos recursos, en especial de China e India, y les proporcionaron abundantes ingresos con los que realizar grandes obras públicas, que han incluido la construcción de una nueva capital, Na Pyi Taw o Naypidaw, donde la casta militar vive separada del pueblo, a la vez que la de centenares de pagodas. La nueva riqueza solo ha llegado, sin embargo, a los clanes militares y a su entorno, mientras que por su índice de desarrollo humano Myanmar se sitúa en 2010 en el lugar 132, por detrás de Bangladesh o Camerún.
Una nueva amenaza para la estabilidad del régimen se produjo en septiembre de 2007, con un rasgo nuevo, como era el protagonismo asumido en la protesta por los monjes budistas, que se manifestaron en masa portando símbolo de la fallida revolución de 1988, y que fueron, de nuevo, objeto de una durísima represión.
El general Than Shwe
El hombre que desde 1992 estaba al frente del poder militar, el general Than Shwe, decidió en 2010 disolver la Junta, liberar a Aun San Suu Kyi y organizar unas elecciones, a las que no esta ni su partido se pudieron presentar, y que fueron denunciadas internacionalmente como un fraude, pero que parecían iniciar una cierta transición hacia la democracia, aunque manteniendo un considerable peso del poder militar, que cuenta con el apoyo de China (que está construyendo un gigantesco gaseoducto), de la India y de Corea del Sur, pendientes de aprovechar los recursos del país. Con estos ingresos, y con un ejército de 500.000 soldados, el régimen puede garantizar la estabilidad interior.*” (pág.442-444)
* Josep Fontana, Por el bien del imperio. Una historia del mundo desde 1945. Ed.Pasado&Presente, Barcelona, 2011
II
Constitución y elecciones:
la Myanmar democrá-tica**
"En mayo de 2004 comenzó
un nuevo proceso constitucional. El documento resultante se terminó y votó en
2008, en medio de una oleada de críticas por la poca de transparencia y escasa
legitimidad en la redacción de la Constitución, así como por la falta de
libertad de información, expresión y asociación que caracterizó el proceso. La
oposición no tuvo representación en la elaboración del nuevo ordenamiento
jurídico del país y, cuando la sociedad civil protestó pacíficamente en agosto
y septiembre de 2007, la mano dura del Ejército dejó docenas de muertos. Tanto
el proceso como el texto constitucional sirvieron para perpetuar los intereses
del Tatmadaw -ejército-; las reformas aparentemente democráticas y la retirada de los
militares del Gobierno enmascaran una nueva estrategia de dominio militar. La
influencia formal e informal de las Fuerzas Armadas asegura todavía su control
del país.
La Constitución de 2008
concede al Tatmadaw plena independencia del poder civil y un 25% de
representantes en el Parlamento, suficiente para vetar cualquier reforma
constitucional. Al Tatmadaw se le otorga control total sobre la defensa y la
seguridad nacionales, así como sobre el control de fronteras y asuntos
internos, lo que lo convierte en la institución con poderes de mayor extensión
territorial y al mando de la burocracia interna. Los oficiales también se
reservan el control parcial o total del poder legislativo y ejecutivo en caso
de emergencia nacional. A estas prerrogativas se suman el gran poder económico
y comercial acumulado por el Tatmadaw, que controla desde la industria pesada
hasta el turismo. Por si fuera poco, los oficiales quedan impunes por todos los
abusos cometidos en el pasado y sus miembros solamente pueden ser procesados
por tribunales militares.
En 2010 se celebraron las
primeras elecciones en el país desde 1990. Miles de ciudadanos pertenecientes a
minorías étnicas y prisioneros políticos no pudieron emitir su voto y el
promilitar Partido para la Unión, la Solidaridad y el Desarrollo obtuvo una
victoria abrumadora. El partido de Suu Kyi boicoteó la votación, que fue
condenada por el resto de los partidos como una farsa y por Naciones Unidas
como “insuficientemente inclusivo y transparente”. Una semana después de las
elecciones, Suu Kyi fue liberada tras casi dos décadas de retenciones y, desde
2015, el Gobierno está en manos de su partido, la Liga Nacional para la
Democracia. La icónica líder ocupa el puesto de consejera de Estado, un cargo
creado ex
profeso debido
al precepto constitucional, claramente dirigido a Suu Kyi, que impide acceder a
la presidencia a aquellos que tengan lazos familiares con personas de otra
nacionalidad.
Aunque la líder
prodemocrática ha sido objeto de críticas a escala mundial por su falta de
actuación ante los abusos militares contra rohinyás en Rakáin y sus evasivas no
han cumplido con las expectativas de una nobel de la Paz., la realidad es que
incluso ella actúa con un margen de maniobra muy reducido. Por otro lado, su
injerencia en los intereses del Tatmadaw debe ser cautelosa, sutil y
progresiva: aparte de que los militares rechazaron y boicotearon su
nombramiento, el Tatmadaw tiene capacidad para dar marcha atrás a las pocas
reformas liberalizadoras que se han aprobado si su autoridad o sus privilegios
se ven amenazados. A todo esto, tampoco debe olvidarse el racismo endémico de
su electorado —fundamentalmente bamar— hacia la etnia rohinyá.
Es innegable que ha
habido cierto aperturismo político en Myanmar. (...) El Tatmadaw ha suavizado sus relaciones con el poder civil y se
ha retirado del control directo del país, pero el hecho de que hayan sido los
propios militares quienes han encabezado el proceso de democratización pone
límites al alcance de las reformas. Estas limitaciones se recogen claramente
por escrito en la Constitución de 2008. (...) La falta de
mecanismos internos de control y equilibrio, junto con los factores históricos
e ideológicos del Tatmadaw, hacen que las reformas democráticas en Myanmar sean
únicamente superficiales hasta la fecha.
Una transición sin final
Una visión retrospectiva
de las relaciones civiles-militares en Myanmar ayuda a comprender algunas de
las cuestiones que se plantean en el país actualmente, incluyendo las
atrocidades cometidas contra los rohinyás y la aparente indiferencia de Suu
Kyi. La fragilidad del poder civil y la falta de paz que marcaron los primeros
años de vida del Estado tuvieron una gran influencia en el desarrollo de su
Historia. Asimismo, la transición ha sido liderada por los mismos que llevan
más de medio siglo gobernando con mano de hierro el país, lo cual ha arruinado
la validez democrática de cualquier cambio.
A la transición le queda
aún un largo camino por recorrer en Myanmar. Los privilegios y la cultura
militar, la inestabilidad étnica y la ausencia de un proceso de reparación de
los abusos causados por los militares son algunas de las cuestiones que deben
resolverse para garantizar el control y la estabilidad de un Gobierno civil.
Sus líderes deberán aumentar el diálogo con el Tatmadaw para conseguir
gradualmente más confianza y un sistema político libre de interferencia
militar, especialmente en lo que se refiere a la reconciliación étnica y a la
seguridad."