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dilluns, 20 de juny del 2022

Reseñas: Las nuevas caras de la derecha (III)

 3. Antisemitismo e islamofobia





La idea del autor, con muchas cautelas, pues, la historia no es cíclica ni el pasado puede ser asimilado sin más al presente, considera que la ola de islamofobia actual, juega un papel semejante a lo ocurrido con el antisemitismo del siglo XIX y XX. El autor hace un repaso de este proceso. Así podrá decir: “el antisemitismo se difunde en Europa durante los últimos veinticinco años del siglo XIX, que es también un período de metamorfosis del nacionalismo. Este se deshace entonces de su herencia universalista, de sus vínculos con la tradición del Iluminismo, de su dimensión europea —que aún predominaba en 1848— y adopta nuevas características, como el culto de la raza, el mito de los orígenes, etc. De ese modo, los nacionalismos se convierten en antisemitas”. 


El fenómeno del antisemitismo tiene sus características propias en los diferentes países de Europa. Curiosamente, España escapa a este proceso, por la sencilla razón de la prácticamente ausencia de judíos. Hay que recordar que España expulso a los judíos en 1492! Se calcula unos cuarenta mil judíos en España. Es decir, suponen el 0,08% de la población española! Los análisis que lleva acabo Traverso, se refieren a Francia. 


“A finales del siglo XIX, el “judío” se había convertido en una figura metafórica: una palabra destinada a designar a una minoría étnica y cultural que trascendía la religión, dado que incluía a judíos que no frecuentaban la sinagoga y sin identidad de tipo religioso. En nuestros días, el árabe y el islam cumplen una función similar. Para el islamófobo, el islam significa mucho más que una religión: engloba toda una parte de la población francesa”.


La utilización del árabe –terrorista- para contraponerlo a los ciudadanos del país, se inscribe dentro de la dinámica identitaria. Las comparaciones –judío vs árabe- que se hace abusivamente requieren fineza en su análisis.  Traverso pone en guardia sobre la conexión entre antisemitismo y Holocausto. Afirma enérgicamente, que no existe una necesidad intrínseca ni un determinismo histórico en ese hecho. Hubo por decirlo así, un clima y unas circunstancias excepciones que acabaron en el Holocausto. Como bien dice: “Todos los genocidios tienen premisas, pero no se deducen mecánicamente de ellas: no hay una causalidad determinista. Dicho esto, si se quiere desarrollar la comparación, me parece que la islamofobia de nuestros días se parece más al antisemitismo de la Alemania de finales del siglo XIX que al de la Tercera República francesa”. Mientras en la Alemania del siglo XIX, se consideraban a los judíos extraños a la nación alemana, en Francia –caso Dreyfus-, se los consideraba un “Estado dentro del Estado”. En Alemania prusiana, se les excluyo del ejército y la administración, de la universidad. En Francia, se denunciaba su control de los hilos del Estado en todos los estamentos.


La actual islamofobia, tiene que ver con la exclusión, propia de la Alemania del siglo XIX. Traverso, denuncia la función de muchos intelectuales, especialmente, a Alain Finkielkraut, su islamofobia. 


—¿Puede trazarse la génesis de la ideología islamófoba? ¿Hay una anticipación estadounidense y una influencia de neoconservadores, como Samuel Huntington, o existe un origen intraeuropeo de la islamofobia?


Traverso cita autores norteamericanos –Huntington, Bernard Lewis, Robert Kagan- para constatar que el islam ha substituido  la la antigua Unión Soviética. El hundimiento del comunismo, ha sido sustituido felizmente, por el islam político. 


Sin embargo, para Traverso existe una diferencia entre los neoconservadores estadounidenses y la vieja Europa. Los prejuicios culturales provienen de Europa. Cita los atentados del 11-S de 2001, pero no encuentra el poso histórico y cultural que podemos rastrear en Europa, debido especialmente, al pasado colonial de los países europeos.


—Pero ¿Cómo explicar el desarrollo de la islamofobia en Europa, que es un fenómeno nuevo? Usted parece sugerir que está desligada del pensamiento neoconservador estadounidense. ¿Cuáles son, entonces, sus causas sociológicas e ideológicas? De hecho, hasta comienzos de este siglo había un racismo antiárabe que, en rigor, no entrañaba una dimensión religiosa…


Si bien,  procesos independientes, puede converger, la clave explicativa del fenómeno en Europa lo encuentra Traverso en que “ a diferencia de los Estados Unidos, en Europa la islamofobia se alimenta del pasado colonial”.


Analizando el caso francés, afirma que la raíz colonial no ha sido integrada en su propia historia. La inmigración proviene de esa raíz colonial, aunque haya autores, es el caso de Gérard Noiriel, subsuman la raíz colonial en la inmigración. Existe un doble rasero en el caso de la inmigración, pues, “En nuestros días los nombres con resonancias italianas, polacas o españolas están fusionados en el conjunto de los apellidos franceses, pero —ya transcurridas cuatro generaciones— uno árabe o africano sigue siendo considerado como “proveniente de la inmigración”. Para estos “eternos” inmigrantes: “Sólo hay ciudadanos franceses de segunda clase.”


                     


Traverso, reprocha a la EU el énfasis puesto en lo étnico en perjuicio de los político, tal como proponía Habermas al hablar del “patriotismo constitucional”. Esta misma idea planea en la tesis de Félix Duque* cuando dice “[España, perderá su propia razón de ser] si opta por encastillarse y, por temor a violentas erupciones terroristas, se niega a escuchar las razones, los deseos, los sueños y frustraciones del otro” (pág.462)  


—La existencia de esa matriz colonial y de su negación por la República Francesa en el plano ideológico ¿no debe ponerse en paralelo con la construcción, en la segunda mitad del siglo XX, de suburbios “reservados” a esta población poscolonial, que como resultado queda relegada social, económica y espacialmente? Además, tan pronto como un sociólogo francés se atreve a hacer la comparación con los guetos estadounidenses (como hizo Didier Lapeyronnie, por ejemplo), todo el mundo arremete contra él como si infringiera un tabú.


La ideología de las clases dirigentes francesas, han establecido la idea de que el islam “no es soluble en la República”. Han creado los medios para que se cumpla esta auto profecía. “Como la inmigración poscolonial es cronológicamente posterior a las grandes oleadas de entreguerras, Noiriel da a entender que podría seguir la misma trayectoria y, al cabo de tres generaciones, no ser ni más ni menos discriminada que las oleadas precedentes; sin embargo, no es así.”. A los musulmanes se les coloca en una situación insostenible, pues, “Debían condenar los atentados como musulmanes y renegar del islam como ciudadanos franceses.” En la misma línea “un musulmán que reconoce el derecho de un dibujante a publicar dibujos blasfemos y simultáneamente declara que los considera chocantes y groseros queda expuesto a las sospechas. Como musulmán, de un modo u otro siempre será cómplice. Esto nos retrotrae a la concepción islamófoba y neocolonial del laicismo de la cual ya hemos hablado.”. Podemos y debemos rechazar los atentados contra Charlie Hebdo, pero también podemos criticarlos por sus dibujos, la crítica no supone respaldar los atentados. 


—Volvamos al antisemitismo y la islamofobia en nuestros días. Por un lado, resulta innegable que el antisemitismo se desarrolla en los medios populares, a través de las teorías conspirativas o la retórica de doble estándar que vemos en los discursos extremistas, como los de Dieudonné o Alain Soral. Por otro, periodistas, intelectuales o políticos situados del lado del poder niegan la realidad y la palabra misma “islamofobia” y defienden de hecho una postura contra el islam. ¿Cómo luchar en los dos frentes?


Esta combinación se va especialmente en Francia. Considera Traverso, que este antisemitismo no tiene las mismas raíces que en el siglo XIX y XX, “una de  las fuentes de ese odio antijudío es el conflicto israelí-palestino.”. Traverso nos recuerda que el antisemitismo del siglo XIX y principios del XX lo lideraba un antisemitismo de Estado. Hoy, el propio Estado los ampara y defiende. 


dijous, 16 de juny del 2022

Reseñas: Las nuevas caras de la derecha (II)

 

2.- Políticas identitarias




La conversación se centra especialmente en Francia. Su pasado colonial y su tradición republicana está generando controversias y paradojas que el autor va desgranando. Así puede decir:

“En términos más generales, la islamofobia nunca es otra cosa que la manifestación actual de la coexistencia histórica de la República y el colonialismo. Todos estos elementos explican el fracaso al cual están condenados los intentos de cerrar el paso al FN, porque se valen de la misma retórica de este”.

Traverso crítica la política inmigratoria de Sarkozy “con la creación del Ministerio de Inmigración e Identidad Nacional, e incluso, más recientemente, con la propuesta de François Hollande de despojar del derecho de ciudadanía a los terroristas. Si todas estas propuestas se inscriben en un marco intelectual, jurídico y político republicano, cuesta ver por qué habría que escandalizarse frente a la postura republicana de Florian Philippot o Marine Le Pen”. 


-A la inversa, en la República Federal de Alemania, los alemanes hicieron una revisión crítica de su pasado y las extremas derechas no tienen tanto alcance como aquí. ¿Ve en eso un vínculo de causa y efecto?

“Creo que hay una relación, aunque no exista determinismo alguno y cada país siga siendo un caso específico. En España, el neofascismo es casi inexistente, y sin embargo la nostalgia del franquismo está muy presente en los estratos más conservadores de la sociedad, que votan por el Partido Popular, un partido de derecha posfranquista que no tiene vínculos con las antiguas organizaciones fascistas, como la Falange española”. España si existe este neofranquismo con el ascenso de Vox. En el caso español existen vasos comunicantes entre las derechas y extremas derechas. Si Vox aumenta su peso electoral es acosta del propio PP y Cs. Se ha querido ver que el ascenso de Vox es producto del miedo visceral al denominado Procés en Cataluña, pero lo cierto es, que los ingredientes estaban allí desde hace mucho tiempo. Si Alemania se hizo autocrítica, en España no sólo no se hace esa crítica de cuarenta años de dictadura sino que Vox lo reivindica y el PP ha sido incapaz hasta la fecha de condenarlo. Lo significativo del caso, es que las derechas reivindican la Constitución y hablan de este “patriotismo constitucional” del que habla Habermas, pero en clave conservadora. La Constitución la utilizan como cierre de cualquier posibilidad de transformación. 

La utilización del discurso xenófobo, sea en caso del FN o Vox, que al decir de Traverso “comportan una dimensión reaccionaria en el sentido propio del término: revelan una debilidad, una falta de autoconfianza, una postura defensiva”.

La globalización, impide los sueños de este posfascismo que imagina naciones homogéneas y reviven un pasado imaginario. Traverso denuncia esa “miopía suicida”: “La inmigración es el porvenir del Viejo Mundo, la condición para evitar su decaimiento demográfico, su decadencia económica, para pagar las jubilaciones de una población que envejece, para abrirse al mundo, para renovar sus culturas y hacerlas dialogar. Todos los analistas hacen esa constatación elemental, pero nuestros políticos no quieren admitirla, en función de ruines cálculos electorales. La crítica ritual contra el “comunitarismo” es apenas un pretexto para afirmar una forma retrógrada de etnocentrismo”. 

Esta visión ideológica del laicismo, orientada contra el islam, pasa por alto el hecho de que ella supone por un lado la neutralidad del Estado, pero por otro, en el caso de cada individuo, el respeto de la libertad de creer o no. ¿Cuál es su posición respecto de esta temática?

Las polémicas que hemos visto sobre la prohibición del burkinis en las playas francesas desatan oleadas de comentarios contradictorios, que el FN utiliza convenientemente. Así Traverso puede decir que “hoy en día la utiliza [laicismo] como un arma de exclusión de minorías a las cuales niega derechos. Hay cierta continuidad en esas posturas de exclusión republicanas y laicas. ¡Con la salvedad de que, en nuestros días, el laicismo apunta a poner en entredicho el carácter plural de la Francia real”. Además, estas cuestiones se mezclan con planteamientos feministas que abogan por la prohibición del velo, en nombre de la libertad personal y religiosa, pero que según Traverso hacen un flaco favor a la causa del laicismo, “no podemos más que reconocer una convergencia objetiva bastante perturbadora entre esa forma de “laicidad” y cierto feminismo islamófobo, de Elisabeth Badinter a Caroline Fourest”. Hay al parecer de Traverso una confluencia perniciosa entre feminismo y etnocentrismo, así como una demostración que la etapa colonial no fue cerrada de manera conveniente. Así que las mujeres que llevan velo, serían objeto de una triple servidumbre: Por ser mujeres, por ser indígenas y por ser musulmanas. 

Sin embargo, el problema es mucho más complejo como reconoce Traverso: “Muchas investigaciones han demostrado que el uso del velo o fular islámico responde a una multiplicidad de decisiones que, sin duda, no pueden atribuirse exclusivamente a la dominación masculina. Al expresarse al respecto, muchas musulmanas (con velo o no) han reconocido la heterogeneidad del fenómeno. (...) Y aun al postular de manera unívoca su carácter patriarcal, la idea de combatirlo a través de medidas represivas y legales —como la prohibición de los cultos en la ex Unión Soviética— me parece contraproducente.” 

Las múltiples caras de estos procesos contradictorios se plasmaron después de los atentados de Charlie Hebdo. Todos se sumaron a la manifestación. Sin embargo, no todos defendían los mismo. Hasta el propio Mariano Rajoy se desplazo a la capital francesa para asistir a la manifestación. También estaba el FN. Traverso pone un pero a esas unanimidades ficticias: “En Irán, un dibujante satírico se expone a riesgos —que a menudo paga muy caros— si reivindica una libertad que se le niega bajo un régimen de opresión. En Francia o en Dinamarca hay caricaturistas que aprovechan su libertad para burlarse de quienes son objeto de exclusión. En eso vemos una diferencia fundamental”. 


-El tema de la identidad suscita una gran hostilidad en casi todo el tablero político, como si la identidad apuntara a suprimir la cuestión social. Sin embargo, ¿las cosas no pueden verse de otra manera y considerarse que la identidad (el género, la “raza”) se combina con lo social? Lo que la feminista estadounidense Kimberlé Crenshaw llama “interseccionalidad”. 

Reconoce la existencia de que la “cuestión social y la cuestión racial están profundamente imbricadas”. Habla en contexto estadounidense. Habla del origen de esta idea de identidad que se formó primero en EEUU. El movimiento de derechos civiles puso las bases para que otros grupos reivindicasen sus propios derechos. En Europa, la izquierda  no ha sabio gestionar género, raza y religión. El concepto de clase, cuyo origen se debe a una raíz económica no permitía vislumbrar lo que se escondía con dicho concepto. Así, la New Left estadounidense, por su parte, postuló muy tempranamente la idea de una articulación no jerarquizada entre esos distintos componentes, sin reducirlos a meros corolarios de la identidad de clase. La derecha radical, en cambio, propone una fuerte articulación entre cuestión social e identidad: el discurso del FN denuncia las desigualdades sociales de la manera más audible (y clara) y propone a la vez una respuesta reaccionaria: la defensa de los “blancos humildes”. Esta defensa del FN de los “blancos humildes” permitió fagocitar una parte del electorado comunista, cuando el comunismo se hundió. El FN ha sido capaz de difuminar su xenofobia y su reivindicación imaginaria de los “blancos humildes”.

En la actualidad, “el resorte fundamental del discurso identitario de derecha resulta análogo: defender la identidad significa salir de la Unión Europea para volver a las monedas y las antiguas soberanías nacionales, expulsar a los inmigrantes para sentirse de nuevo en casa, recuperar una mítica armonía nacional contra la globalización, etc.”. Detrás de la idea de identidad se esconde: “(...) la derecha cuando habla de identidad es en realidad la identificación, es decir, las políticas de control social establecidas desde el siglo XIX en Europa: control de los flujos de poblaciones y migraciones internas, fichaje de los extranjeros, los delincuentes, los subversivos. La invención de los documentos de identidad obedece más a esa inquietud de control que a un reconocimiento de la ciudadanía como conquista de derechos jurídico-políticos”. Traverso llama la atención sobre lo problemático del concepto de identidad, pues, “se presta a cualquier tipo de uso”. Utiliza la tipología de Paul Ricoeur, sobre mismidad y la ipsidad, la primera remita a instancias biológicas, está es al decir de Traverso, la identidad que piensa el FN, una esencia eterna de lo francés. La ipsidad, tiene carácter reflexivo, esta identidad es una construcción social y biográfica, “es subjetiva, abierta y pasible (sic) de transformaciones”. Por último, la ciudadanía, que pertenece al ámbito de la comunidad política y “funda una concepción fructífera del laicismo, porque implica el pluralismo cultural y religioso”. 


dimecres, 15 de juny del 2022

Reseñas: Las nuevas caras de la derecha (I)

Enzo Traverso:  “Las nuevas caras de la derecha. Conversaciones con Régis Meyran”, Trad.Horacio Pons, Siglo XXI, Buenos Aires, 2018. 




En el prefacio a la edición castellana, Enzo Traverso pone el acento en un concepto que aparece continuamente en la entrevista:

Tanto Alternativa para Alemania como la extrema derecha austríaca, el Partido de la Libertad [Freiheitliche Partei Österreichs, FPÖ], exhiben todos los rasgos del “posfascismo” que se discute en estas páginas: una mezcla de autoritarismo, nacionalismo, conservadurismo, populismo, xenofobia, islamofobia y desprecio del pluralismo. Estos partidos ya no son fascistas —surgieron luego de la consumación de la secuencia histórica de los fascismos clásicos—, pero sería imposible definirlos sin relacionarlos con el fascismo, una experiencia que marcó la historia del siglo XX y quedó grabada en nuestra memoria histórica.”

El “posfascismo” es un concepto difuso al haber una mezcla de autoritarismo, nacionalismo, conservadurismo, populismo, xenofobia, islamofobia y desprecio del pluralismo”. A lo largo de la entrevista se hace hincapié en estas cuestiones.

¿Cómo enfrentarse a este nuevo desafío que propone el posfascismo? La respuesta  que nos da es la siguiente: 

“(...) sería un populismo de izquierda, ni xenófobo ni regresivo; un populismo que defendiera el bien común contra los privilegios de una élite voraz que ha remodelado el mundo a su imagen; un populismo capaz de defender las culturas nacionales para integrarlas al vasto mundo en vez de levantar muros.”

Como el tiempo es un disolvente extraordinario, el prefacio se escribió en diciembre de 2017, antes de la pandemia, y de todo lo que vino después, se habla de Podemos y España como “laboratorio para las izquierdas europeas”. Hace una afirmación acerca de la inexistencia de la extrema derecha que ya en el 2017 había dejado de ser cierta y que con el paso del tiempo, España se ha incorporado al club selecto de los países europeos donde partidos de extrema derecha como VOX aspiran a gobernar sea en solitario o en coalición.

En el Prologo de Régis Meyran, que es quien hace las preguntas en la conversación con Treverso, nos marca el terreno de juego de esas conversaciones.


1.-Del fascismo al posfascismo


El nuevo populismo de derechas, es denominado por Traverso “posfacistas”, existe una matriz histórica, pero lo tiempos han cambiado, en el nuevo paraíso neoliberal, el “posfascismo es el síntoma de un sistema político tambaleante, en el cual, carentes ya de base social, los partidos, desde los de la derecha hasta los de la extrema izquierda, se entregan a nuevas formas de comunicación que los hacen abandonar su línea tradicional.” 

La historia, sus consecuencias, sus derivadas no siempre previstas, casi nunca lo es, permite mirar el pasado para intentar comprender el presente, pero el nuevo marco es inédito porque vivimos en un marco global. La globalización ha alterado los parámetros del siglo XX. Todo tiene un aire de familia, pero los fenómenos actuales no son meras repeticiones del fascismo de los años 30 del siglo pasado. 

Las ideologías del pasado – fascismo, comunismo- se han esfumado, pero como si de un retorno de lo reprimido vuelven a la actualidad, pero con mutaciones importantes que hace que los antiguos conceptos sean insuficientes o ineficaces para explicar el presente. El texto, habla con mucho detalle del Frente Nacional de Marie Le Pen. Un partido que ha sabido aglutinar a antiguos comunistas, así como una constelación de conservadores y extremistas de derechas, haciéndolos respetables. Otro tanto podríamos de decir de Vox en España. 

El PP tenía en su seno esos grupúsculos franquistas enquistados en sus filas, no en vano la matriz del PP era Alianza Popular, que era la reserva del franquismo, para atravesar la nueva etapa que supuso la muerte del dictador y el inicio de la Transición y posterior Democracia. 

Una característica de esta nueva situación –globalización- es el declive de las ideologías colonizada por una dogma sagrado: el mercado global. Neoliberalismo, pensamiento único. No hay más horizonte que hacerse rico, y sino lo consigues, es solamente culpa tuya. El individuo es exaltado y desconectado de lo social. Una contradicción o paradoja en la que vivimos inmersos en un mundo incierto, sin expectativas, reactivo a la siguiente crisis climática, energética, pandémica –el texto no podía prever las consecuencias catastróficas-, de horizontes de emancipación.

Curiosamente, mientras que en ese clima  poco propenso para las utopías, la extrema derecha o posfacismo, parece que se desenvuelve como pez en el agua. La política de la extrema derecha se alimenta del miedo, de la falta de futuro, de un horizonte demasiado grande para los ciudadanos que descreídos de las instituciones que deberían haberlo protegido, lo han dejado a la intemperie. Es en ese nicho eco-político donde los resultados del posfacismo ha ido experimentando un crecimiento sorprendente.