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dilluns, 30 de setembre del 2024
Israel s'ha convertit en el golem!
dimecres, 31 de juliol del 2024
dimarts, 2 de gener del 2024
Israel mata el número 2 de Hamàs desprès d'assassinar a 22.185 palestins!
dilluns, 2 de gener del 2023
Reseña: El naufragio de las civilizaciones (II)
I.- Un paraíso en llamas
“Nací en Beirut, el 25 de febrero de 1949. La noticia la dieron el día siguiente mismo, como se hacía en algunas ocasiones, en un suelto del periódico en que trabajaba mi padre. “El niño y la madre gozan de buena salud” (pág.24).
“Egipto, patria adoptiva de mi familia materna, estaba en ebullición. El 12 de febrero, dos semanas antes de nacer yo, habían asesinado a Hassan al-Banna, fundador de los Hermanos Musulmanes.” (pág.24)
“Su asesinato era la respuesta al del jefe de gobierno egipcio Nokrachi Pachá, a quien había matado un Hermano Musulmán mes y medio antes, el 28 de diciembre. (…) Un asesinato perpetrado a su vez como reacción a la decisión adoptada por el gobierno, el 8 de diciembre, de disolver la Hermandad.” (pág.25)
“Ese enfrentamiento –Gobierno y la Hermandad- empezó en Egipto el siglo pasado, en la década de 1920, y acabó por tener repercusiones en el mundo entero, desde el Sahara hasta el Cáucaso y desde las montañas de Afganistán hasta las torres gemelas neoyorquinas, que atacó y destruyó el 11 de septiembre de 2001 un comando suicida al mando de un militante islamista egipcio” (pág.25). Este fragmento, permite comprender que cualquier acontecimiento, por insignificante que pueda parecer en el momento de su aparición, puede generar derivadas que nadie puede prever, dando lugar a un cisne negro –Nassim Nicholas Taleb- es decir, un acontecimiento altamente improbable, que escapa por completo, a las previsiones de las sociedades. ¿Estamos incubando nuevos cisnes negros?
Esto significa, que no existe leyes inmutables de orden causal, que haga que “cuando la flecha está en el arco, tiene que partir” (Sánchez Ferlosio), ni una fatalidad o destino que haga inútil cualquier intento para impedir lo que acaba por suceder. La complejidad de las sociedades actuales, impide cualquier prognosis sobre el futuro. Sin embargo, nuestro comportamiento tiende a eliminar aquello que no podemos anticipar y echar mano de recetas antiguas para actuar sobre los nuevos, generando, inevitablemente, errores y fracasos, pues, no existen sucesos que se repitan en una espiral o ciclos históricos. Cualquier acontecimiento en la actualidad, comporta derivadas de todo orden, que no es posible, sin más, despacharlas como una nueva versión de lo antiguo.
El autor narra las vicisitudes de sus abuelos entre el Líbano y Egipto. Destaca un hecho singular. Así, puede decir, “Mientras que en el valle del Nilo había otros alimentos. En música, en literatura y en otras muchas artes se estaban asistiendo a una auténtica plétora en la que los inmigrados de cualquiera orígenes y confesiones se sentían invitados a participar con tanto derecho como la población local.” (pág.29). Subrayo en cursiva, el talente existente en ese “Levante” que pudo llegar a ser y que no fue.
El autor enuncia algunos nombres de ese panorama artístico e intelectual. Umma Kalzum “cantaba los runaiyat de Omar Jayam y la inolvidable Asmahan, emigrante siria, celebraba Las dulces noches de Viena, Leila Mourad (cuyo apellido paterno era Assouline), heredera de una larga tradición de músicos judíos, hacía estremecerse las salas con sus canciones de culto, que decía: Mi única guía es mi corazón”. (pág.29) Nombra a Claude François, que “escribiera inicialmente”, My Way, tema mítico de Sinatra, François era “un francés de Egipto” (pág.29), Paul Anka, la popularizase, en Estados Unidos, siendo el propio Paul Anka, un norteamericano de “origen sirio-libanés” (pág.30). Otros nombres, Dalida, Moustaki, Guy Béart, también habían nacido en Egipto. El poeta Guiseppe Ungaretti, había nacido en Alejandría (1888).
Nombres como Ahmed Chawqi, “el príncipe de los poetas” (pág.30) era un faro de ese Egipto que acabó por desaparecer. Dice Maalaouf, “Cuando estoy en Roma, voy a veces a los jardines de la Villa Borghese, donde se alza una estatua del poeta egipcio, con corbata de pajarita, una rosa entre los dedos y la cabeza levemente echada hacia atrás como en los recuerdos de mi padres”. (pág.31)