dissabte, 23 de gener del 2021

Reseña: Tumulto

 Hans Magnus Enzensberger, Tumulto. Trad. Richard Gross, Malpaso. Barcelona, 2015. 249 páginas. 18,50 euros. Digital: 6,64 euros.




El libro es un repaso a la época dorada de la revolución del 68. Enzensberg nos cuenta que siempre que sucedía algo “revolucionario” se encontraba en la otra parte del mundo. Una de sincronía crónica le permite repasar desde una perspectiva irónica lo que movía a la juventud “revolucionaria” de Europa occidental. 

Rusia y La Habana se llevan el peso de la narración. Desengaño de una revolución que acaba convirtiéndose en pesadillas. El libro es un recorrido global donde el autor ha visitado en calidad de escritor “comprometido” y amigo. 

No hay un amargo pesar por el pasado. Lo asume con deportividad, incluso con ironía y humor. Nos explica historias de sus estancial “oficial” a Rusia, donde conoce y se enamora de Masha.  El viaje lo lleva acabo a propósito de un encuentro con escritores de diferentes países. 

Retrata a un buen ramillete de escritores, no exentos de crítica.  La ocasión para conocer a todos esos escritores fue el encuentro en Rusia en 1963. Allí estaban: “ Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, Nathalie Sarraute, Angus Wilson, William Golding, Giuseppe Ungaretti y Hans Werner Richter, mientras que por el bando oriental se presentaban Mijaíl Shólojov, Iliá Ehrenburg, Konstantín Fedin, Aleksandr Tvardovski, Yevgueni Yevtushenko, el polaco Jerzy Putrament y el húngaro Tibor Déry.” (pág.7) La razón de su elección nos la explica con ironía y humor: “ El tema oficial de los debates no era nada comprometedor: «Problemas de la novela contemporánea». ¿Entonces por qué yo, que nunca había escrito una novela? Creo que fue sobre todo mi fecha de nacimiento lo que inclinó a mi favor el fiel de la balanza. Se podía estar seguro de que no cabía esperar de mí ningún detalle desagradable de la época nazi “ (pág.8). 

En 1966, volvió a Rusia otra vez invitado por la Unión de Escritores. A la sazón gobernaba Brézhnev, y el tímido deshielo de la etapa anterior, Jruschov, había desaparecido. A los escritores extranjeros, los tienen catalogados no tanto por su literatura, como por sus opiniones sobre Rusia. En este viaje, se reencuentra con escritores de su anterior viaje, y a otros nuevos, como Yevgueni Yevtushenk, la nueva estrella en el panorama literario moscovita, Abe Kōbō, de Japón, Margarita Aligier, madre de Masha. Explica el itinerario a lo largo y ancho de Rusia. Ahí diferentes Posdatas que resumen la peripecia vital de algunos amigos y sus tristes finales.

En 2015, Enzensberger tiene 85 años. Ahora de ajustar cuentas con su propio pasado. La recopilación de datos es asistemática y podríamos decir, caótica. Pero, la memoria es la que es, nos dice el propio autor. ¿Se puede ser “revolucionario”, hoy? Esa es la pregunta clave. La respuesta ya la sabemos, pues, como dijo Marx en “El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra como farsa “ (pág.11). Las narraciones de finales de los 60 y 70 son precisamente, eso, farsas. A la izquierda, hoy prácticamente inexistente, necesita, reflexionar sobre su propia trayectoria y repensar cómo se puede incidir en una sociedad global y una ideología –neoliberal- que lo inunda e impregna todo. 

Especialmente interesante, es el retrato de Ulrike Meinhorf. Dice de ella: “El pacifismo, el trabajo social, la agitación, la propaganda política… ninguno de esos ejercicios de penitencia la convencía. (...)Cuando prendieron fuego a los primeros coches, no hubo más que algún eco testimonial en los periódicos. Esas acciones sólo parecían destinadas a conquistar las portadas de la prensa sensacionalista. Ulrike Meinhof se implicó en el absurdo debate sobre la violencia que en aquel momento sacudía los ánimos. ¿Violencia contra los objetos o contra las personas? 

“Luego, una tarde de mayo de 1970, se presentaron en mi casa de Friedenau, de improviso, cuatro personas exhaustas: Ulrike, Gudrun Ensslin, Andreas Baader y otro que no recuerdo. Venían directamente de Dahlem, donde a Baader, quien cumplía condena por delito de incendio, lo liberaron por medio de la fuerza durante la hora del paseo en el patio. Comprendí que estaban huyendo, pero no sospechaba la que habían hecho. Sólo más tarde supe que habían herido gravemente a un bibliotecario con el agorero nombre de Linke [Izquierdo]. 

“Deduzco de ese episodio que la RAF nació por error. El único objetivo de su primera operación consistía en ahorrarle a un cómplice dos años de cárcel. No hubo ni un atisbo de reflexión política ni de estrategia para la actuación ulterior. Fue así como los delincuentes se metieron en un callejón sin salida. Una vez en la ilegalidad, no tenían más remedio que buscar pisos francos, lograr dinero atracando bancos e inventar razones ideológicas para justificar sus actos. El mundo exterior ya no contaba. (...)

“Más tarde, Ulrike Meinhof me hizo llegar, a través de terceras personas, un mensaje desde la clandestinidad. (…) Me citaba para comunicarme las órdenes del día impartidas por su grupúsculo, que en un ejemplo de modestia ahora se llamaba Fracción del Ejército Rojo. Estaba también Gudrun Ensslin, hija de un pastor protestante y convertida en fetichista de las armas y la indumentaria. El jefe indiscutido de aquel ejército de espectros era el abominable Andreas Baader, un chorizo fugitivo que había trabajado de modelo para una revista gay y que, aparte de ser amante de sí mismo, sentía pasión por los coches rápidos. Las mujeres se le sometieron incondicionalmente. Las trataba como un chulo. Ulrike, en tono desesperado, hablaba de tumbar el «sistema» por la fuerza. Le dije que yo no apreciaba mucho tales fantasmagorías. Baader dictó sentencia. Se me tachó, por voto unánime, de cobarde por negarme a participar en sus pruebas de valentía. No les dije que treinta años atrás un jefecillo de bandera de las Juventudes Hitlerianas me había dirigido órdenes similares exigiéndome saltar de una alta tapia para demostrarle que no era un miedica. No me pareció convincente.”

“Hasta su suicidio no volví a saber de la lamentable Ulrike Meinhof. Del resto se encargaron la Justicia y la policía, los medios de comunicación y los servicios de inteligencia.” (págs. 165-167)

He ahí un retrato sobrio y distante de un grupúsculo que en su delirio, se creían, portadores del mensaje revolucionario. El abismo entre el principio de realidad y los delirios de un grupo terrorista que cree que puede imponer sus propias ideas, acabó como todo el mundo sabe. La lucha armada se extendió en Europa, ETA, en España, las Brigadas Rojas en Italia, IRA en Irlanda del Norte. Hoy sabemos el precio que se pago por tanto delirio y mal juicio de una parte de la izquierda. ¿Acaso la derecha siempre ha estado en el lado bueno? La respuesta, naturalmente, es que no. 

Enzenberg, ha hablado con casi todos lo que tenían que decir algo, y sus acerados comentarios contextualizan lo que los lectores de estos autores nos permite hacernos una composición de lugar. Así, por ejemplo, “Visito a Herbert Marcuse, que pasa sus vacaciones en el hotel Kronenhof de Pontresina. Es un lugar como inventado por Dürrenmatt, lleno de rododendros, camareras exuberantes y relojes de cuco. Con su actitud propia de la alta burguesía el filósofo encaja bastante bien en el ambiente. El lujo suizo es, como siempre, sencillo, sólido e inexorable. (...)Nuestra conversación revela que, alejado de cualquier oportunismo, mantiene sus ideas con simpático empecinamiento. En definitiva, éstas pueden derivarse de las tradiciones del idealismo alemán. Su desconfianza hacia la gente común no tiene límite. La palabra «proletariado» sólo la pronuncia con comillas de ironía.  El hombre que hace ya treinta años se refirió al carácter represivo de la cultura mantiene una fe en el arte que se me antoja peregrina. En el Fausto, dice, hay más potencial revolucionario que en todos los grupos de cuadros del mundo occidental. Es posible que tenga razón. Pero su tozudez me provoca hasta el punto de que al final me transformo en un tímido Lenin que defiende la dictadura del proletariado contra el dominio de los filósofos propugnado por Platón. Así, en medio de los Alpes excelsos, los dos acabamos en el barco equivocado.” (pág.189)

La percepción de lo que ha sido la izquierda, le permite hacer afirmaciones de alguien que también ha estado en todos los lados: “ La gente de izquierdas, en su condición actual, es tan sierva de sus dogmas que prefiere negar la evidencia más simple antes que echar sus ideas fijas a la papelera. A veces la liberación viene encorsetada.” (pág.190)

Cuba vuelve a estar en el centro del epicentro, ahora en 1971, Herberto Padilla es arrestado en marzo, la presión internacional, con manifiestos firmados por buena  de escritores de todos los colores, desde Sartre, Cortazar, Calvino, Carlos Fuentes, Marguerite Duras, Juan y Luis Goytisolo, Alberto Moravia, Jorge Semprún, Susang Sontag, Passolini, Rulfo y Mario Vargas Llosa, incluido el propio autor del texto. Fidel Castro  montó en cólera afirmando que “intelectuales burgueses a los que Cuba negará de forma definitiva y perpetua la entrada al país.” (pág.191).

Problablemente, la idea más memorable, sea la siguiente: “ De un paraíso se debe exigir que uno pueda abandonarlo cuando se ha hartado de él. Eso también es válido para los paraísos políticos de la índole de aquellos que auguraba el comunismo.” (pág.193).

Termino, el libro es un ajuste de cuentas con una época que quería ser libre, y que andando el tiempo, acabo convirtiéndose en conservadora, hoy, la socialdemocracia, se bate en retirada, ante el impulso de una derecha que no tiene empacho de reivindicar sus propias raíces, el fascismo. Así, que entre el fuego y las brasas, nos encontramos ahora mismo. 


divendres, 22 de gener del 2021

Reseña: Un abismo en el cielo

 Un abismo en el cielo (A Deepness in the Sky), obra de Vernon Vinge, Trad. Pedro Jorge Romero, Col. Nova 152, Ediciones B, Barcelona, 2002. 




La novela ha obtenido todos los premios de la SF, Hugo, John Campbell Memorial y Prometheus del año 2000. La novela es ambiciosa y la trama es compleja. La historia no se deja resumir fácilmente, excepto, si reducimos al máximo, las complejas relaciones que existen. Una estrella On/Off que no se comporta de manera natural, produciendo apagados y encendidos, de ahí su nombre. Un planeta Arachna, donde habitan seres inteligentes que desde la perspectiva humana, se asemejan a las arañas. Dos expediciones humanas que llevan en sí mismas diferentes planes para la exploración del planeta, los Qeng Ho y los Emergentes.

Como toda novela que se precie, requiere verosimilitud para que la historia tenga sentido y consistencia. Por eso, las tramas de los diferentes personajes y grupos son descritos con cierta precisión y agudeza de análisis. Los Qeng Ho, son comerciantes de la galaxia, su interés es comerciar con cualquier grupo humano y ahora en Arachna, con posibles criaturas extraterrestres. El temporal que Vinge nos propone es suficientemente lejano, 10.000 años en nuestro desarrollo. La Tierra es ya la vieja Tierra, se han colonizado otros planetas y estrellas, sin embargo, no hay nada parecido a viajes instantáneos a lo largo del espacio, pues, el límite de la velocidad de la luz, sigue siendo un muro infranqueable. Las naves que viajan a lo largo de siglos, requiere mantener a las tripulaciones, largo tiempo dormidas. 

Uno de los personajes clave –Pham Trinli- explica su larga vida y las enseñanzas que le ha proporcionado, para ofrecer una interesante reflexión:

—Aquí en Namqem, hemos roto la rueda de la historia. En un millar de mundos, la humanidad ha luchado y luchado, y casi se ha extinguido. Lo único que salva a la especie es el tiempo y la distancia… y hasta ahora también la había condenado a repetir sus fracasos.

—Las viejas verdades siguen siendo válidas: sin el apoyo de una civilización, ningún grupo aislado de naves y humanos puede reconstruir el núcleo de una tecnología. Pero al mismo tiempo: sin ayuda del exterior, ninguna civilización sésil puede persistir.” (pág.494)

¿Qué la humanidad haya podido sobrevivir, sería una buena noticia, pero, los instintos humanos no se han esfumado. Hay personajes centrales en una novela coral, especialmente, Pham (Nuwen) Trinli,  los Qeng Ho, son, si es que tiene algún sentidos decirlo, de origen asiático, sea lo que sea ese término anacrónico en ese futuro tan lejano. Viajan en naves enormes con una gran tecnología, nadie duda que en el futuro, la tecnología aún tenga mayor peso que en la actualidad. El problema es naturalmente, los propios límites del conocimiento. Los Qeng Ho, no les interesa la guerra, especialmente, lo que quieren son socios comerciales. Muchos filósofos han visto en el comercio, una vía para la civilización de las sociedades. El otro grupo humano que también llega a OnOff, son lo Emergentes. Un grupo que en comparación son más políticos, que utilizan la tecnología para sus propios fines que no es otro que la conquista. Esa conquista tiene una pieza clave de su capacidad para gobernar a los conquistados, es el Enfoque. Utilizan un arma biológica, la psicorrosión, que altera la bioquímica del cerebro, quedando el sujeto expuesto al virus, a merced de los Emergentes. 

“¿Conoces las células gliales? De hecho, hay más de esas en tu cerebro que neuronas. En cualquier caso, la psicorrosión emplea las gliales como una especie de caldo, las infecta casi todas. Después de cuatro días más o menos…

—… ¿Tienes un cabezahueca?

—No. Tienes la materia prima para un cabezahueca; muchos de los Qeng Ho acabasteis en ese estado… Desenfocados, perfectamente saludables, pero con la infección permanentemente establecida. En esas personas, cada neurona del cerebro está adyacente a células infectadas. Y cada célula con psicorrosión posee un menú de neuroactivos que puede segregar(…).” (pág.292)

La alteración crea un efecto feliz para los conquistadores. El sujeto expuesto a la psicorrosión, es puesto a trabajar en una determinada área de conocimiento o trabajo, y se convierte en esclavo de esa área, sólo está interesado en su trabajo desconectando de su anterior personalidad. Son los esclavos ideales –cabezahuecas- para los fines militaristas de los Emergentes. 

“Mira, para nosotros los Emergentes, los cabezahuecas son la siguiente capa de sistema por encima del software. Pueden aplicar inteligencia humana, pero con la persistencia y paciencia de una máquina. Y es por eso que los especialistas no Enfocados, especialmente técnicos como yo, son importantes. El Enfoque es inútil a menos que haya gente normal para dirigirlo y encontrar el equilibro de hardware, software y Enfoque. Hecho correctamente, la combinación está mucho más allá de lo que los Qeng Ho hayáis conseguido.” (Pág.289-290)

El encuentro entre ambos grupos en las mediaciones de On Off que tiene un período de 250 años para apagarse otros 215, acabará en guerra. Momentáneamente, los Emergentes salen victoriosos gracias a la psicorrosión.

Las arañas, que el autor, es capaz de humanizar, al darles nombres vagamente humanos, permite adentrarnos en su mundo. Ver como progresan tecnológicamente, ser capaces de superar sus propias tradiciones y leyes, para llegar a los límites, que supone vivir en la oscuridad, cosa que anteriormente, las arañas quedaban en suspenso hasta la siguiente eclosión de OnOff.  También su mundo sufrirá el encuentro con extraterrestre que pondrán en cuestión todas las ideas y esquemas de las arañas, que con el paso de las generaciones, van adquiriendo tecnología que les permitirá destruirse a ellas mismas en una analogía con nuestro mundo.  Lo desconocido se conoce a través de lo conocido, al menos en un primer momento. El desenlace de la obra es tal vez demasiado previsible, pero aún así, hay la suficiente carga emocional e intriga para leer las cerca de 763 páginas de esta magna obra. ¡No se la pierdan! (Si eres del clan de los amantes de la ciencia ficción)


dijous, 21 de gener del 2021

Hi haurà pau per les bones persones?

 L'article de Ingrid Guardiola, El búnker de Trump, (Ara.cat, 20/1/21), un article excel•lent, tracta d’una imatge, el búnker de la Casa Blanca, on Trump i els seus, observen amb la tranquil•litat que dona estar a un lloc inabastable, com els seus seguidors més radicals, pujant les escales del Capitoli. Aquest búnker és va fer servir, arran les manifestacions massives per la mort de George Floyd (2020).



La paraula clau que utilitza com desllorigador de tot l’afer, és la ira. Ira d’una ciutadania, què ben mirat, no es tan diferent a nosaltres, diu l’autora del article. Cal recordar que setanta milions de nord-americans l’han votat. I no potser que tots estiguin abduïts per Trump. Llavors, què ha fet Trump? Posar l’accent amb la ira de la gent que se sent exclosa, què ja no ocupa el lloc, que creu que li pertoca. És evident que Trump, pertany a l’elit que ha fet possible que les classes mitjanes estiguin  perden l’estatut que havien tingut. Ell, ha sàpigut parlar –en les mentides que calgués- els ulls de la gent. És l’estratègia clàssica del venedor de sempre, fer confiança. Potser quant surts del concessionari, el teu cotxe s’espatlli, i ells és farà creus del què ha passat. Sempre podrà culpar els coreans, japonesos, alemanys, etc. Sempre  hi ha algú per carregar-li les culpes.




El búnker, en les seves pantalles gegants, retransmetien l’assalt al Capitoli, tant a prop i tan lluny. Diu l’articulista, que El món s’assembla més al seu búnquer que al Capitoli. La imatge, és força interessant i sobretot, inquietant, puix, vol dir, què la democràcia, llavors ja no és juga a on tothom està –Capitoli-, sinó amagats de tothom, per dirigir, els destins de la resta dels mortals.


dimecres, 20 de gener del 2021

Gerontocracia americana

 

WOKE






Mañana será un gran día para Joe Biden y Kamala Harris. Un nuevo inquilino de la Casa Blanca accede a su ala oeste. El anterior inquilino se va dejando un auténtico pandemónium. Trump lega unos EUA en situación delicada. El asalto al Capitolio el 6 de enero supuso un hito histórico en los EEUU. Se va con una cólera digna de mejor causa. Sus simpatizantes, como de una secta se tratara, se sienten huérfanos de liderazgo. Una persona de la tercera edad -eufemismo donde los haya- es sustituido por otro aún más mayor (78 años). Es cierto, que la edad está en el cerebro, en sus ganas de vivir y no en la partida de nacimiento. Se ha demostrado con Trump que la edad no te convierte en sabio. No se espera que sea Biden un sabio. Tiene por delante un enorme reto: controlar la pandemia que se ha llevado cerca de 400.000 conciudadanos, una economía que necesita reactivación, ha prometido inyectar 1,8 billones de dólares, reactivar la política exterior que en la etapa anterior, rompió lazos con instituciones internacionales, y sobre todo, recomponer una sociedad dividida y polarizada, donde pobreza y racismo son dos motores para refrenar cualquier iniciativa. No hay que olvidar que los republicanos, harán lo imposible para obstaculizar  cualquier medida que la nueva Administración ponga en marcha. Paul Krugman enfatiza esta idea: " Regla 4: No cuenten que los republicanos ayuden a gobernar". Como súbditos que somos, rogaríamos que el nuevo Presidente sea  sólo un poco mejor que el anterior.






Adiós, Trump...