"La sentència que condemna a nou anys de presó per abusos
els cinc membres de 'la manada' acusats de violar una noia de 18 anys en un
portal durant els Sanfermines del 2016 compta amb un vot particular d'un dels
tres magistrats del tribunal, que era partidari d'absoldre els homes de tots
els delictes, excepte del de robar el mòbil de la jove. La condemna finalment
imposada és molt inferior als fins a 25 anys de presó que demanaven la fiscalia
i les acusacions particulars i populars. Aquestes últimes ja han dit que
recorreran la sentència."(Ara.cat. MONTSE
RIART Barcelona )
¿Cómo es
posible este tipo de sentencias? La respuesta es que la víctima es mujer. Así
de lamentable y miserable. Los jueces no son lo que uno imagina, alguien
imparcial, sereno, que estudia a fondo la causa, que escucha a la víctima, a la
defensa, las pruebas y posteriormente analiza todas circunstancias para emitir
un veredicto. ¿No se escuchó a la víctima? Si hubiera sido una mujer del cuerpo
de la guardia civil, ¿el trato sería idéntico?
La
violencia machista o de género ha causa y causa estragos, como las víctimas
corresponden a las mujeres, al parecer no es un asunto prioritario. Hablar de
abuso, es una escarnio a la víctima. El voto particular, pretende que sólo se
condenará a esos delincuentes sexuales, por robar un móvil. ¿Qué clase de
sentencia es está? Desgraciadamente, la violencia contra las mujeres, no es violencia,
siempre hay quien sale en defensa de esos salvajes, para decir que fueron ellas
quienes se lo buscaron. La sociedad española, parece inmune a las cifras que son
escalofriantes, desde el 2003 hasta el 2017, se ha llevado la vida a 917
personas (mujeres y niños) a causa de la violencia de género. Estas cifras son
infinitamente superiores a los asesinatos de ETA, y la respuesta de uno y otro
problema ha sido diametralmente opuesta.
El gobierno de turno, parece
impasible ante la sangría de esa violencia de género que parece circunscribirse
al ámbito de la familia o en la esfera civil, mientras que la violencia
terrorista, se ha puesto, interesadamente, como problema de Estado. Las comparaciones
son odiosas, porque en ambos casos, supone muertes violentas, pero a unas se
las considera cuestión de Estado, mientras que las otras se las relega al
ámbito doméstico.
Si la violencia de género,
culmina con la muerte, en el camino hasta llegar a ese episodio, hay estaciones
intermedias de violencia. Los delitos contra la libertad sexual, son esas
etapas intermedias, y las estadísticas, son elocuentes, en el año 2016, hubo 7240
delitos contra la libertad sexual, en el 2011, hubo 7423, en los años
intermedios 6787, en el 2013, por ejemplo.
Estas cifras no expresan el
drama y el dolor de las víctimas –mujeres y hombres-, a pesar de los mensajes
institucionales, las mujeres siguen siendo a ojos de muchos, y al parecer de
los Magistrados que han dictado Sentencia, meros objetos que se les puede hacer
cualquier cosa. Sentencias como está tienen efectos devastadores en las víctimas y sus
familias. Desmoralizan a los que luchan contra este problema y genera la
sensación de impunidad.