dijous, 26 d’abril del 2018

La justicia jalea a la manada


"La sentència que condemna a nou anys de presó per abusos els cinc membres de 'la manada' acusats de violar una noia de 18 anys en un portal durant els Sanfermines del 2016 compta amb un vot particular d'un dels tres magistrats del tribunal, que era partidari d'absoldre els homes de tots els delictes, excepte del de robar el mòbil de la jove. La condemna finalment imposada és molt inferior als fins a 25 anys de presó que demanaven la fiscalia i les acusacions particulars i populars. Aquestes últimes ja han dit que recorreran la sentència."(Ara.cat. MONTSE RIART Barcelona )

¿Cómo es posible este tipo de sentencias? La respuesta es que la víctima es mujer. Así de lamentable y miserable. Los jueces no son lo que uno imagina, alguien imparcial, sereno, que estudia a fondo la causa, que escucha a la víctima, a la defensa, las pruebas y posteriormente analiza todas circunstancias para emitir un veredicto. ¿No se escuchó a la víctima? Si hubiera sido una mujer del cuerpo de la guardia civil, ¿el trato sería idéntico?

                             

La violencia machista o de género ha causa y causa estragos, como las víctimas corresponden a las mujeres, al parecer no es un asunto prioritario. Hablar de abuso, es una escarnio a la víctima. El voto particular, pretende que sólo se condenará a esos delincuentes sexuales, por robar un móvil. ¿Qué clase de sentencia es está? Desgraciadamente, la violencia contra las mujeres, no es violencia, siempre hay quien sale en defensa de esos salvajes, para decir que fueron ellas quienes se lo buscaron. La sociedad española, parece inmune a las cifras que son escalofriantes, desde el 2003 hasta el 2017, se ha llevado la vida a 917 personas (mujeres y niños) a causa de la violencia de género. Estas cifras son infinitamente superiores a los asesinatos de ETA, y la respuesta de uno y otro problema ha sido diametralmente opuesta.

El gobierno de turno, parece impasible ante la sangría de esa violencia de género que parece circunscribirse al ámbito de la familia o en la esfera civil, mientras que la violencia terrorista, se ha puesto, interesadamente, como problema de Estado. Las comparaciones son odiosas, porque en ambos casos, supone muertes violentas, pero a unas se las considera cuestión de Estado, mientras que las otras se las relega al ámbito doméstico.

Si la violencia de género, culmina con la muerte, en el camino hasta llegar a ese episodio, hay estaciones intermedias de violencia. Los delitos contra la libertad sexual, son esas etapas intermedias, y las estadísticas, son elocuentes, en el año 2016, hubo 7240 delitos contra la libertad sexual, en el 2011, hubo 7423, en los años intermedios 6787, en el 2013, por ejemplo.

Estas cifras no expresan el drama y el dolor de las víctimas –mujeres y hombres-, a pesar de los mensajes institucionales, las mujeres siguen siendo a ojos de muchos, y al parecer de los Magistrados que han dictado Sentencia, meros objetos que se les puede hacer cualquier cosa. Sentencias como está tienen efectos devastadores en las víctimas y sus familias. Desmoralizan a los que luchan contra este problema y genera la sensación de impunidad.

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