Se acaba la “semana santa” en una sociedad aconfesional. Las costumbres son las costumbres. El negocio montado alrededor de expresiones religioso-festivas son muy importantes. Intereses y devoción se dan la mano. Además siempre nos queda el fútbol para evadirnos de una realidad poco amable.
La guerra PP y PSOE sigue su curso. Cualquier excusa es buena. Y la excusa la da el desaguisado que la propia Audiencia Nacional ha dado en el caso de Troitiño. Su excarcelación ha servido para un ajuste de cuentas –uno más- entre los partidos mayoritarios. Los portavoces son dignos de mención. Mayor Oreja y Trillo por parte del PP. Mayor Oreja tiene el papel de hooligan oficial. Se puede decir cualquier barbaridad y no pasa nunca nada. De ahí que los voceros mediáticos deben pensar y con razón que ellos también pueden hacer ese papel. Trillo da lecciones de virtud. Como dijo en su día Montesquieu, incluso la virtud debe tener límites.
Mientras Rajoy deja hacer. Empieza a ser una seña de identidad del aspirante a las próximas elecciones generales. Según las encuestas será el próximo presidente. En democracia nunca se sabe. No dice nada inconveniente, pero deja hacer a los demás el trabajo de desgaste de las instituciones. Todo lo que tenga que ver con el terrorismo es motivo suficiente para desacreditar al gobierno en beneficio exclusivo del PP y de ETA. ¡Quién puede dar más por menos!
¡Vale, felicito al Madrid por su victoria agónica contra el Barcelona! No jugaron demasiado bien, pero metieron el gol. Después me enteré del pequeño desastre de la copa triturada por el autocar victorioso. Espero con impaciencia el gag de Crakovia del próximo lunes en TV3. El Barça está desfondado. No está fresco y le pesan las piernas y el barullo mediático de Mourinho. Así que la semifinal de Champions está en el aire. Espero que al final gane el fútbol, es decir, el Barça. ¡Nadie es perfecto!