Mi abogado me ha dicho que debo
exaltar a la Autoridad. No hay límites en este caso. Así que siguiendo su consejo,
me voy a dedicar a exaltar las extraordinarias virtudes que adornan a nuestros
gobernantes y por extensión quien este revestido de Autoridad.
Para empezar el sábado 21, con
motivo de la final de un partido de fútbol, entre millonarios venidos de todas
partes del mundo, hubo una parte de los espectadores que silbaron un tema musical
que al parecer no les gustó. Ni que decir tiene, que la megafonía se volvió
ronca de tanto volumen a que fue sometida.
La Autoridad disfruto del
colorido de las banderas de los equipos. Estaba prohibido el amarillo porque se
no es suficientemente fashion. La policía que siempre está a nuestro servicio,
hizo una requisa de ese color atroz que algunos aficionados pretendían herir
los ojos a sus vecinos. La Autoridad desde el palco se miraba el espectáculo como
si de Emperadores Romanos se tratase.
A los vencedores se les obsequio
con el trofeo de turno, de la mano de nuestro Rey que tuvo a bien, acercarse al
campo de fútbol, rompiendo con sus obligaciones que son muchas e
importantísimas y que la prensa no refleja adecuadamente el esfuerzo de nuestro
Soberano.