La izquierda para Jordi Gracia es el
PSOE, a pesar de todo, porque es la única fuerza, junto a la nueva izquierda representada
por Podemos, que expresa los ideales de una izquierda que necesita renovarse. Como
dice el propio autor: “(…) he querido escribir un ensayo contra la izquierda
para participar en su reanimación, sin fantasear con ensueños ilusorios y sin
hacer de ella otra quimera” (pág.10).
En su diagnóstico con los males de la
izquierda los sintetiza de la siguiente manera: “(…) todo confluye en la falta
de veracidad de su discurso con respecto a sí misma y el cultivo del autoengaño
como consecuencia esterilizadora” (pág.22).
La crisis del
2008 ha hecho aflorar las debilidades de la
socialdemocracia, que identifica con el PSOE, que es mucho identificar y con la
nueva izquierda y sus pecados. Entre otros, “decir la verdad sobre el sistema
capitalista equivale a ofrecer un espejo paralizante, y podría incluso
desengañar a la presunta masa, virtualmente al borde de la insurrección contra
el capitalismo” (pág.23-4).
Jordi Gracia insiste sobre la falta
de realismo político y sus derivas utopistas que atenazan a la izquierda.
Recomienda “contra ese autoengaño, prefiero la defensa irónica de una causa
perdida en la que no todo está perdido, donde lo real no es una fatalidad pero
tampoco lo es la enmienda de lo real”(pág.24).
Como consecuencia de la crisis
económica afirma que “esa clase media degradada hará lo que sea para proteger o
recuperar su reciente ascenso social, sin pensar ni por asomo en ruptura alguna
ni nada semejante” (pág.25). Eso significa que las opciones de la izquierda
nueva, léase Podemos, poco podrá ofrecer si se empeñan en cambios ilusorios, en
transformaciones radicales. Sin embargo, esa clase media degradada, no tendrá
inconveniente en lanzarse en brazos de la derecha o la extrema derecha a juzgar
por lo que ha sucedido en Andalucía. ¿Qué ofrecen las derechas y la extrema
derecha?
El autor aboga por estrategias que la
nueva izquierda ya ha ensayado. “Sus microbatallas despliegan una potente forma
de resistencia ante la desigualdad y la victimización de sectores especialmente
vulnerables. (…) La identificación de esas acciones parciales no habría de
comportar melancolía sino motivación adicional, dada su inmediatez y eficacia
real. Su renuncia a objetivos macrosociales concentra la energía para combatir
microdesgracias pandémicas. Esa es una izquierda posible, posibilista, limitada
y necesaria, sin soflamas que la hagan vivir en falso, soñar en falso, sentir
en falso, gesticular en falso”(pág.26-7).
Como se puede apreciar, la praxis
queda relegada a las “microbatallas”, pues nos advierte que olvidemos la
retórica de antaño, porque vivimos en una sociedad capitalista global. Le pide
a esa izquierda “prudencia y pragmatismo para reparar las averías de un sistema
que ni puede ni sabe cómo reemplazar” (pág.27).
Considera que el PSOE durante la
transición, hizo todo lo que se podía hacer, con las limitaciones existentes, y
que el balance no fue malo para la sociedad y ello porque renunció a los
ideales izquierdistas y someterse al baño de la realidad, se hizo pragmático.
Gracia nos previene de los intentos
de tomarse demasiado en serio los desvarios de la nueva izquierda. Les acusa de
falta de ironía, de un voluntarismo ciego. Así, puede afirmar: “sólo parece
creíble una izquierda pesimista y escéptica consigo mismo y sus medios reales,
sin recetas infalibles pero conmovida por el tráfico de adolescentes en los
hangares prostibularios o las imágenes de la desposesión de los desahucios y
los colchones apilados en la calle, mientras resuenan las botas de los guardias
ejecutando la orden de un juez” (pág.54).
Acusa a la socialdemocracia de “falta
coraje o convicción para contraponer un modelo de sociedad donde el Estado siga
combatiendo las desigualdades más flagrantes, persiga los abusos y limite la
ampliación de privilegios cuando agreden o asfixian a los que carecen de ellos".
Ante semejante panorama, el
autor apunta soluciones: “(…) la reducción de las soberanías nacionales en el
nuevo mundo es más una realidad positiva para la izquierda que un eventual
obstáculo. O dicho de otro modo, la fortaleza política de una federación de
Estados en Europa parece la única herramienta viable para contrarrestar los
intereses de los grandes capitales” (pág.78).
La solución no parece
inminente, antes al contrario, todo apunta a un rearme de los Estados,
especialmente, lo gobernados por las derechas y extremas de derechas, que en
Europa no son pocos. La alternativa que ofrece para la izquierda es “pragmática,
irónica, recelosa y pesimista o seguirá siendo el auxiliar de campo de la
derecha real, estable, imperturbable y optimista” (pág.81). Es un objetivo de
máximos, lo que nos propone Gracia. No ilusiona demasiado, pero tal vez, es un objetivo
realizable. Tal vez debería haber apuntado las ciudades como eje de las
transformaciones, pues, en ellas, lo local y lo global se dan la mano.
Desaparecida la revolución solo nos queda a juicio de Jordi Gracia, las
microbatallas.
Notas:
*Josep
Ferrater Mora, Les formes de la vida catalana. Club de literatura selecta.
Editorial Selecta, Barcelona, 3ed.1960.
**
(Idem). “Les meves experiències de la vida catalana (…), pot reduir-se a quatre
fonamentals maneres d’ésser que he designat, no sé si molt encertadament, amb
els noms de continuïtat, seny, mesura i ironia". (pàg.24). [Mis
experiencias de la vida catalana (…), pueden reducirse a cuatro fundamentales
maneras de ser que he designado, no sé si con mucho acierto, con los nombres de
continuidad, entendimiento, medida e ironía]