Reseña:
Jordi Gracia, Contra la izquierda.
Para seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI. Nuevos Cuadernos Anagrama,
Editorial Anagrama, Barcelona, 2018.
El librito –el texto tiene 81
páginas- de Jordi Gracia es un ejercicio de autocrítica y mirada al frente
sobre las dificultades de ser de izquierdas en pleno siglo XXI. Establece un cuadro
de lo que no es de izquierdas.
Llama la atención la afirmación
siguiente: (…) “me temo que tampoco es de izquierdas ser independentista. El procés ha llevado a la izquierda al
colapso porque ha respondido a las movilizaciones populares sumándose
acríticamente a ellas. A la izquierda le ha sobrado inercia revoltosa y le ha
faltado coraje para oponerse a un discurso de fondo insolidario y antiguo; (…).
La nueva izquierda (…). Ha sido el síntoma más flagrante en Cataluña de su
debilidad argumental y de la pobreza de su idea de solidaridad y cohesión
social, de su olvido de las clases trabajadoras inmigradas a lo largo de todo
el siglo, y no ha sido de izquierdas tampoco su adopción de un relato ajeno y
tácticamente supremacista” (pág.18-9).
La descripción que hace del procés permite advertir que también el
autor está en modo cliché con respecto a sus afirmaciones. Habla de
insolidario, pero ¿qué significa esto?, lanza una airada mirada sobre la
inmigración que es fundamentalmente una de las características de Cataluña.
Poca zonas de España hay tanta diversidad como aquí. Es verdad que la nueva
inmigración, debido a los procesos de globalización y la facilidad de
movimientos, hace que la idea de permanencia no sea la que se originaba en otras
épocas, entre otras razones, porque es una inmigración transitoria. ¿Cómo se
quiere aprender el idioma, si no se tiene
voluntad de permanencia en el territorio?
El procés, es un fenómeno complejo
que trata de dar respuesta a una percepción, hay datos objetivos, para la
reivindicación de un espacio propio. Desde el Estatuto de Cataluña y su
revisión por el TC, desde la entrevista de Artur Mas con Rajoy para hablar de
la posibilidad de un “Concierto económico”, desde las multitudinarias
manifestaciones del 11-S, desde el referéndum del 1-O, hasta la declaración
unilateral de independencia, inmediatamente puesta entre paréntesis, y su
deriva de la aplicación del art.155 de la CE, hasta el juicio que se inicia hoy,
todos estos elementos, suponen un problema político que no se resolverá por la
vía penal. España actúa como si Cataluña fuese independiente. Se siente
amenazada de su propia historia, de sus propios fantasmas. ¿Se pide un referéndum
para determinar la voluntad de la ciudadanía catalana! No sé cuál sería el
resultado. Lo que es seguro es que una porción significativa de catalanes vería
bien esa consulta. La coletilla de supremacista es una cantinela de recurso
desesperado. ¡Cierto, los catalanes tienen defectos, como todos, uno de ellos y
probablemente el más letal es la soberbia* y, también hay otras virtudes para
compensar**.
Jordi Gracia, no hace caso de sus
propias recomendaciones cuando afirma con relación a la solución o
encauzamiento del problema catalán lo siguiente: “El endiablado encadenamiento
de acción/reacción ha copado la esfera pública y ha retirado de la primera
línea informativa y política la opción que mejor encaja con la naturaleza
mestiza de Cataluña y la culminación
federal del Estado autonómico [la cursiva es mía]” (pág.20).
Notas:
*Josep
Ferrater Mora, Les formes de la vida catalana. Club de literatura selecta.
Editorial Selecta, Barcelona, 3ed.1960.
** (Idem). “Les meves
experiències de la vida catalana (…), pot reduir-se a quatre fonamentals
maneres d’ésser que he designat, no sé si molt encertadament, amb els noms de
continuïtat, seny, mesura i ironia (pàg.24). [Mis experiencias de la vida
catalana (…), pueden reducirse a cuatro fundamentales maneras de ser que he
designado, no sé si con mucho acierto, con los nombres de continuidad,
entendimiento, medida e ironía]