Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Jordi Gracia. Mostrar tots els missatges
Es mostren els missatges amb l'etiqueta de comentaris Jordi Gracia. Mostrar tots els missatges

dilluns, 18 de febrer del 2019

Reseña: Jordi Gracia, Contra la izquierda (II)

La izquierda para Jordi Gracia es el PSOE, a pesar de todo, porque es la única fuerza, junto a la nueva izquierda representada por Podemos, que expresa los ideales de una izquierda que necesita renovarse. Como dice el propio autor: “(…) he querido escribir un ensayo contra la izquierda para participar en su reanimación, sin fantasear con ensueños ilusorios y sin hacer de ella otra quimera” (pág.10).




En su diagnóstico con los males de la izquierda los sintetiza de la siguiente manera: “(…) todo confluye en la falta de veracidad de su discurso con respecto a sí misma y el cultivo del autoengaño como consecuencia esterilizadora” (pág.22).

La crisis del 2008 ha hecho aflorar las debilidades de la socialdemocracia, que identifica con el PSOE, que es mucho identificar y con la nueva izquierda y sus pecados. Entre otros, “decir la verdad sobre el sistema capitalista equivale a ofrecer un espejo paralizante, y podría incluso desengañar a la presunta masa, virtualmente al borde de la insurrección contra el capitalismo” (pág.23-4).

Jordi Gracia insiste sobre la falta de realismo político y sus derivas utopistas que atenazan a la izquierda. Recomienda “contra ese autoengaño, prefiero la defensa irónica de una causa perdida en la que no todo está perdido, donde lo real no es una fatalidad pero tampoco lo es la enmienda de lo real”(pág.24).

Como consecuencia de la crisis económica afirma que “esa clase media degradada hará lo que sea para proteger o recuperar su reciente ascenso social, sin pensar ni por asomo en ruptura alguna ni nada semejante” (pág.25). Eso significa que las opciones de la izquierda nueva, léase Podemos, poco podrá ofrecer si se empeñan en cambios ilusorios, en transformaciones radicales. Sin embargo, esa clase media degradada, no tendrá inconveniente en lanzarse en brazos de la derecha o la extrema derecha a juzgar por lo que ha sucedido en Andalucía. ¿Qué ofrecen las derechas y la extrema derecha?

El autor aboga por estrategias que la nueva izquierda ya ha ensayado. “Sus microbatallas despliegan una potente forma de resistencia ante la desigualdad y la victimización de sectores especialmente vulnerables. (…) La identificación de esas acciones parciales no habría de comportar melancolía sino motivación adicional, dada su inmediatez y eficacia real. Su renuncia a objetivos macrosociales concentra la energía para combatir microdesgracias pandémicas. Esa es una izquierda posible, posibilista, limitada y necesaria, sin soflamas que la hagan vivir en falso, soñar en falso, sentir en falso, gesticular en falso”(pág.26-7).



Como se puede apreciar, la praxis queda relegada a las “microbatallas”, pues nos advierte que olvidemos la retórica de antaño, porque vivimos en una sociedad capitalista global. Le pide a esa izquierda “prudencia y pragmatismo para reparar las averías de un sistema que ni puede ni sabe cómo reemplazar” (pág.27).

Considera que el PSOE durante la transición, hizo todo lo que se podía hacer, con las limitaciones existentes, y que el balance no fue malo para la sociedad y ello porque renunció a los ideales izquierdistas y someterse al baño de la realidad, se hizo pragmático.

Gracia nos previene de los intentos de tomarse demasiado en serio los desvarios de la nueva izquierda. Les acusa de falta de ironía, de un voluntarismo ciego. Así, puede afirmar: “sólo parece creíble una izquierda pesimista y escéptica consigo mismo y sus medios reales, sin recetas infalibles pero conmovida por el tráfico de adolescentes en los hangares prostibularios o las imágenes de la desposesión de los desahucios y los colchones apilados en la calle, mientras resuenan las botas de los guardias ejecutando la orden de un juez” (pág.54).

Acusa a la socialdemocracia de “falta coraje o convicción para contraponer un modelo de sociedad donde el Estado siga combatiendo las desigualdades más flagrantes, persiga los abusos y limite la ampliación de privilegios cuando agreden o asfixian a los que carecen de ellos".

Ante semejante panorama, el autor apunta soluciones: “(…) la reducción de las soberanías nacionales en el nuevo mundo es más una realidad positiva para la izquierda que un eventual obstáculo. O dicho de otro modo, la fortaleza política de una federación de Estados en Europa parece la única herramienta viable para contrarrestar los intereses de los grandes capitales” (pág.78).

La solución no parece inminente, antes al contrario, todo apunta a un rearme de los Estados, especialmente, lo gobernados por las derechas y extremas de derechas, que en Europa no son pocos. La alternativa que ofrece para la izquierda es “pragmática, irónica, recelosa y pesimista o seguirá siendo el auxiliar de campo de la derecha real, estable, imperturbable y optimista” (pág.81). Es un objetivo de máximos, lo que nos propone Gracia. No ilusiona demasiado, pero tal vez, es un objetivo realizable. Tal vez debería haber apuntado las ciudades como eje de las transformaciones, pues, en ellas, lo local y lo global se dan la mano. Desaparecida la revolución solo nos queda a juicio de Jordi Gracia, las microbatallas. 


 Notas:

*Josep Ferrater Mora, Les formes de la vida catalana. Club de literatura selecta. Editorial Selecta, Barcelona, 3ed.1960.

** (Idem). “Les meves experiències de la vida catalana (…), pot reduir-se a quatre fonamentals maneres d’ésser que he designat, no sé si molt encertadament, amb els noms de continuïtat, seny, mesura i ironia". (pàg.24). [Mis experiencias de la vida catalana (…), pueden reducirse a cuatro fundamentales maneras de ser que he designado, no sé si con mucho acierto, con los nombres de continuidad, entendimiento, medida e ironía]

dissabte, 16 de febrer del 2019

Reseña: Jordi Gracia, Contra la izquierda (I)


Reseña:

Jordi Gracia, Contra la izquierda. Para seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI. Nuevos Cuadernos Anagrama, Editorial Anagrama, Barcelona, 2018.



El librito –el texto tiene 81 páginas- de Jordi Gracia es un ejercicio de autocrítica y mirada al frente sobre las dificultades de ser de izquierdas en pleno siglo XXI. Establece un cuadro de lo que no es de izquierdas.

Llama la atención la afirmación siguiente: (…) “me temo que tampoco es de izquierdas ser independentista. El procés ha llevado a la izquierda al colapso porque ha respondido a las movilizaciones populares sumándose acríticamente a ellas. A la izquierda le ha sobrado inercia revoltosa y le ha faltado coraje para oponerse a un discurso de fondo insolidario y antiguo; (…). La nueva izquierda (…). Ha sido el síntoma más flagrante en Cataluña de su debilidad argumental y de la pobreza de su idea de solidaridad y cohesión social, de su olvido de las clases trabajadoras inmigradas a lo largo de todo el siglo, y no ha sido de izquierdas tampoco su adopción de un relato ajeno y tácticamente supremacista” (pág.18-9).

La descripción que hace del procés permite advertir que también el autor está en modo cliché con respecto a sus afirmaciones. Habla de insolidario, pero ¿qué significa esto?, lanza una airada mirada sobre la inmigración que es fundamentalmente una de las características de Cataluña. Poca zonas de España hay tanta diversidad como aquí. Es verdad que la nueva inmigración, debido a los procesos de globalización y la facilidad de movimientos, hace que la idea de permanencia no sea la que se originaba en otras épocas, entre otras razones, porque es una inmigración transitoria. ¿Cómo se quiere aprender el idioma, si no se  tiene voluntad de permanencia en el territorio?

El procés, es un fenómeno complejo que trata de dar respuesta a una percepción, hay datos objetivos, para la reivindicación de un espacio propio. Desde el Estatuto de Cataluña y su revisión por el TC, desde la entrevista de Artur Mas con Rajoy para hablar de la posibilidad de un “Concierto económico”, desde las multitudinarias manifestaciones del 11-S, desde el referéndum del 1-O, hasta la declaración unilateral de independencia, inmediatamente puesta entre paréntesis, y su deriva de la aplicación del art.155 de la CE, hasta el juicio que se inicia hoy, todos estos elementos, suponen un problema político que no se resolverá por la vía penal. España actúa como si Cataluña fuese independiente. Se siente amenazada de su propia historia, de sus propios fantasmas. ¿Se pide un referéndum para determinar la voluntad de la ciudadanía catalana! No sé cuál sería el resultado. Lo que es seguro es que una porción significativa de catalanes vería bien esa consulta. La coletilla de supremacista es una cantinela de recurso desesperado. ¡Cierto, los catalanes tienen defectos, como todos, uno de ellos y probablemente el más letal es la soberbia* y, también hay otras virtudes para compensar**.


Jordi Gracia, no hace caso de sus propias recomendaciones cuando afirma con relación a la solución o encauzamiento del problema catalán lo siguiente: “El endiablado encadenamiento de acción/reacción ha copado la esfera pública y ha retirado de la primera línea informativa y política la opción que mejor encaja con la naturaleza mestiza de Cataluña y la culminación federal del Estado autonómico [la cursiva es mía]” (pág.20).

 Notas:

*Josep Ferrater Mora, Les formes de la vida catalana. Club de literatura selecta. Editorial Selecta, Barcelona, 3ed.1960.

** (Idem). “Les meves experiències de la vida catalana (…), pot reduir-se a quatre fonamentals maneres d’ésser que he designat, no sé si molt encertadament, amb els noms de continuïtat, seny, mesura i ironia (pàg.24). [Mis experiencias de la vida catalana (…), pueden reducirse a cuatro fundamentales maneras de ser que he designado, no sé si con mucho acierto, con los nombres de continuidad, entendimiento, medida e ironía]

dijous, 27 de desembre del 2012

La izquierda de Jordi Gracia


Leo en Claves de razón práctica, n 225 un artículo de Jordi Gracia titulado “Enigmas de la izquierda en Cataluña” (pags.108-117) que quisiera comentar. Se plantea una pregunta simple “¿Qué es en Cataluña, hoy, ser progresista?”. Parte de la base que el independentismo no es de izquierdas. Por eso, dada la deriva de estos últimos tiempos la izquierda catalana ha tenido que replantearse si es nacionalista o no lo es. Ya sabemos que CiU es nacionalista, pero de derechas. Analiza a ERC indicando que es más independentista o republicano que no de izquierdas. Asegura Gracia de ERC “ es la de un partido conservador por incompatibilidad teórica e histórica entre independentismo identitario e izquierda solidaria”


Echa en cara que ERC se limite a la solidaridad en términos excluyentes, es decir, sólo en Cataluña. Pues, “la única solidaridad social y política que merece este nombre comienza justo allí donde acaba el nosotros”.  Desgraciadamente, esta idea de solidaridad es la que no se ve en la actualidad, más allá de la retórica de los partidos de izquierda, es decir, PSOE e IU. Gracia analiza el descarrilamiento de una izquierda que no sabe a dónde se dirige. ICV de Herrera sería un partido de izquierda pero su capacidad para absorber a votantes del PSC y gentes de izquierdas es muy limitado. ¿Por qué? Gracia cree que es por su vertiente también independentista. Le reprocha que esta deriva soberanista le haga descarrilar de su recorrido de izquierdas.


La parte más interesante es la dedicada al PSC. El PSC a lo largo de su trayectoria ha pasado por el nacionalismo y el federalismo, más en el terreno platónico que en el espacio real. La experiencia del tripartito, aunó la retórica de izquierdas con un nacionalismo de amplio espectro, le permitió gobernar frente a CiU. Gracia piensa que el PSC debería llevar adelante una ofensiva en el que un modelo federal pudiera establecer una conexión solida entre Cataluña y el gobierno central.


Para Gracia la causa fundamental que la izquierda debe combatir es la defensa del Estado del bienestar y la crisis que nos amenaza. Acaso la independencia solventará el Estado del bienestar. Gracia para decirnos que no, que no es su prioridad.  PSOE y PSC no acaban de estar en sintonía. Cada uno trata de salvar los muebles. Gracia le pide al PSC que desactive  el sentimiento nacional y apele a las convicciones de una izquierda que no sabe a dónde está. Gracia le pide al PSC tal vez demasiado en un momento que no está para estas cuestiones.  Gracia apela a los partidos catalanes de izquierda que se centren en lo debido, es decir, en las políticas sociales, en la solidaridad de todos los ciudadanos, en evitar una hoguera de vanidades nacionales que sólo puede ser útil a la derecha.

Gracia afirma y con razón, que el independentismo es hoy un valor que la izquierda debería dejar de lado, para ponerse delante de la sociedad que sufre la crisis. Y afirma que “el objetivo central de la izquierda catalana ha de ser proteger o incluso blindar el Estado de bienestar frente a la ofensiva de la ruptura independentista y frente a la ofensiva desmanteladora del liberalismo capitalista dispuesto a todo”. ¿Son simétricos ambos extremos? ¿Por qué el auge del independentismo? Se ha dicho que éste tiene connotaciones económicas. En expresión periodística la cartera y la bandera van de la mano. Sobre este trasfondo, tan poco épico y ético, el independentismo tiene la convicción que estamos en un estado que sólo nos quiere por el interés. Y ahora que las cosas pintan mal, y no tenemos lo que deberíamos tener, la única salida es, justamente, salirnos de un estado abusón.


Gracia afirma de manera aguda que es en esta oportunidad dónde el PSC y el PSOE deberían rehacerse ideológicamente. Habla de “continuidad reformista”  un término gaseoso que aboga por la unidad estatal y la vez la capacidad del estado de las autonomías para rehacerse a sí misma. La salida independentista es un salto hacia la construcción de un Estado viable. ERC, piensa que este estado podría hacer frente a la crisis mejor que con los actuales mecanismos de financiación. El problema es que ese Estado tendría que afrontar retos sin precedentes en un entorno cada vez más global. La otra salida, la reforma de las autonomías, la creación de mecanismos de redistribución, la mejora de financiación, no es nada sencilla, porque esta crisis ha puesto en evidente que buena parte de las CCAA no son capaces de autofinanciarse. Es decir, entre ingresos y gastos, estos último superan con creces a los primeros, por eso es necesario el papel del Estado para garantizar un equilibrio entre territorios.

Precisamente, esta cuestión, es la que está en el debate catalán. Nos dicen, los nacionalistas que el Estado debe a Cataluña cerca de 8000 millones de €. Los recortes en Cataluña (retallades) son la consecuencia, nos dicen, de un déficit en la financiación. El Pacto fiscal pretendía que Cataluña –como en el País Vasco y Navarra- recaude todos los impuestos y una vez satisfechas las necesidades internas, el excedente si queda, se reparta. El Pacto fiscal no ha sido posible, el gobierno central ha dicho que ahora, en plena crisis, no tocaba. El gobierno de CiU había planteado que precisamente ahora, con la crisis, era el momento. La ruptura de ese Pacto que nunca existió ha acelerado la deriva independentista.