divendres, 22 de febrer del 2019

MWC: la importancia de la altura


La noticia sorprende por lo extravagante del enunciado. Las azafatas cobran menos que las señoras de la limpieza –unas y otras, tienen un salario que dice mucho de nuestra sociedad-. ¿Las azafatas escogidas para el evento, saben idiomas? Si fuese obligatorio saber idiomas, la noticia debería ser esa, que se les paga una miseria y se les ningunea al ofrecerles ese sueldo por horas. Si hacen 8h, dudo que sólo puedan hacer esas horas, después de cuatro días de congreso, ganarían la escalofriante cifra de 230,4€. Mientras las que no alcanzan los 1,75 mts, ganarían 198,4€ brutos, de ahí habría que descontar IRPF, y demás deducciones. A todos se nos llena la boca de igualdad, pero estamos muy lejos de ese ideal. ¿Se imaginan esta noticia aplicada a los hombres? Noticias como ésta, nos alejamos cada vez más de esa igualdad y entramos de lleno en la desigualdad, en la que cada día nos hundimos más.

 ¡Si saben idiomas, lo que deberían hacer es ir a la huelga, siempre quedarían los azafatos!

El origen del velo islámico y otras sorpresas

Sigo leyendo a Umberto Eco, y su De la estupidez a la locura. Crónica para el futuro que nos espera. Debolsillo. Barcelona, 2018.

Entre los diferentes artículos que componen el libro, destaca ¿Quién ha dicho que hay que cubrirse con un velo? Habla sobre la prohibición o no de llevar velo para las mujeres musulmanas. Dice Eco: “Si consideramos que un signo es aquello que está en lugar de otra cosa en algún aspecto o facultad, el velo musulmán es un fenómeno semiótico, como lo son los uniformes (…).

Texto habla sólo del hiyab

“El velo se critica porque se utiliza para afirmar una identidad”. (…) En todo caso, sería interesante preguntar si las muchachas musulmanas están obligadas a llevarlo porque se lo impone El Corán. En la obra de Gabriel Mandel Khân, L’Islam,  dice Eco “el velo que cubre el rostro y el cabello es una costumbre preislámica, impuesta a veces por razones climáticas, pero no está prescrito en la sura 24 del Corán, citada siempre en estos casos, que solo invita a cubrir el seno”.

Eco quiere comprobar si la referencia de Khân es auténtica o apócrifa, y se va a buscar “en internet el Corán en la traducción italiana de Hamza Piccardo, revisada en su doctrina por la Unión de Comunidades y Organizaciones Islámicas de Italia, y en él encontré el pasaje entero: “Y di a la creyentes que bajen la vista con recat0, (…), que cubran su escote con el velo y no exhiban sus adornos sino a sus esposos, (…)”. Eco en El Corán en la edición clásica de BUR, de Alessandro Bausani donde se dice: “y que se dejen caer el tocado sobre el escote”.

Tres testimonios afirman lo mismo, El Corán no dice nada sobre velos en la cabeza. ¿Qué está pasando aquí? se pregunta Eco. La respuesta aparece dónde menos te los esperas.  En  la Primera Carta a los Corintios, San Pablo:

"Si un varón ora o profetiza con la cabeza cubierta, deshonra su cabeza. 5 En cambio, la mujer que ora o profetiza con la cabeza descubierta falta al respeto a su cabeza; sería igual si se cortase el pelo al rape. 6¿No quiere cubrirse el pelo? Que se lo corte al rape. ¿Qué le da vergüenza andar con el pelo cortado al rape? Pues que se ponga el velo. (I,11)"

Tertuliano en su obra De cultu feminarum nos dice lo siguiente:

“(…) Dios ordena que os cubráis con el velo, a fin de que, según creo, no se vean las cabezas de algunas”. Concluye Eco: “Esta es la razón de que en toda la historia de la pintura tanto la Virgen como las piadosas mujeres vayan cubiertas con velo, como tantas graciosas musulmanas” (2006)

¿No debería hacernos pensar en esta pirueta de la historia? La utilización partidista del velo como arma arrojadiza debería ponernos en guardia siempre.


dimecres, 20 de febrer del 2019

¡Qué vergüenza, no tenemos enemigos!

Sigo leyendo a Umberto Eco, y su De la estupidez a la locura. Crónica para el futuro que nos espera. Debolsillo. Barcelona, 2018.



En “¡Qué vergüenza, no tenemos enemigos! “ (págs.222-225) [2009] nos explica una anécdota ocurrida en Nueva York, mientras iba en taxi. Caracteriza Eco a los taxistas de NY por tres notas distintivas: la primera por la diversidad de nacionalidades, la segunda, la provisionalidad del trabajo –frente a la imagen del taxista que todos conocemos aquí-, y la tercera, por la sucesión de grupos étnicos, que se van sucediendo en busca de mejores empleos.



En la conversación con un taxista paquistaní, después de diferentes preguntas, le plateó “quienes eran nuestros enemigos”, Eco reflexiona sobre “¿Cómo es posible un pueblo sin enemigos?” (pág.224)

Confiesa Eco que no supo responderle adecuadamente, ocurre siempre los que denomina “esprit d’escalier”, que consiste en contestar adecuadamente cuando el otro ya se ha marchado. “Debería haberle dicho que los italianos no tienen enemigos. No tienen enemigos externos y en cualquier caso nunca están de acuerdo en determinar cuáles son, porque están continuamente enzarzados en guerras interna (…) (pág.225)

Finaliza diciendo: “No sé si lo habría entendido, pero al menos yo no hubiera hecho el ridículo de pertenecer a un país sin enemigos”. (pág.225)

dilluns, 18 de febrer del 2019

Reseña: Jordi Gracia, Contra la izquierda (II)

La izquierda para Jordi Gracia es el PSOE, a pesar de todo, porque es la única fuerza, junto a la nueva izquierda representada por Podemos, que expresa los ideales de una izquierda que necesita renovarse. Como dice el propio autor: “(…) he querido escribir un ensayo contra la izquierda para participar en su reanimación, sin fantasear con ensueños ilusorios y sin hacer de ella otra quimera” (pág.10).




En su diagnóstico con los males de la izquierda los sintetiza de la siguiente manera: “(…) todo confluye en la falta de veracidad de su discurso con respecto a sí misma y el cultivo del autoengaño como consecuencia esterilizadora” (pág.22).

La crisis del 2008 ha hecho aflorar las debilidades de la socialdemocracia, que identifica con el PSOE, que es mucho identificar y con la nueva izquierda y sus pecados. Entre otros, “decir la verdad sobre el sistema capitalista equivale a ofrecer un espejo paralizante, y podría incluso desengañar a la presunta masa, virtualmente al borde de la insurrección contra el capitalismo” (pág.23-4).

Jordi Gracia insiste sobre la falta de realismo político y sus derivas utopistas que atenazan a la izquierda. Recomienda “contra ese autoengaño, prefiero la defensa irónica de una causa perdida en la que no todo está perdido, donde lo real no es una fatalidad pero tampoco lo es la enmienda de lo real”(pág.24).

Como consecuencia de la crisis económica afirma que “esa clase media degradada hará lo que sea para proteger o recuperar su reciente ascenso social, sin pensar ni por asomo en ruptura alguna ni nada semejante” (pág.25). Eso significa que las opciones de la izquierda nueva, léase Podemos, poco podrá ofrecer si se empeñan en cambios ilusorios, en transformaciones radicales. Sin embargo, esa clase media degradada, no tendrá inconveniente en lanzarse en brazos de la derecha o la extrema derecha a juzgar por lo que ha sucedido en Andalucía. ¿Qué ofrecen las derechas y la extrema derecha?

El autor aboga por estrategias que la nueva izquierda ya ha ensayado. “Sus microbatallas despliegan una potente forma de resistencia ante la desigualdad y la victimización de sectores especialmente vulnerables. (…) La identificación de esas acciones parciales no habría de comportar melancolía sino motivación adicional, dada su inmediatez y eficacia real. Su renuncia a objetivos macrosociales concentra la energía para combatir microdesgracias pandémicas. Esa es una izquierda posible, posibilista, limitada y necesaria, sin soflamas que la hagan vivir en falso, soñar en falso, sentir en falso, gesticular en falso”(pág.26-7).



Como se puede apreciar, la praxis queda relegada a las “microbatallas”, pues nos advierte que olvidemos la retórica de antaño, porque vivimos en una sociedad capitalista global. Le pide a esa izquierda “prudencia y pragmatismo para reparar las averías de un sistema que ni puede ni sabe cómo reemplazar” (pág.27).

Considera que el PSOE durante la transición, hizo todo lo que se podía hacer, con las limitaciones existentes, y que el balance no fue malo para la sociedad y ello porque renunció a los ideales izquierdistas y someterse al baño de la realidad, se hizo pragmático.

Gracia nos previene de los intentos de tomarse demasiado en serio los desvarios de la nueva izquierda. Les acusa de falta de ironía, de un voluntarismo ciego. Así, puede afirmar: “sólo parece creíble una izquierda pesimista y escéptica consigo mismo y sus medios reales, sin recetas infalibles pero conmovida por el tráfico de adolescentes en los hangares prostibularios o las imágenes de la desposesión de los desahucios y los colchones apilados en la calle, mientras resuenan las botas de los guardias ejecutando la orden de un juez” (pág.54).

Acusa a la socialdemocracia de “falta coraje o convicción para contraponer un modelo de sociedad donde el Estado siga combatiendo las desigualdades más flagrantes, persiga los abusos y limite la ampliación de privilegios cuando agreden o asfixian a los que carecen de ellos".

Ante semejante panorama, el autor apunta soluciones: “(…) la reducción de las soberanías nacionales en el nuevo mundo es más una realidad positiva para la izquierda que un eventual obstáculo. O dicho de otro modo, la fortaleza política de una federación de Estados en Europa parece la única herramienta viable para contrarrestar los intereses de los grandes capitales” (pág.78).

La solución no parece inminente, antes al contrario, todo apunta a un rearme de los Estados, especialmente, lo gobernados por las derechas y extremas de derechas, que en Europa no son pocos. La alternativa que ofrece para la izquierda es “pragmática, irónica, recelosa y pesimista o seguirá siendo el auxiliar de campo de la derecha real, estable, imperturbable y optimista” (pág.81). Es un objetivo de máximos, lo que nos propone Gracia. No ilusiona demasiado, pero tal vez, es un objetivo realizable. Tal vez debería haber apuntado las ciudades como eje de las transformaciones, pues, en ellas, lo local y lo global se dan la mano. Desaparecida la revolución solo nos queda a juicio de Jordi Gracia, las microbatallas. 


 Notas:

*Josep Ferrater Mora, Les formes de la vida catalana. Club de literatura selecta. Editorial Selecta, Barcelona, 3ed.1960.

** (Idem). “Les meves experiències de la vida catalana (…), pot reduir-se a quatre fonamentals maneres d’ésser que he designat, no sé si molt encertadament, amb els noms de continuïtat, seny, mesura i ironia". (pàg.24). [Mis experiencias de la vida catalana (…), pueden reducirse a cuatro fundamentales maneras de ser que he designado, no sé si con mucho acierto, con los nombres de continuidad, entendimiento, medida e ironía]

dissabte, 16 de febrer del 2019

Reseña: Jordi Gracia, Contra la izquierda (I)


Reseña:

Jordi Gracia, Contra la izquierda. Para seguir siendo de izquierdas en el siglo XXI. Nuevos Cuadernos Anagrama, Editorial Anagrama, Barcelona, 2018.



El librito –el texto tiene 81 páginas- de Jordi Gracia es un ejercicio de autocrítica y mirada al frente sobre las dificultades de ser de izquierdas en pleno siglo XXI. Establece un cuadro de lo que no es de izquierdas.

Llama la atención la afirmación siguiente: (…) “me temo que tampoco es de izquierdas ser independentista. El procés ha llevado a la izquierda al colapso porque ha respondido a las movilizaciones populares sumándose acríticamente a ellas. A la izquierda le ha sobrado inercia revoltosa y le ha faltado coraje para oponerse a un discurso de fondo insolidario y antiguo; (…). La nueva izquierda (…). Ha sido el síntoma más flagrante en Cataluña de su debilidad argumental y de la pobreza de su idea de solidaridad y cohesión social, de su olvido de las clases trabajadoras inmigradas a lo largo de todo el siglo, y no ha sido de izquierdas tampoco su adopción de un relato ajeno y tácticamente supremacista” (pág.18-9).

La descripción que hace del procés permite advertir que también el autor está en modo cliché con respecto a sus afirmaciones. Habla de insolidario, pero ¿qué significa esto?, lanza una airada mirada sobre la inmigración que es fundamentalmente una de las características de Cataluña. Poca zonas de España hay tanta diversidad como aquí. Es verdad que la nueva inmigración, debido a los procesos de globalización y la facilidad de movimientos, hace que la idea de permanencia no sea la que se originaba en otras épocas, entre otras razones, porque es una inmigración transitoria. ¿Cómo se quiere aprender el idioma, si no se  tiene voluntad de permanencia en el territorio?

El procés, es un fenómeno complejo que trata de dar respuesta a una percepción, hay datos objetivos, para la reivindicación de un espacio propio. Desde el Estatuto de Cataluña y su revisión por el TC, desde la entrevista de Artur Mas con Rajoy para hablar de la posibilidad de un “Concierto económico”, desde las multitudinarias manifestaciones del 11-S, desde el referéndum del 1-O, hasta la declaración unilateral de independencia, inmediatamente puesta entre paréntesis, y su deriva de la aplicación del art.155 de la CE, hasta el juicio que se inicia hoy, todos estos elementos, suponen un problema político que no se resolverá por la vía penal. España actúa como si Cataluña fuese independiente. Se siente amenazada de su propia historia, de sus propios fantasmas. ¿Se pide un referéndum para determinar la voluntad de la ciudadanía catalana! No sé cuál sería el resultado. Lo que es seguro es que una porción significativa de catalanes vería bien esa consulta. La coletilla de supremacista es una cantinela de recurso desesperado. ¡Cierto, los catalanes tienen defectos, como todos, uno de ellos y probablemente el más letal es la soberbia* y, también hay otras virtudes para compensar**.


Jordi Gracia, no hace caso de sus propias recomendaciones cuando afirma con relación a la solución o encauzamiento del problema catalán lo siguiente: “El endiablado encadenamiento de acción/reacción ha copado la esfera pública y ha retirado de la primera línea informativa y política la opción que mejor encaja con la naturaleza mestiza de Cataluña y la culminación federal del Estado autonómico [la cursiva es mía]” (pág.20).

 Notas:

*Josep Ferrater Mora, Les formes de la vida catalana. Club de literatura selecta. Editorial Selecta, Barcelona, 3ed.1960.

** (Idem). “Les meves experiències de la vida catalana (…), pot reduir-se a quatre fonamentals maneres d’ésser que he designat, no sé si molt encertadament, amb els noms de continuïtat, seny, mesura i ironia (pàg.24). [Mis experiencias de la vida catalana (…), pueden reducirse a cuatro fundamentales maneras de ser que he designado, no sé si con mucho acierto, con los nombres de continuidad, entendimiento, medida e ironía]

dilluns, 11 de febrer del 2019

Reseña: La Guerra de Troya



La Guerra de Troya es un intento por parte de Eric H.Cline*, un reputado historiador de la Antigüedad, por aclarar el misterio sobre La Guerra de Troya. ¿Existió tal guerra narrada por Homero?

Utilizando todos los elementos a su alcance, es decir, datos  literarios, arqueológicos, documentos, trata de poner luz a una cuestión asombrosamente discutida. ¿Fue Homero corresponsal de guerra en Troya? La respuesta es ambigua.

Las fuentes literarias hay que buscarlas en el  Ciclo troyano: Este ciclo está compuesto por La Cipria (s.VI a.C.), La Ilíada (Homero), La Etiópida (Arctinio de Mileto, s.VIII a.C.), comienza donde termina la Ilíada (s.VIII a.C.), la Pequeña Ilíada (Lesques de Mililene, s.VII a.C.), La Iliupersis o Saqueo de Troya, (Arctino de Mileto s.VIII a.C.), Los Nostoi o Regresos (Argias de Trezén, s.VII o VI a.C.), La Odisea (Homero) y La Telegonía  (Eugamón de Cirene, sVI.aC.).

Excepto la Ilíada y la Odisea, el resto del Ciclo troyano, sólo nos quedan algunos resúmenes y noticias de tales obras. En ellas se llena el hueco que dejan las narraciones de Homero. En el libro reseñado, se nos da cumplida noticia de este Ciclo así como un resumen de ellos.



Unos de los historiadores más interesantes sobre la Antigüedad, M.I.Finley, es muy crítico con respecto a la historicidad de la Guerra de Troya. Piensa que utilizar a Homero como corresponsal de Guerra en Troya, no es una buena idea. Las dificultades para adentrarnos en el mundo antiguo, en concreto en la Edad del Bronce Tardío, son extraordinariamente complejas y difíciles de extraer conclusiones. El libro de Cline, presenta un buen surtido de pruebas arqueológicas y textuales, pero se cuida mucho de decir la última palabra. Como no se trata de hacer de spoiler [destripar], lo mejor es su lectura. En ella nos encontraremos con el héroe de la arqueología troyana, el ínclito Schliemann, una especie de Indiana Jones, sin muchos miramientos y un ego enorme.

He aquí un fragmento del texto de Cline donde todos los elementos han de ser tomados con precauciones infinitas:

1.- Wilusa es problablemente [la cursiva es mía] (W)ilión (Troya)

2.- Alaksandu, rey de Wilusa, podría [idem] ser Alejandro/Paria de (W)ilión/Troya .

3.- Walmu, rey de Wilusa, es depuesto por fuerzas enemigas a finales del siglo XIII a.C.

4.- Ahhiyawa es/son probablemente [idem] los micénicos de Grecia continental.

5.- Troya VIh fue destruida, pero probablemente [idem]por un terremoto, y no por humanos.

6.- Troya VIIa fue destruida por humanos, durante una guerra. (pág.154)

Dice M.I.Finley, “Siempre volvemos a lo del genio de la Ilíada y la Odisea. Pero ya no leemos la Eneida o el Rey Lear como relatos verdaderos, cual en un tiempo se hizo. Cierto que no tratamos de escribir historia medieval francesa basándonos en la Chanson de Roland, o historia medieval alemana a partir del Nibelungenlied. ¿Por qué habríamos de hacer una excepción con la Guerra de Troya que no relata Homero**? (pág.53-54). Cline finaliza su texto con las siguientes palabras: “(…), Troya y la Guerra de Troya están justo donde deberían estar, en el noroeste de Anatolia, y firmemente instaladas en el mundo de la Edad de Bronce Reciente, tal como sabemos por la arqueología y las fuentes hititas, además de las pruebas literarias griegas procedentes tanto de Homero como del Ciclo troyano" (pág.161). Así que la cuestión troyana, no parece que pueda dársele carpetazo de momento. Cline parece creer que la Ilíada y la Odisea pueden ser un instrumento –no el único- para rastrear la historicidad de la Guerra de Troya.

Bibliografía:

*Eric H.Cline, La Guerra de Troya, LB, Alianza editorial, Madrid, 2014.

** M.I.Finley, Aspectos de la antigüedad. Col. Ariel Quincenal, ed.Ariel, Barcelona, 1975