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dijous, 11 de novembre del 2021

Marx crítico de la Monarquía


George Grosz


El texto de Marx, a propósito de la crítica a Hegel de su visión del Estado, plantea probablemente, una de las críticas más aceradas de cuantas se ha podido decir acerca de la monarquía. Marx desvela la mistificación del Estado y desnuda la presunta legitimidad de la monarquía:

   “ La soberanía, la dignidad del monarca, sería fruto del nacimiento. El cuerpo del monarca determinaría su dignidad. En la más alta cúspide del Estado decidiría, por tanto, en vez de la razón la simple physis. El nacimiento determinaría la cualidad del monarca, a la manera como determina la calidad del ganado*. pág.346) ” 



*Carlos Marx. Escrito de Juventud. Trad. Wenceslao Roces, FCE, México, 1982. Crítica de la filosofía del Derecho de Hegel.

diumenge, 9 d’agost del 2020

Juan Carlos aterriza en Abu Dabi, de momento...

España se ha convertido en un oasis de apatía y abulia generalizada. El rey emérito Juan Carlos, se ha marchado –huido- de su queridísima España, sólo es motivo de charlas amenas sobre su posible destino final. Nadie parece discutir sobre el asunto de fondo. En el art.56.3 nos marca el blindaje del monarca, sin embargo, el art.64 marca a quien hay que imputar los desmanes del monarca. Es el Presidente del Gobierno quien refrenda los actos del Rey. Que no se haya enterado del enriquecimiento ilícito, no exonera de la responsabilidad. ¿Nadie sabía lo que pasaba en la Zarzuela, ni en la Moncloa?

Nadie parece escandalizarse de los desaguisados del Rey emérito. Las instituciones gubernamentales se han puesto al servicio de una defensa numantina de su figura. Vivimos tiempos tan extraños, confinamientos, Covid-19 que lo tapa todo, que la sociedad española, parece que no le importa demasiado lo que suceda en las altas esferas. 



La bandera republicana no es enarbolada por nadie, y quien debería, por ejemplo, Podemos, se muestra en un perfil bajo, rayano en la desvergüenza. Que el Rey emérito confundiera España de manera patrimonial, como una finca particular, no es sólo un vicio de los Borbones, es también patrimonio del régimen que lo hizo posible, el franquismo. Existen tantas complicidades en este asunto, que todos son responsables por acción u omisión.


                                           

El Rey emérito parece que ha puesto pie a tierra en Abu Dabi, Emiratos árabes, tierra acogedora para los que buscan un paraíso (refugio) dorado. El Rey no devolverá ni un céntimo de las presuntas mordidas, pero el Presidente del Gobierno correspondiente es responsable, y por extensión el Estado. El propio Estado hará lo imposible para que todo este asunto impropio de una sociedad moderna salga a relucir nada de lo que haya sucedido. 




¡Suerte de la princesa Corina zu Sayn-Wittgenstein que podemos saber algo –sólo lo que le afecta a ella- de todo este turbio y escandaloso asunto.! Siempre nos quedará a la familia Pujol y su 3%. Desde Abu Dabi se oye la risa del motor de la Transición. 





divendres, 30 de març del 2012

El Estado enseña músculo

Hace una semana la policía francesa abatió a Mohamed Merah, autor, de los asesinatos del colegio judío (4) y la muerte de 3 militares de origen magrebí. La muerte del asesino confeso, según se ha dicho, a manos de la policía de un tiro en la cabeza, después de más de un día atrincherado en su viviendo, ha conmocionado Francia. Se ha hablado que con su muerte la democracia podría dormir más tranquila, y disparates similares.



Resulta llamativo que un solo individuo pueda generar la histeria gubernamental. Se habla de guerra contra el enemigo, cuando al parecer actuaba solo. Desafortunadamente, la posibilidad de que alguien empuñe una pistola no es algo imposible. Lo llamativo es que se pretenda insinuar que el Estado quede desnudo ante desalmados como Merah.

Temo que se haya hecho espectáculo para beneficio de Zarkozy. El despliegue de medios, sólo era un hombre, superaba cualquier medida. El Estado se ha exhibido ante las cámaras televisivas. La muerte anunciada de un asesino ha permitido demostrar que el Estado existe, aunque sólo sea para aplastar a un asesino.