dimarts, 24 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (IX)


 II. De los pueblos que zozobran





“Los imperios más civilizados estarán siempre tan cerca de la barbarie como el hierro más bruñido lo está de la herrumbre: en las naciones, al igual que en los metales, sólo relucen las superficies.” (Antonie de Rivarol (1753-1081). De la filosofía moderna. [pág.83]


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Confiesa Amin Maalouf: “He sentido siempre gran apego por la civilización de mis padres, tuve la esperanza de verla renacer, prosperar, florecer, recuperar su influencia, su grandeza, su generosidad, su creatividad, pata que pudiera deslumbrar una vez más a toda la humanidad. Nunca habría creído que en el crepúsculo de mi vida iba a verme en la obligación de describir su itinerario con palabras tales como quebranto, desconsuelo, deriva, cataclismo, retroceso, naufragio, zozobra…

Pero ¿cómo calificar de otra manera ese paisaje destrozado que se extiende ante nuestra vista? Esos países que se desintegran, esas comunidades milenarias a las que extirpan de raíz, esos  nobles vestigios derribados, esas ciudades despanzurradas y, además, ese indescriptible estallido de salvajismo –lapidaciones, decapitaciones, amputaciones, crucifixiones, linchamientos-, todo ello debidamente filmado y transmitido para que el resto del planeta no se pierda ni una imagen.” (pág.85)

“Pocas veces en la historia de los pueblos el odio  propio ha llevado a tales extremos. (…) Diríase incluso que intentan deliberadamente avergonzar a los enamorados de su civilización para darles la razón a sus detractores.”

“Antaño, quienes odiaban a los árabes eran sospechosos de xenofobia y de nostalgia colonialista; ahora, todo el mundo se siente autorizado a odiarlos con total  tranquilidad de conciencia en nombres de la modernidad, de la laicidad, de la libertad de expresión o de los derechos de la mujer”. (pág.86)


“La historia de mi país natal es elocuente al respecto. Durante siglos, las órdenes llegaban de Estambul, de la Sublime Puerta, como solía decirse”. (…)

“(…).Las órdenes, que no llegaban ya de Estambul, las esperaban ahora de Washington, de Moscú, de París, de Londres; y también de algunas capitales de la zona, como El Cairo, Damasco, Teherán o Riad.” (pág.87)

Si la falta de confianza en sí misma del mundo árabe, se une en la actualidad  “ese hondo aborrecimiento de sí y de los demás al que acompañan una glorificación de la muerte y unos comportamientos suicidas” (pág.88), significa que alguna cosa se ha roto en esas sociedades ya sea “la ausencia de esperanza, la sensación de haber perdido, y de forma irreversible, aquello sin lo que la vida ya no merece la pena vivirse: la salud, la fortuna, la dignidad o la persona amada” (pág.89).

Lo novedoso de esta situación anómala es “que millones de personas sean presa de la desesperación y que muchas de ellas acaben adoptando comportamientos suicidas nunca se había dado en la Historia y me parece que todavía no hemos calibrado por completo lo que está ocurriendo ante nuestros ojos en el conjunto del mundo árabe musulmán y también en todos los países donde viven sus diásporas” (pág.89-90).

“Cuando a una persona se le quitan las ganas de vivir es a sus seres cercanos a quienes corresponde devolverles la esperanza. Cuando son poblaciones enteras las que permiten que se adueñe de ellas el deseo de destruir y de destruirse, nos corresponde a todos sus contemporáneos dar con el remedio. Si no por solidaridad con el Otro, al menos por voluntad de supervivencia.

Pues la desesperación, en nuestra época, se extiende allende los mares, allende los muros, allende todas las fronteras tangibles o mentales, y no es fácil ponerle coto” (pág.90).

Si transcribo párrafos enteros, es sobre todo por que quien escribe, ha vivido de cerca estos acontecimientos, que desde nuestros bunkers mentales y nuestras alambradas de espino, se hace difícil calibrar el significado de lo que acontece más allá de nuestros paraísos (UE).


dilluns, 23 de gener del 2023

El lenguaje de lo políticamente (in)correcto (I)

Este fragmento*  puede herir las sensibilidades a flor de piel que en la actualidad se ha extendido en la lógica de las "figuras de la maldad**" (M.Cruz). La apoteosis de lo políticamente correcto, lleva a la generalización de la víctima o "cuasi-víctima". Se difumina la acción y se subraya al agente del mal. Por ejemplo, al conductor -iba a decir, desaprensivo, en esta nueva lógica- que quiere ir en su automóvil, en vez de ir en transporte público. 




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"(...) Centupliquemos el precio del combustible: salir de paseo es perverso, y mantener tu casa a una temperatura agradable es antisocial. Asegurémonos de que todo frasco de medicamentos sólo pueda abrirse con una sierra, o una carga de nitroglicerina.

»Mientras, continuemos con nuestra edificante tarea. Exijamos empleo para la proporción adecuada de hombres, mujeres, homosexuales, gente de otras razas y discapacitados. Limitemos el acceso a las universidades a los inteligentes, los cultos y los que estudian, para que puedan entrar los "mentalmente débiles". Excluyamos de las bibliotecas y las librerías los libros que hacen observaciones poco delicadas. Mejor aún, prohibamos su publicación. Mantengámonos atentos a las frases incorrectas, reprendamos públicamente al ofensor, llevémosle ante los tribunales y multémoslo. O démosle una paliza, que nadie nos denunciará…” (pág.151-152)


diumenge, 22 de gener del 2023

Barça-Getafe: Mr. Hyde torna al Camp Nou

 


El partit no te més història que el gol de Pedri a passada de   Raphinha. Això, ha estat el més destacat del Barça en tot el partit. La segona part ha estat encara pitjor. Ni els canvis ni res ha canviat la fisonomia d'un partit que el Getafe podia haver empatat si no fos per l'aturada de Ter Stegen. Si a la primera part no i havia encert, almenys hi havia ganes, a la segona, ni havia encert ni tampoc masses ganes, o en tot cas, molt desencert  per part de tothom. Gavi ha estat l'únic que ha desplegat ganes, però la resta han siguts ombres de si mateixos. Avui Ansu Fati ha jugat un partit molt dolent. Quina il·lusió pot tenir la incorporació de Marcos Alonso o Alba? Quin Barça ens trobarem al proper partit: Jekill o Mr.Hyde?

Camí de Sant Jaume: L'Estany-Artés (XII)

 

L'Estany













Camí a Artés










Paisatges

















Masies




Bestiar
























Recomanacions musicals: People Get Ready

 






divendres, 20 de gener del 2023

Reseña: El naufragio de las civilizaciones (VIII)

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“La ruina  de ese modelo que tan prometedor fue me causa una tristeza de la que ya no me queda tiempo para consolarme. (…) No cabe duda de que el fracaso lo explican en parte las crisis del Oriente Próximo, que enfrentaron a mi país con retos enormes. Pero también lo explica la forma desastrosa en la que se reaccionó ante esas crisis” (pág.73).


“Con el paso de los años, de las crisis y de las guerras, la tierra libanesa se convirtió en un campo franco donde se libraban directamente o por persona interpuesta incontables combates: entre rusos y norteamericanos; entre israelíes. La lista es larga. Y siempre los beligerantes externos conseguían el apoyo de esta o de aquella facción local que, con excelentes pretextos, opinaban que era hábil y legítimo apoyarse en ellos para mover sus propios peones sin preocuparse demasiado por el país y sus frágiles equilibrios” (pág.74).


“Esa degradación material y moral es tanto más desconsoladora cuanto que el Beirut de mi juventud vivía, en lo tocante a la coexistencia de las religiones, una experiencia infrecuente que creo que habría podido brindar a esa zona tan tormentosa, e incluso a otras partes del mundo un ejemplo sobre el que merecería pararse a pensar” (pág.75)


(…) No obstante, no queda más remedio que constatar que, en el mundo actual, en parte alguna se consigue que vivan juntas de forma equilibrada y armoniosa poblaciones cristianas, musulmanas y judías” (pág.75).

Maalouf constata que “la desintegración de las sociedades plurales de Levante ha traído consigo una degradación moral irreparable que en la actualidad afecta a todas las sociedades humanas y da rienda suelta en nuestro mundo a barbaries insospechadas” (pág.77).


“Ahora sabemos que la consecuencia de esa negativa a consolidar la existencia de las diversas comunidades religiosas o lingüísticas no fue reforzar la igualdad entre ciudadanos o abolir las discriminaciones, sino exactamente lo contrario. Por doquier desembocó en la marginación y la exclusión de poblaciones enteras que tenían un papel que desempeñar” (pág.78).


Maalouf habla de de un factor desestabilizador crucial para entender el desastre de ese Levante del que hablaba el autor. La idea de confesionalidad. “Esa palabra, que es el equivalente local de lo que llaman en otros lugares comunitarismo, nombra a todo un sistema de cupos en virtud del cual los cargos importantes del país se reparten de antemano entre los representantes de las comunidades” (pág.79).


“La idea original no era aberrante: había que evitar que, en la elección de un dirigente, apareciera sistemáticamente un candidato cristiano enfrentado a un candidato musulmán, con el apoyo respectivo de sus propios correligionarios. Se tomó pues la decisión de repartir de oficio los cometidos entre las diferentes comunidades. El presidente de la República habría de ser obligatoriamente un cristiano maronita; el presidente del Consejo, un musulmán sunita; el presidente del Parlamento, un musulmán chiita. En el gobierno habría siempre una paridad exacta entre ministros cristianos y musulmanes” (pág.79).


Sin embargo, a pesar de este sistema artificial para que estuviesen representadas todas las sensibilidades del país, “se subestimó el carácter insidioso y tóxico inseparable del sistema de cupos. Se albergó la esperanza de que, al suavizar la competencia entre las comunidades, disminuirían poco a poco las tensiones y se reforzaría en los ciudadanos el sentimiento de pertenecer más a una nación que a una confesionalidad. Pero ocurrió lo contrario. En vez de dirigirse al Estado para conseguir sus derechos, a los ciudadanos les parecía más útil recurrir a los dirigentes de sus comunidades. Éstas se convirtieron en satrapías autónomas, que gobernaban clanes o milicias armadas y colocaban sus propios intereses por encima del interés nacional” (pág.80).


Amin Maalouf, puede confesar: “A decir verdad, y lo escribo en el crepúsculo de mi vida con infinita tristeza, en vez de quedarse con el niño y tirar el agua sucia, se hizo lo contrario. (…) Todo cuanto era prometedor se agostó. Todo cuanto era intranquilizador e insano, y que se esperaba que fuera provisional, se afincó con mayor firmeza que nunca” (pág.80).


“En la actualidad estoy convencido de que el ideal –para mi país natal, pero no sólo para él- no reside ni en el sistema de cupos, que encierra a la sociedad en una lógica perversa y conduce directamente a lo que se quería evitar, ni en la negación de las diferencias, que disimula los problemas y contribuye a menudo a agravarlas, sino en la instauración de un dispositivo de supervisión con el que se tendría cuidado de comprobar permanentemente que ningún sector de la población, e incluso, en el mejor de los casos, ningún ciudadano, padece una discriminación injusta vinculada al color, a la religión, a la etnia, a la edad, al sexo, etc. (…) hemos de esforzarnos en tener en cuenta las múltiples sensibilidades que existen en el seno de la población, (…). Y eso exige que se esté pendiente a diario de todas las tensiones y de todas las distorsiones” (pág.81)


Llama la atención que Maalouf no hable directamente de una sociedad democrática, donde las minorías sean respetadas, donde las libertades civiles sean tenidas en cuenta, donde, la religión tenga una dimensión más privada que estatal, pues, uno de los males de fondo, es la distorsión de la religión en las sociedades árabes y musulmanas, que penetra en la propia aplicación de las leyes, generando estados teocráticos incompatibles con los modelos de las democracias Occidentales.


“(…) Es evidente que algo grave e incluso inaudito ha ocurrido en esa región y ha contribuido a trastornar nuestro mundo y a desviarlo del camino que habría debido ser el suyo” (pág.82).


El 11-S de 2001, marcó el fin de un trastorno que tuvo su origen, entre otros en 1948 con la creación del Estado de Israel, que alteró para siempre el panorama de Oriente Próximo, generando dinámicas insospechadas que han llegado hasta nuestros días.