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“(...). La incorporació de Catalunya a Europa ofereix per als catalans l’aspecte anomenat “catalanització”. Per als europeus, ofereix els aspectes “desprovincianització”, “desruralització”, “urbanització”. Però són la mateixa cosa. Una Catalunya “urbana”, viva, autèntica; això és el que vol dir “una Catalunya europea”. Tota la resta és jocfloralisme, pairalisme, sardanisme. La Catalunya del futur pot, si vol, celebrar Jocs Florals, ballar sardanes i beure en porró. Però que no pensi que amb això sol es farà catalana. Si fer-se “mes català” equival, avui dia, a fer-se “més europeu”, caldrà convenir que el folklorisme a ultrança pot fer més nosa que servei*” (pàg.119)
[La incorporación de Cataluña en Europa ofrece para los catalanes el aspecto llamado "catalanización". Para los europeos, ofrece los aspectos "desprovincianització", "desruralización", "urbanización". Pero son la misma cosa. Una Cataluña "urbana", viva, auténtica; eso es lo que significa "una Cataluña europea". Todo lo demás es jocfloralisme, pairalisme, sardanismo. La Cataluña del futuro puede, si quiere, celebrar Juegos Florales, bailar sardanas y beber en porrón. Pero que no piense que con esto solo se hará catalana. Si hacerse "más catalán" equivale, hoy en día, a hacerse "más europeo", habrá que convenir que el folclorismo a ultranza puede hacer más estorbo que servicio]
*Josep Ferrater Mora. Les formes de la vida catalana. Catalanització de Catalunya. Biblioteca Selecta 179, Editorial Selecta, Barcelona, 1960.
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Filosofías del mundo:
Los chistes...
[1]
Una ancianita cristiana sale cada día al porche de su casa y grita:
—¡Alabado sea Dios!
Y cada mañana, su vecino el ateo de la puerta de al lado, le responde gritando:
—¡Dios no existe!
La anécdota se repite durante semanas enteras.
—¡Alabado sea Dios! —grita la dama.
—¡Dios no existe! —responde el vecino.
Con el paso del tiempo, la señora empieza a tener dificultades económicas y casi no le llega el dinero para comer. Cuando sale al porche, le pide a Dios que le ayude con la compra y luego dice:
—¡Alabado sea Dios!
A la mañana siguiente, en cuanto sale al porche, se encuentra con unas bolsas con la comida que le había pedido a Dios. Naturalmente, grita:
—¡Alabado sea Dios!
El ateo aparece de detrás de una mata y le dice:
—¡Y un cuerno! Esta comida la he comprado yo. ¡Dios no existe!
La ancianita le mira y se sonríe. Grita:
—¡Alabado sea Dios! No sólo me has conseguido la comida, Señor, sino que además has hecho que la pagara Satán. (pág.111)
[2]
Una abuela judía está viendo cómo su nieto juega en la orilla de una playa cuando se acerca una ola enorme y se lo traga el mar. Entonces, ruega:
—Por favor, Dios mío. Te lo ruego, devuélveme a mi nieto.
Y una ola enorme se cierne sobre sus pies y devuelve al niño a la playa, intacto.
Y ella mira hacia el cielo y dice:
—¡Llevaba un gorrito! (pág.115)