Las bolsas sigue en caída libre. El problema es que nos arrastran a todos. La lista de los PIG sigue su camino inexorable. Las profecías se cumplen, acaban convirtiéndose en autorreferenciales. Los mercados dicen que tal país no es fiable y consiguen el efecto esperado, es decir, que ese país vaya a la bancarrota. Que su deuda se vea flagelada por la especulación, Italia está en el punto de mira de los mercados que no atienden a razones. ¡Por qué no les ponen un bozal! Los mercados atacan y los Estados quedan indefensos y eso mientras la UE se lo mira con una mezcla de resignación y cinismo.
¿Qué hace la UE y el BCE? ¿Cómo se puede contemplar el derrumbe de la credibilidad de los Estados a manos de los muyahidines especulativos? ¿Cómo podemos los ciudadanos defendernos de estos ataques? Está claro que después de Irlanda, Portugal, Grecia, ahora Italia, vendrá España. Los 574 puntos básicos de la deuda Italia abocan hacia la destrucción del crédito y la destrucción del tejido social. España ha rozado los 417 puntos básicos. Es decir, que España tiene que pagar un 4,17% más que el bono alemán. Unos intereses cada vez más altos que acaban convirtiendo a los Estado en rehenes de los mercados. Esos mismo mercados que se hundieron en el 2008 y que los Estados tuvieron que rescatar, ahora, como recompensa, el sistema financiero a través de los mercados y asociados, trata de pasar facturas.
Sarkozy afirmó después de la crisis del 2008 que debería reformarse el capitalismo. De esas palabras, naturalmente, no queda nada. Pero si no se hace nada, ese capitalismo que durante la etapa del Estado del bienestar, estuvo medianamente controlado, está escapando de todo control. Las desregulaciones han posibilitado está situación de riesgo potenciadas por las nuevas tecnologías que permiten operar en tiempo real en todos los países. Mientras la economía y sus engendros –bonos, Call, Warrant, Junk-Bond, Flecha rota, etc.,-, financieros campen a sus anchas, y la pusilanimidad de nuestros políticos sigue en esa dirección somos presa fácil. ¿No deberíamos unirnos para decir que no podemos seguir así? ¿En qué queda la democracia? ¿Dónde está la soberanía de los ciudadanos? ¡Acaso todo es puro teatro!