El lunes 7 de noviembre fue elegido por los dos grandes partidos para su cara a cara televisivo en TV1. Escenario faraónico y dos bustos parlantes que hablaban sin escucharse. Los bloques temáticos dieron poco de sí. No hubo propuestas globales ni por supuesto planes que vayan más allá de cuatro años. Nadie planea proyectos nacionales para dentro de 25 años. Un plazo que a estas alturas de la crisis es un tiempo inimaginable. Nada de que ofrecer para las generaciones que vendrán. Sólo estrategias a corto plazo.
Preguntas de los candidatos que no se contestaban, pose de Rajoy como futuro Presidente. Rubalcaba lanzando preguntas que sabía que el otro no iba a responder. Cifras y datos, pero no anuncios de futuro ni proyectos compartidos. La crisis no se gestiona ni en el Congreso ni el Moncloa. Se dirige desde otros escenarios, BCE, Berlín y París. Cierto, somos la cuarta economía europea, pero somos periféricos. Deberían habernos dicho que nuestra capacidad de maniobra es muy limitada. Sin embargo, nada se eso se dijo. La ilusión de soberanía se manejo sin demasiado complejo.
No se hablo de la educación y sanidad, excepto para criticarse en función de si ayudaba a resaltar el papel de lo público o privado. Pero no se hizo énfasis en que modelo queremos para las próximas generaciones.
No se hizo propuestas creíbles sobre el empleo. ¿Cómo transformar una estructura de producción tan desequilibrada? M.Rajoy hablo desde un saber mágico, según el cual cuando lleguen al gobierno –en el caso que se confirmen las encuestas-, inmediatamente y por ensalmo se producirá empleo, desde el sector privado. El Estado debe reducirse al máximo para el bien de la sociedad. Ese fue su mensaje. Un acto de fe. Es significativo que al final es un acto de fe escoger a un candidato u otro. La propia dinámica de la política y la interconexión entre economías, impone unas limitaciones tales que no importa lo que digan los candidatos que tendrán que ceder antes una realidad que no pueden controlar.
En fin, mucho ruido para tan poco bagaje final. Los indignados del 15-M son ya espectros que los grandes partidos saben que no contaran en la votación final. Por ello no aparecieron en el debate. Otros que no aparecieron son la construcción nacionalista y las sendas independentistas que se diseñan en el País Vasco y Cataluña. Opciones disolventes del Estado que no tuvieron ni un minuto para nombrarlos. Si en cambio la discusión de las Diputaciones. Las voces de los candidatos son historia, queda toda la campaña electoral por delante. Un desierto se avecina porque no hay proyectos que liderar, se hace urgente la aparición de nuevos políticos. Estoy seriamente pensando en votar a Equo. ¡También estoy indignado!