diumenge, 30 d’octubre del 2011

Derivas imprevisibles


Atentados en Turquía, Israel, contraataque israelí, represión en Siria, exhibición de los verdugos de Gadafi. Oriente medio sigue siendo fuente de funestas noticias. Atentado mortífero en Afganistán. Noticias que dejan la sensación que las situaciones se pudren y enquistan. Ataque de la aviación israelí deja a 9 palestinos muertos, es la respuesta “moderada” a los “lanzamientos de cohetes” por parte de las Brigadas de Al Quds, el brazo armado de la Yihad Islámica, en Rafah, al sur de Gaza. La aventura en Afganistán está embarrancada, los 13 muerte norteamericanos son un buen ejemplo que la acción de los talibán sigue sin solucionarse. España también está en esa zona de conflicto no se sabe en calidad de qué. Lo único cierto es que los avances en derechos sociales, políticos, etc., no han avanzado nada y si hay claros indicios de regresión.

Uno de los efectos perversos en las “intervenciones amigas” en Libia es que han dado la oportunidad para que el Consejo Nacional de Transición libio ha declarado su intención de regirse por la sharia como norma legislativa, es decir, la teología será quien determine las conductas de los ciudadanos o habría que decir ¿creyentes? Si después de apuntalar al Consejo los países europeos para destruir al amigo incómodo, ahora resulta que se sustituye al dictador y en su lugar podría configurarse un estado teocrático más o menos intransigente. Es verdad que Libia tiene petróleo y gas y con eso no se juega, deben pensar los mandatarios europeos.

 
Lo llamativo es que la opción “prooccidental” no goza de la simpatía general, está por ver si la sociedad libremente escoge el yugo religioso o el neocolonialismo occidental. En todo caso, estas sociedades están atrapadas entre Caribdis y Escila -entre el fuego y las brasas-. ¿Qué pedagogía ha hecho Europa en estos países, sino aprovechar su posición para mantener dictaduras que proporcionaban ventajas a los europeos y afligían a sus pueblos?

Siria sigue su particular calvario a manos de otro dictador tan sanguinario como el estrafalario Gadafi. Amenaza con males bíblicos, pero no tiene credibilidad a estas alturas. Su único aliado objetivo es Israel. La democracia solitaria en un mar de tiranías era una imagen mistificadora para poder justificar su comportamiento criminal. En nombre de la seguridad  se puede justificar cualquier cosa. La cobertura del 11-S del 2001 les permitió seguir su política de destrucción del enemigo, los países del entorno está cambiando, pero Israel sigue practicando la misma política. ¿Por qué está condescendencia con los gobiernos de Israel? La respuesta es tan obvia que habrá que remarcarla: mala conciencia de los europeos. Pero no se puede vivir permanentemente de eso. Lo que pase en Siria que hace de tapón con Irán determinará la actitud final de Israel. Pero Siria se desliza hacia un proceso imprevisible, no es Libia, y los países occidentales no irán a socorrer a los ciudadanos que son masacrados por el régimen de El Assad. Si Europa se indigna –con razón- por las masacres de Gadafi, ¿por qué no se indigna con Israel y Siria? La respuesta cínica es que Israel es uno de los “nuestros” y Siria nos queda muy lejos. Entonces ¿por qué estamos en Afganistán? Está claro que vivimos en un mundo de paradojas irresolubles.



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