diumenge, 16 d’octubre del 2011


He visto la película Biutiful de Alejandro González Iñárritu con Javier Bardem, Blanca Portillo entre otros. Una película crepuscular que enseña los avatares del protagonista Uxbal en un entorno deshumanizado. El cuarto mundo instalado en casa. Los personajes tratan de sobrevivir en plena crisis. Uxbal trata de hacer lo correcto en un medio que no sabe de ética. Hay una lucha por la supervivencia despiadada y brutal. Sin embargo, Uxbal quiere dar lo que no le han dado. Ayudar a los que lo necesitan –paisaje multicultural-, donde la explotación y la miseria acompañan unas vida en el límite. Pero es en el límite donde se mide la voluntad del protagonista. También él está acabado, pero quiere redimirse, por él y por los suyos.

Viendo esa película donde aparece Barcelona como telón de fondo, hace pensar en lo que significa ser catalán. Jordi Pujol dejó constancia que ser catalán es aquél que vive y trabaja en Cataluña. Una obviedad que fue exaltada a la condición de definición. En biutiful ser catalán es vivir en Cataluña, pero las circunstancias sociales hacen que los anhelos nacionalistas están lejos de las necesidades reales de los ciudadanos.




CiU ha puesto rumbo hacia la independencia. La vía para acceder a ella se llama ahora pacto fiscal. Está en su derecho. Pero no es de obligado cumplimiento. Uxbal es todo lo temido por el nacionalismo. Incluido la izquierda. Uxbal es un lumpenproletariado –la palabra ha tenido momentos de gloria- es un marginado. En una sociedad global Uxbal trabaja con inmigrantes clandestinos, mafiosos locales y foráneos, policías corruptos, etc. Para CiU y el PP son los enemigos de nuestro bienestar. Por ello se ha de controlar sus trapicheos, el desaguisado de agosto con el PIRMI fue una manera de castigar a los pobres.

CiU quiere la independencia. En su mundo irreal quieren que paguen los que no se muestran entusiasmados por los reclamos de una Cataluña que quiere dejar a una madrastra malvada, España. Uxbal y los otros catalanes, solo quieren que se les consideren ciudadanos de pleno derecho y no solamente como sospechosos habituales. ¡No era Félix Millet un modelo de civismo! Cuando hay que escoger entre los “nuestros” (nostres) y los “otros” (altres) CiU siempre escoge a los suyos.




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