Leo con interés el artículo que S.Carrillo publica en El País (8/10/2011). El título del citado artículo es ¿Dónde está el problema?. De su lectura queda la extraña sensación de reivindicar la socialdemocracia que durante tanto tiempo fue su peor enemigo. Pero el tiempo pasa, y las ideas que antaño parecían provenir de la Verdad, hoy resultan menos evidentes. ¿Cómo solucionar el problema actual? ¿Qué les pasa a los mercados? ¿Cuándo se habrá tocado fondo en la recapitalización de los bancos?
La crisis que empezó en el 2008 sigue imparable, a pesar de los múltiples parches que sean confeccionado para solucionarla. Los países Occidentales luchan contra un cáncer que parece querer devorar todo el sistema. La causa que es multifactorial tiene uno de sus ejes en un problema de capitalización de los bancos. Se han inyectado cifras millonarias en el sistema financiero desde los Estados, pero al parecer esta solución no ha supuesto un cambio significativo en el comportamiento de los mercados. La falta de financiación está destruyendo a la economía productiva, que a su vez, ve como la demanda baja en caída libre. Las familias como las empresas se ven en dificultades para seguir financiando su modo de vida. La destrucción del tejido productivo incrementa el número de parados en los países occidentales. El BCE ha establecido que es necesario un ajuste drástico en la política presupuestaria. Endeudarse se ha convertido en anatema. Pero dicho esto, se sigue drenando dinero a la banca. Hay un problema de fondo que consiste en que las soluciones han de ser globales, pero se sigue en la lógica de los estados nacionales. El ejemplo de Alemania y Francia es una muestra palmaria de esta lógica. Falta liderazgo político y solidaridad europea, ambos requisitos está lejos de poder ser alcanzados.
Los problemas, además, tienen su propia especificidad en cada Estado. España que había anunciado a bombo y platillo que su sistema financiero era la envidia del mundo mundial, se ha visto desbordada en todos los frentes. La solución ha sido reconcentrar las entidades crediticias. Bancos y Cajas de Ahorro se han visto obligadas a fusionarse. Además nuestro sistema productivo está en parálisis generalizada debido a las debilidades de nuestras industrias que no han sabido buscar alternativas a un modelo que tuvo como eje de crecimiento la industria del ladrillo. Las cifras del paro son las más elevadas de la OCDE.
El panorama no mejora cuando las agencias de calificación rebajan –otra vez- nuestra deuda. Un gobierno que ha finalizado en medio de la mayor catástrofe económica desde 1929, no ha podido resistir los embates que venían de fuera y no fue capaz de tomar medidas urgentes cuando la crisis ya se había instalado. Ahora las encuestas nos dicen que no es necesario ir a votar el 20-N, pues, ya sabemos quién va a triunfar. El PP y su presidente, M.Rajoy ya se sienten ganadores de los próximos comicios. Hablan con retórica patriótica, pero no han dicho que van hacer. La respuesta será la que marquen en Europa, es decir, ir a remolque de los acontecimientos. Durante esta legislatura su afán de destruir al adversario político le ha hecho hacer una oposición insensata. Ahora pedirán lo que se negaron anteriormente. Los expertos –la credibilidad de la ciencia económica está bajo mínimos- han augurado una larga travesía por del desierto hasta el 2015 para empezar a salir de la crisis.
Si esos lúgubres vaticinios nos acompañan, querrá decir que la legislatura que salga de las urnas del 20-N tendrá el dudoso honor de ser el gobierno de los recortes en el estado del bienestar. La brecha entre ricos y pobres, entre los que tienen un empleo y los que no, los empleados públicos y los privados se va hacer más grandes y las tensiones sociales van a ir en aumento.
Rajoy sabe que es perder cuando lo tenía todo a favor, ahora, sabe que si gana va a tener la gloria de ganar, pero su victoria será pírrica, porque se enfrenta a una tarea de la que nadie puede salir victorioso si no es a través de la unión de los diferentes países que conforman la UE.
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