dissabte, 29 d’octubre del 2011

humanistas......pero menos.


Quisiera comentar las declaraciones del humanista Paul Ríos, coordinador del movimiento Lokarri. Dice el humanista: “Lo humillante es lo de obligarles a pedir perdón. Es humillante para ETA, pero también para las víctimas.” No sé qué lógica si es que hay alguna en esa fantasiosa posición según la cual todos son responsables del conflicto vasco. Se rechaza la violencia en abstracto, pero inmediatamente, se coloca en la misma posición al Estado de derecho y a los asesinos. ¿Por qué debería ser humillante que ETA pidiera perdón? Naturalmente, no lo van hacer, en esa declaración que ha causado tanto revuelo no se hace NINGUNA mención a las víctimas, pero el humanista Ríos se siente en la obligación de pedir que nadie acuse a ETA.


En el artículo de Pedro Gómez Damborena “Cuatro pelagatos” (El Pais, 29-10-2011) hace un relato vívido que nos ilustra lo que se sucedido en el País Vasco. El humanista Ríos nace cuando le falta a la Constitución cuatro años para nacer y que marcará la espiral homicida de ETA y su entorno. Un entorno que hará posible la aparición de humanistas como Ríos y su prodigiosa capacidad de equidistancia. ETA lo ha contaminado todo, y la sociedad vasca es culpable por acción y especialmente por omisión de haber alimentado a esa banda de asesinos con excusas delirantes de pura de sangre.

Los dirigentes de Bildu se han paseado por Cataluña en busca de complicidades y la izquierda nacionalista y el nacionalismo a secas, los han recibido con los brazos abiertos, a pesar de Bildu, jamás ha condenado los atentados, ninguno de ETA, cuando además aún resuenan los ecos de los atentados de Hipercor y Vic que fueron de los más sangrientos de su ensangrentada trayectoria. Ninguna mención a las víctimas, NADA. En algunos círculos políticos parece que se está dispuesto a cualquier cosa porque una banda de forajidos ha dicho que piensan dejarlo, ¿qué credibilidad tienen?, ¿por qué se le da un crédito que no se han ganado? Bildu sabe que el tiempo es oro, quiere las instituciones que tanto desprecian, les sirvan a sus interés ¿Por qué la democracia debería recompensarlos? ¿Qué han hecho ellos y todos los “servicios auxiliares” de ETA para premiarlos? La democracia debería ser muy exigente para dar carta blanca a esos ventrílocuos que no dicen nada de lo que dirían los asesinos de ETA.



Cap comentari:

Publica un comentari a l'entrada