Capítulo 5 de Auto de
fe. Un flamante mobiliario
Síntesis: El capítulo se
desarrolló a través de los cambios que Teresa impone en su “nueva” casa.
Cambios que afectan a la reorganización del espacio de Kein.
“-No pienso comer sola
en la cocina como una criada. La señora de la cosa come en una mesa.
-La mesa no existe.
- Es lo que siempre
digo: tendría que haber una “ (pág.69)
Teresa está dispuesta a
llevar una revolución doméstica en su nueva casa. Se empieza por la mesa, sigue
por eliminar el dichoso diván, por una cama decente y un nuevo aguamanil.
Teresa ha persuadido a
Kein de la necesidad de imponer nuevos
cambios, en la configuración de las habitaciones ¡quiere igualdad de derechos!
¡En las comidas, Teresa habla y no para! Y Kein, quiere que pare de hablar.
Acaban firmando un “contrato” donde estipula la nueva situación:
“ Declaro que todos los
libros guardados en las tres habitaciones que me corresponden son legítima
propiedad de mi marido, y que nunca y bajo ningún concepto se efectuará cambio
alguno en dicha propiedad. Por la cesión de las otras tres habitaciones me
comprometo a guardar silencio durante las comidas “ (pág.70)
Teresa no puede hablar
en las comidas, pero Teresa busca otra hora para seguir su campaña de cambios.
Teresa intercepta a Kein antes de su paseo matutino para lanzarle una nueva
carga de profundidad: -“ (...) Yo no podría dormir en ese diván (...). En una
casa decente debe haber una cama decente” (pág.70-1)
Teresa le reprocha la
dureza del diván-cama. Kein, no da crédito a la insolencia de ella. ¿Cómo sabe
ella, que el diván-cama es dura? ¡Kein se había olvidado de ese episodio
catastrófico en el que Teresa se quitó la falda-mejillón y se recostó en el
diván después de deshacerse de los libros que lo cubrían!
La visión de Kein de ese
episodio se le representa de nuevo: “Un monstruo mitad mujer desnuda y mitad
blusa, dobló con cuidado las enaguas y cubrió los libros con ellas, como un
sudario” (pág.72)
En su diván-cama, Kein
pensaba en lo dicho por Teresa. Kein, resolutivo salta de su diván y se dirige
hacia la habitación de Teresa, ¿él era el hombre!. Al entrar Teresa no daba
crédito que él entrará, ¡por fin! “Se levantó de la cama sin hacer ruido, se
quitó el camisón y se puso las enaguas guarnecidas de encajes” (pág.72) Teresa
esperaba que su marido consumará el matrimonio, pero Teresa vio que no iba por
allí los tiro. Kein dijo: -“ ¡Mañana se
me comprará una cama!- rugió él. Ella no contestó-. ¿Entendido? (pág.73) ¡Teresa volvió a la cama
y fantaseo con un hombre!
Al día siguiente traen
la cama y además, ¿Oh sorpresa! Un aguamanil. ¡Y todo al mismo precio! ¡Teresa
si sabe comprar! Kein está fuera de sí. Su vida con Teresa se le hace
insoportable. Por eso Kein le prohíbe a Teresa que entre en su estudio. “ Pues
Kein aspiraba silencio como otros aspiran aire” (pág.77).
Kein se lanza a
elucubraciones encerrado en su estudio acerca de la naturaleza de los libros,
¿son inorgánicos?, pero “¿quién ha demostrado fehacientemente la insensibilidad
total de lo inorgánico?” (pág.78)
Se sentía prisionero en
su propia casa. ¡Maldita Teresa! Al lavarse la cara experimentaba un cierto
alivio al cerrar los ojos. Cerrar los ojos se convirtió en una necesidad, así
no tendría que ver esa cama y todo lo que Teresa había hecho. Cerraba los ojos
y realizaba las tareas cotidianas con una sensación embriagadora. Sintió una
nueva percepción en ese estado
“La ceguera es un arma
contra el tiempo y el espacio. (...). El principio dominante en el cosmos es la
ceguera” (pág.83). “A la manera de Berkeley “Esse percipi: ser es ser percibido;
lo que yo no percibo, no existe” (pág.84). Kein se consuela cerrando los ojos
para no ver como Teresa ha trastocado su antiguo mundo.