Ayer la justicia se convirtió en un nuevo espectáculo lamentable. Matar cuesta 310.000 €, al menos es lo que le ha costado al yerno de los Tous. Un jurado popular declaro no culpable de homicidio, ahora la juez que ha redactado la sentencia, declara que” aunque Corominas sea inocente al aplicársele la eximente completa de legítima defensa, sería "injusto" que los familiares de Gazmend "se vieran privados de resarcimiento".
Todo el asunto ha sido un auténtico disparate jurídico y mediático. Los Tous tienen mucho poder e influencia. La prensa -especialmente de derechas- ha sido pródiga en los detalles para exonerar a Lluis Corominas que tiene como haber a su favor ser el yerno de los Tous. En el juicio, por lo que he leído, el asunto era sencillo. Cualquier estudiante de primero de derecho sabía que él era culpable. Si no hubiese sido quién es, lo más probable es que hubiese sido condenado. No quiere ni pensar si el asunto hubiese sido al revés, porque entonces la culpabilidad hubiese sido total y definitiva.
Abogados defensores de alto nivel –un antiguo magistrado de la Audiencia Nacional- han defendido a un acusado que era culpable. ¡Nadie que no quiere bronca se acerca de madrugada a un coche, en medio de la calle, donde sospecha que hay delincuentes! ¡Pues, el señor Corominas se acerca y dispara!
Los antecedentes son ahora irrelevantes. Si anteriormente habían robado, era razón de más para avisar a la policía de un coche sospechoso en las cercanías de la vivienda a altas horas de la noche. Unos ladrones venidos del este, dedicados al robo, no son naturalmente, las víctimas más proclives para generar indignación o compasión. Corominas no los encontró en su casa, pues, allí tenía todos los requisitos para la legítima defensa (art.20.4 del CP). Los requisitos que el TS ha determinado para su aplicación no son aplicables al caso, pero de manera misteriosa -iba a decir milagrosa-, aquí sí se aplican. Si la justicia cuyo símbolo es la balanza en equilibrio y los ojos vendados, se ha trasformado de manera escandalosa para que un ciudadano con influencias se libre impunemente de un asesinato. No voy a decir nada de los abogados de la víctima que no han sabido o podido convencer a un jurado popular de la obviedad de un asesinato.