dissabte, 11 de maig del 2019

José Ortega y Gasset: Fascismo (II)

II

Ilegitimidad

Por su dintorno el fascismo es un partido autoritario (…), confusamente antidemocrático (…); nacionalista (…)”. Desde fuera, destacan dos notas: “la violencia y la ilegitimidad”. Para ortega y Gasset, la violencia es consecuencia de la ilegitimidad. La paradoja de su ilegitimidad aún después de haber adquirido poder. “No pretende el fascismo gobernar con derecho, no aspira siquiera a ser legítimo. Ésta es a mi juicio, su gran originalidad (…)”.


En el fascismo, la violencia “es el sucedáneo de una legalidad inexistente”. Su fuerza está en apropiarse un motivo “hay que salvar a Italia”. Ortega y Gasset, llama la atención de esta anomalía, que un motivo, pueda triunfar y además sea aceptado “por una nación contemporánea”.

Ortega y Gasset hace una afirmación que parece reflejar lo que sucede en el 2019, cuando dice lo siguiente: “(…), porque hoy -1925- no existe en las naciones continentales ninguna forma de legitimidad que satisfaga e ilusione a los espíritus.”. Establece un pronóstico: “No es dudoso que en el momento que aparezca un nuevo principio de la ley política capaz de entusiasmar sin vacilaciones a un grupo social, el fascismo se evaporará automáticamente.” Lo que le lleva a concluir en su presente –nuestro pasado- que es la falta de convicción de liberales y demócratas lo que hace posible que el fascismo pueda medrar en el tejido social. 

El “fenómeno histórico” no es más que la impotencia de los que deberían defender las instituciones democráticas. Por eso, puede pronosticar que “son movimientos esencialmente transitorios lo cual no quiere decir que duren poco”. Ortega y Gasset rechaza la tesis según la cual “la historia política es siempre obra de minorías resultas”. Tesis con han compartido el fascismo, la teoría de las élites -V.Pareto, G.Mosca, R.Michels-, y el leninismo. Pone el énfasis en la idea –que se olvida con demasiada facilidad-, que “para vencer tienen que convertirse de un modo u otro modo, en mayorías.” Concluye el artículo que cuando los partidos que deberían defender las instituciones dejan de hacerlo con la complacencia de la sociedad, es cuando esos grupos, pueden llenar ese vacío.



El fascismo, y sus actuales variantes, tienen una losa enorme, y es la historia. Mientras se mantenga viva y se actualice esa memoria, el fascismo tendrá dificultades, sin embargo, si las propias fuerzas democráticas se dejan arrastrar en el campo de la demagogia, entonces, su supervivencia será responsabilidad de las fuerzas políticas y sus instituciones.



divendres, 10 de maig del 2019

José Ortega y Gasset: Fascismo (I)

José Ortega y Gasset, OC, vol II (1916). El Espectador VI,  Sobre el fascismo (1925), Taurus.Santillana, Madrid, 2004.


A propósito del ascenso de Vox en el panorama política español y su entrada triunfal en el Congreso de los Diputados, con 24 escaños en las elecciones del 28 de abril de este año, las reflexiones de Ortega y Gasset, sobre el fascismo, pueden sernos útiles aún hoy. Lo cual demuestra el retroceso que supone una ideología como la que Vox encarna.

Contorno y dintorno

El texto de Ortega y Gasset está escrito en el año 1925, así que tenemos la suerte de poder mirarlo con perspectiva histórica, -94 años nos contemplan-, una Guerra Civil, una Segunda Guerra Mundial, la Guerra Fría, el ocaso del comunismo, el ascenso de los neoliberales y el retroceso de la socialdemocracia y la globalización, sin olvidar la revolución tecnológica ocurrida durante el siglo anterior y el presente. Ante esta perspectiva, conviene recordar lo dicho por Marx a propósito de Hegel, éste había dicho que los grandes hechos aparecen dos veces, Marx replicó diciendo que “se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa” (K.Marx, El Dieciocho Brumario de Luis Bonaparte, trad.O.P. Safont, ed.Ariel, Barcelona, 1985, pág.11).

El artículo de José Ortega y Gasset, se produce como consecuencia de otro artículo de Corpus Barga [Andrés García de la Barga y Gómez de la Serna 1888-1975] llamado “La rebelión de las camisas”, a propósito del fascismo italiano y su exhibición de las “300000 camisas de fuerzas” que dice Ortega y Gasset.


Ortega y Gasset, afirma que el fascismo es contradictorio por su amalgama ideológica. Sus caracteres son: el autoritarismo, la rebelión, su desdén democrático, pero “no cree en la restauración de nada pretérito”. Retórica de un estado fuerte y a la vez, disolvente en las instituciones.

Corpus Barga dirá que el fascismo “es un fenómeno histórico”. A partir de esta constatación Ortega y Gasset trata de bucear en el significado de este “fenómeno histórico”. Nos dirá que “su verdadera naturaleza está fuera de él, detrás de él”. En un ramalazo metafísico nos dirá que “los fenómenos o apariencias son el vocabulario que lo real adopta para hacer su presentación”. Ortega y Gasset, ve en el fascismo no tanto un carácter intrínseco, una esencia que habría que investigar, sino que es ante todo un síntoma. Así dirá: “en cada fenómeno colaboran todas las demás”.

Cada situación dibuja, al decir de nuestro filósofo, un “doble perfil”, un dintorno y un contorno. Por esta razón podrá decir lo siguiente:  “no puede definirse claramente un fenómeno histórico, si, después de decir lo que él es, no añadimos lo que es su ambiente.” (…) “En las épocas normales y bien constituidas la realidad histórica se ha creado un vocabulario de apariencias que expresan adecuadamente su oculta intimidad. (…) Pero en otras épocas –y a ellas pertenece la actual-, la realidad histórica ha cambiado sin haber conseguido aún crear su nuevo lenguaje.”

Esta afirmación sigue siendo válida en la actualidad. Vivimos una época confusa en la que pugnan lo antiguo y lo nuevo, en todos los ámbitos desde escala individual hasta lo global. 

Fascismo y comunismo, como ideologías, combaten al liberalismo  y a la democracia. Lo que llama la atención de Ortega y Gasset, no es tanto que hace el fascismo, como que hace o mejor que no hace el liberalismo y las fuerzas democráticas. Para ilustrar esa inacción, utiliza la figura de Julio César y la república romana.

Ortega y Gasset intuye que hay un factor que posibilita esta situación –el ascenso del fascismo-, y es el “desprestigio de las instituciones establecidas”. Hoy podríamos establecer paralelismos similares.


dijous, 9 de maig del 2019

Joan Fuster: Nacionalism(e)o

Joan Fuster en su “Diccionari per ociosos”, nos explica en la letra N “nacionalisme. Término en la actualidad tan manido que ya no se sabe de qué hablamos, lo cual resulta muy extraño y perturbador.




Fuster empieza desempolvando el término “nacionista” que aparece en el Diccionario Aguiló [Marian Aguiló i Fuster (1825-1897] a propósito de un texto, el Lumen Domus. En el Diccionario aparece un pequeño fragmento del mencionado Lumen Domus que dice así: “Si los frares predicadors de Catalunya gozan quexarse y parlar ab lo degut zel de los de sa nació, al punt són tractats de nacionistas i bandolers” [“Si los frailes predicadores de Cataluña  tienen la osadía de quejarse y hablar con el debido celo de los de su nación, al punto son tratados de nacionistas y bandoleros”]. Fuster aclara: “Una prèvia: “bandolers”, ací, vol dir “parcials”; no hem d’exagerar les coses!” [Una previa: “bandoleros”, aquí, quiere decir “parciales”; no hemos de exagerar las cosas]. Fuster aventura que el texto Lumen Domus, y el término “nacionista” ha de ser de antes del siglo XIX. Porque nacionista es precursor de “nacionalista”. Fuster hace volar la imaginación y aventura una idea atrevida al decir que “ I heus ací que en llengua catalana aquest derivat de nació –el sufixista s’hi fa plenament significatiu- s’anticipa, n’estic segur,a totes les altres llengües europees”. [He aquí que en lengua catalana este derivado de nación -el sufijo se hace plenamente significativo- se anticipa, estoy seguro, a todas las otras lenguas europeas](…) 





Fuster sintetiza los dos rasgos que conlleva el nacionalismo: “lamentació i reivindicació”. La exaltación patriótica siempre supone al “otro”. Llegar afirmar que el “’nacionalisme’ ens permet de pensar que és una forma de ‘patriotisme’ una mica especial: un ‘patriotisme’ vexat i, per això mateix, més agressiu.” (pàg.101-102) ["nacionalismo nos permite pensar que es una forma de patriotismo un poco especial: un patriotismo humillado y, por eso mismo, más agresivo"]. 

Establece una tipología interesante entre pueblos plenos (excel•lit) y pueblos frustrados. Los primeros son aquellos que han acabado convertidos en estado-nación, mientras que los otros no han llegado a nada. Pone el ejemplo de Francia y de los Países Occitanos. A partir del siglo XIX, el “nacionalismo”, apunta Joan Fuster “entraren en una nova fase de consciencia política: nosaltres, també" ["entraremos en una nueva fase de consciencia política: nosotros también"]. Apunta la idea que Cataluña ni era un pueblo pleno ni frustrado. 

¿Qué era entonces? Dice Joan Fuster: “(…) Els catalans, a diferencia  dels uns i dels altres, estaven en condicions d’esdevenir nacionistes amb una facilitat què és quasi premonitòria”.["Los catalanes, a diferencia de los unos y de los otros, estaban e condiciones de convertirse en nacionistas con una facilidad que es casi premonitoria"](pàg.104). ¿Por qué nacionista y no nacionalista? La respuesta es que el nacionalismo catalán “mai no fou un nacionalisme virulent i resolut. La vocació nacionalista prou la tenim: l’adversitat ens hi ha empeny i obliga. Ara bé: és una vocació que no arribem a satisfer" [nunca fue un nacionalismo virulento y resoluto. La vocación nacionalista ya la tenemos: la adversidad nos empuja y obliga. Ahora bien, es una vocación que no llegamos a satisfacer]”. Acaba con una declaración escéptica: “Ser nacionista era una conducta explicable, lógica, en el XVII o el XVIII. No ho era gens, ja en el XIX. Ser nacionalista, avui, també es un anacronisme. Només que, en el fons, hi ha “pobles” que encara no poden ser res més que això. Es absurd. Tristament absurd.” (pàg.105) [ Ser nacionista era una conducta explicable, lógica, en el XVII o el XVIII. No lo era, ya en el XIX. Ser nacionalista, hoy, también es un anacronismo. Solamente que, en el fondo, hay "pueblos" que todavía no pueden ser nada más que esto. Es absurdo. Tristemente absurdo. ]

Esta declaración pesarosa, debería hacernos reflexionar en el momento actual, donde hay un juicio política y unos representantes de la ciudadanía que querían ir más allá de lo que podía imaginar Fuster.