Mañana empieza en el Congreso de los Diputados, la moción de censura contra el Gobierno de Mariano Rajoy. Pedro Sánchez, líder del PSOE, es quien defenderá la moción por “dignidad” institucional. La sentencia del caso Gürtel ha sido la gota que ha colmado el vaso de esa indignidad que supone la corrupción a gran escala que el PP ha llevado a cabo en las instituciones que ha gobernado. Sea en la Comunidad de Valencia, Madrid o Baleares.
Pedro Sánchez quiere ser recambio del PP y del gobierno de Rajoy. La pregunta es ¿qué respaldo parlamentario cuenta? La respuesta es que ninguna. Se ha lanzado a la piscina sin salvavidas. En el artículo de Vicenç Villatoro, “El mercadeo” (Ara.cat. 29-5-2018), nos hablaba de la cultura de los consensos en el orden institucional. En España, los consensos, son tratados con desprecio, son “mercadeo”. Europa lleva jugando a los mercadeos desde siempre. En España, la cultura de las mayorías absolutas, ha hecho impensable esa cultura democrática.
Ahora, toca plantearse que se puede hacer ante la apuesta de Sánchez, ¿participar positivamente en la moción o abstenerse o votar contra ella? Han dicho sus dirigentes socialistas –la palabra es hoy ininteligible-, que no quieren negociar nada con nadie. Saben que sin los votos de los grupos “periféricos” no saldrá adelante la moción de censura. Quiere un acto de fe de esos partidos que anteriormente ha puesto en la picota. Léase los partidos independentistas catalanes. ¿Qué deben hacer?
En Cataluña se han perfilado dos líneas de pensamiento. La primera consiste en votar con Sánchez la destitución de Rajoy. Sin ataduras, ni contraprestaciones de ningún tipo. Simplemente por higiene democrática. Hay que recordar que al PSOE le esperan días amargos con el caso de los ERES, cuando haya sentencia. ¿Qué habrá que hacer entonces? Otra línea de pensamiento, consiste en pasar de esa moción, excepto si hubiese contrapartidas. Es decir, un voto condicionado. Nada nuevo en el orden parlamentario, o sino que se lo pregunten al PNB que ha sacado 500 millones de € para el País Vasco. ¡Nadie ha protestado, excepto Cs!
En esa vía, muchos piensan que no se le puede dar un cheque en blanco, a alguien que pretende “actualizar” en el CP el delito de rebelión, cada encajarlo en lo que ha sucedido en Cataluña. Para los partidos independentistas, no es fácil pasarse ese sapo. Pero, pasarse ese sapo con alguna contraprestación, por ejemplo, cambiar al Fiscal General del Estado, acercamiento de los presos políticos a Cataluña, etc., no sería nada descabellado y entra dentro de esa legalidad a la que tanto se entregan los del Art.155.
Hay otro sector, la CUP, que no quiere ni oír hablar de los que sucede en el Congreso, porque eso es una pantalla que hemos pasado. Ni contraprestaciones ni apoyo ni nada. Esta opción es de un virtuosismo estéril que la CUP encarna como nadie.
Saldremos de dudas a partir de mañana cuando ERC y PDeCAT, deben tomar el mando a distancia para poner su voto en la mencionada moción de censura. Seguiremos atentos a la pantalla.