Pedro Sánchez nuevo Presidente del Gobierno. Una moción de censura que ha triunfado contra todo pronóstico. Vivimos en tiempos acelerados e imprevisibles. Habría que preguntarse porque el PP llega a ser tan antipático, que no es capaz de buscarse aliados. Pedro Sánchez se ha encontrado con aliados inesperados. Unos bienvenidos como el PNB, otros, los nacionalistas catalanes, incómodos y fuente segura de perturbaciones.
¿Qué podemos esperar? Hay un exceso de pensamiento mágico en el orden político. Se espera de él, hechos milagrosos, cuando deberíamos ser muy modestos en sus resultados. La política es pacto, negociación, consensos que rebajan las aspiraciones de los participantes. Como hemos vivimos en una democracia bipartidista en el que la mayoría absoluta era la norma, no han sabido desarrollar ni cultivar esa mínima sensibilidad hacia el adversario político. Cada vez que se ha necesitado la concurrencia de partidos bisagras, CiU, PNB, se ha hecho sin entusiasmo, como una losa que hay que soportar, a la espera de nueva mayoría absoluta.
La eliminación del bipartidismo y la aparición de nuevos actores políticos, por la derecha Cs, y por la izquierda Podemos, ha creado un nuevo escenario político. Es está confluencia de actores que ha hecho posible el triunfo de la moción de censura de Pedro Sánchez.
Sin embargo, los partidos nacionalistas, sí tienen aún un papel que jugar. Lo hemos visto con el PNB, que con sus cinco diputados ha sido clave en la resolución de esta moción de censura. ¿Por qué el PNB, tiene carta blanca y no los nacionalistas catalanes? La respuesta es una catalanofobia hábilmente cultivada desde las instancias nacionalistas españolas, especialmente Cs, que ha hecho de ella, su razón de ser.
Si la moción de censura ha catapultado a Sánchez a la Presidencia de España, el nuevo ejecutivo de la Generalitat, también ha empezado su andadura. Sus objetivos son claros: República. ¿Es una buena estrategia declarar ese objetivo? ¿No sería más cauteloso, un repliegue táctico? La experiencia de estos últimos meses debería hacer a los responsables de la Generalitat extraordinariamente cautelosos. El Art.155 ha sido derogado, pero su activación está a la vuelta de la esquina. Dependerá de la voluntad de Pedro Sánchez y la sensatez de Quim Torra.