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dissabte, 8 de novembre del 2014
dimarts, 4 de novembre del 2014
El futuro de las sociedades democráticas (5.3)
La responsabilidad del porvenir
Innerarity cita a Birnbacher
para esbozar ese nuevo concepto de responsabilidad que “apunte a promover
una situación mejor –disposición positiva- y, anticipe las consecuencias de las
acciones”. Como se puede leer la concreción de las propuestas son vaporosas
en el mejor de los casos, porque al decir de Innerarity “el dilema de la
política consiste en cómo gobernar procesos que no son directamente gobernables”.
Se trata de reducir riesgos incontrolables que la dinámicas sociales llevan a
cabo debido a la lógica de la complejidad.
Procesos que deberían canalizarse a través de “la producción de
capital social, bajo la forma de saber compartido, estructuras de cooperación,
mediación e informalidad (...)”.
La realidad está lejos de estos
intentos de llevar a cabo una nueva responsabilidad en el marco de la
globalización. Hemos de pasar de una responsabilidad “ejecutiva” –etapa
sólida- a una “garantizadora o infraestructural”.
Innerarity parece empeñado en
hablar de la política pero no del Estado, pues, para él, “la retirada del
Estado de determinados ámbitos únicamente se justifica en orden al mejor
cumplimiento de sus responsabilidades de configuración”. No se trata de
evadir responsabilidades, que es lo que parece cuando el Estado se hace mínimo.
Llama la atención el liberalismo de Innerarity contraponiéndolo a Toni Judt en
su última obra “El món no se’n surt” (Algo va mal), donde plantea la
reivindicación de la socialdemocracia y su papel en el estado actual de puesta
en cuestión de sus logros.
dilluns, 3 de novembre del 2014
El futuro de las sociedades democráticas (5.2)
Responsabilidad y complejidad
En nuestro modelo de
responsabilidad de etapa sólida la responsabilidad se atiene a una dimensión
jurídica –penal, civil- y una dimensión moral que no pasa de ser un brindis al
sol. Si estos es así, Innerarity recomienda evitar “el reduccionismo causal
de la responsabilidad que se agota en la regulación de los daños directos como
la expansión ilimitada del principio de responsabilidad (...)”. ¿Cómo
crear, pues, este nuevo concepto de responsabilidad?
Innerarity de vale de N.Luhmann
– éste es otro de los referentes de Innerarity- y su concepto de “lógica de
la complejidad”. Una sociedad compleja supone “una realidad llena de
constricciones e interdependencias producidas por la diferenciación y el
encadenamiento de efectos sinergéticos”. Para que se entienda, si
contemplamos un estanque de agua y lanzamos una piedra, el resultado ya no
depende de nosotros, pues, se movilizan fuerzas que escapan a nuestro control,
sin embargo, somos responsables de nuestra acción y de los posibles resultados
no queridos por nosotros.
Para Innerarity no hay acciones
sino procesos sociales que escapan a nuestra voluntad e intención, pero que por
esa lógica de la complejidad, adquieren autonomía propia. Característica de
estos sistemas es “la incertidumbre cognitiva y la inseguridad normativa se
han convertidos por ello en propiedades de las sociedades contemporáneas”.
Esta incertidumbre cognitiva explica la necesidad de construir conceptos que
permitan entender dichos procesos para poder incidir en ellos. La inseguridad
normativa expresa la deficiente construcción de nuestros conceptos actuales
para hacer frente a esta “lógica de la complejidad”.
Innerarity utiliza un concepto
de rabiosa actualidad, imputación que se conecta a la idea de causalidad, para
indicarle una nueva dimensión que “no parta de las intenciones de los
autores sino de las consecuencias condicionadas por sus acciones”. Innerarity trata de conjugar liberalismo con
responsabilidad por eso puede afirmar que la “obligación de rendir cuentas
no se refiera únicamente a las consecuencias intencionales, previsibles y
cognoscibles sino también a los efectos no pretendidos, imprevisibles y
desconocidos (...), pero de los que cabe esperar asuman la responsabilidad de esas
consecuencias si median buenas razones”.
Así, pues, la responsabilidad
no puede quedarse en el ámbito individual, se requiere que incluya la dimensión
colectiva. ¿Cómo trasladar esa responsabilidad de lo individual a lo público?
Innerarity no se olvida, como hacen los neoliberales del papel del Estado. Éste
tiene que asumir un papel activo en la “puesta a disposición de
infraestructuras, en la gestión de riesgos colectivos, la disminución de la
incertidumbre y la generación de confianza colectiva mediante procedimientos de
supervisión y en posibilitar la construcción cooperativa del bien común.
¿Cómo se puede llevar a cabo semejante obra? Llevando a cabo “regulaciones,
acuerdos e intercambio de saberes”. En resumidas cuentas, la cuestión que
se plantea es ¿cómo construir desde la política una nueva responsabilidad
adecuada a los nuevos tiempos?
diumenge, 2 de novembre del 2014
El futuro de las sociedades democráticas (5.1)
¿Quién se hace cargo del
futuro? Una teoría de la responsabilidad
Si la realidad es proteica y no
se deja gobernar como en la etapa sólida (Z.Bauman), es necesario “un
nuevo concepto de responsabilidad”.
¿Un mundo fuera de control?
Seguimos anclados en la etapa
sólida, y por ello, exigimos responsables de todo cuanto acontece en nuestra
sociedad. Pero nuestros responsables, no parecen capaces de hacer frente a los
nuevos tiempos. Por eso, su incapacidad nos resulta tan irritante. Hay una
desincronización entre los nuevos tiempos líquidos (Z.Bauman) y las viejas
rutinas de la etapa sólida que la identificamos con el estado de bienestar.
Dice Innerarity que “la interconexión significa, por una parte, equilibrio y contención mutua, pero también alude al contagio, los efectos de cascada y la amplificación de los desastres” –por ejemplo, la crisis financiera-. A.Giddens –citado por Innerarity- utiliza la metáfora de un “mundo desbocado” para referirse a la globalización.
¿Por qué reaccionamos tarde a
las catástrofes? La respuesta que ofrece Innerarity es múltiple: antropológica,
nadie quiere jeremías que vaticinan el fin de los buenos tiempos; ideológica,
que en el plano del neoliberalismo afirma el dogma que los mercados no se equivocan
nunca. El resultado de esta mala combinación es la reluctancia de los gobiernos
a regular los mercados.
Si en el ámbito financiero, existe un aparato matemático para calcular lo incalculable –mercados de futuros, por ejemplo-, en cambio “no sabemos todavía detectar, gestionar y comunicar los riesgos globales” al decir de Innerarity.
La crisis financiera demuestra que la ingeniería financiera al servicio de la especulación es “más frágil que la globalización comercial” y pone de manifestó a su vez, la “dejación de responsabilidad por parte de los Estados, de los bancos centrales y las instituciones financieras mundiales”. La crisis exige algo más que buenos propósitos de aquellos que deberían haber velado por control de esos mercados. ¿Cómo exigir responsabilidades a los responsables? Innerarity apunta a dificultades de carácter sistémico para la responsabilidad, pues, existe una “mezcla de debilidad institucional y fatalismo que caracteriza a nuestros compromisos democráticos”.
dissabte, 1 de novembre del 2014
Semana corrupta
La realidad cotidiana se despliega sin conexión aparente con la realidad política. El PP sigue encharcado en casos de corrupción. Antiguos dioses del PP de Madrid están imputados y encarcelados provisionalmente por presuntos delitos de índole mercantil. Ética y política se han desconectado en la vida de cientos de cargos públicos.
En Cataluña, se sigue apostando por el 9N. Ahora el
gobierno central, después de hacer broma, se lo toma en serio y llama al Consejo de
Estado para derivarlo al TC. O el gobierno no acaba de ver claro lo que sucede
en Cataluña, o bien asistimos a un ejercicio de despropósitos descomunal.
Mientras las encuestas vaticinan –últimamente no
acaban de acertar- descalabros para los partidos mayoritarios en beneficios de
nuevos opciones como Podemos. Los expertos nos avisan que los ciudadanos
cabreados, sean del PP y del PSOE acabarán votando a estas nuevas opciones. La
verdad me sorprende esa facilidad de trasvase de voto. No me creo que un 30% de
votantes que eligió al PP en las últimas elecciones, se vaya ahora a Podemos.
La fidelidad de los votantes del PP es casi religiosa, y en el PP lo saben. En
cambio, el PSOE si tiene motivos para estar preocupados. Después de los aparentes
cambios cosméticos, una nueva cara, el mensaje que ofrece el PSOE es
irrelevante. Les falta credibilidad.
La realidad cotidiana nos dice que las familias
españolas se empobrecen, que la diferencia entre ricos y pobres se agudiza, y
que el panorama, lejos de mejorar parece ir a más, a pesar de los mensajes
triunfalistas del gobierno. El gobierno confunde interesadamente los datos
macroeconómicos, que sólo benefician a los grandes, y los datos microeconómicos,
que dejan a la intemperie a una buena parte de la sociedad. Es esta parte de la
población que irá a buscar opciones que le digan lo que quiere oír. Las
opciones demagógicas tienen un terreno fértil y abonado, gracias a la
corrupción y a una clase política que se autoperpetúa en nombre del bien común.
diumenge, 26 d’octubre del 2014
Golf para los ricos y pobres
La instalación deportiva, construida en 2008, costó dos millones de euros, de los que en torno a un 80% correspondieron a fondos FEDER. Tiene 12 hectáreas y 9 hoyos. Los fondos FEDER tienen por objetivo "reducir las diferencias que existen entre los niveles de desarrollo de las regiones europeas" y que "las regiones menos favorecidas se recuperen del retraso que sufren". (El País,23-10-2014)
divendres, 17 d’octubre del 2014
El futuro de las sociedades democráticas (4.3)
Cuando en el diálogo social se
trazan plazos, éstos no pueden eternizarse, pues, corren el riesgo de resultar
inocuos y superfluos. Todos diálogo –social- supone resolver conflicto de
intereses, por ello, se requiere tomar decisiones, de lo contrario, el diálogo
deviene parodia.
La “escasez de tiempo”
supone en el ámbito de las decisiones que “no se pueden hacer pronósticos
fiables sobre el desarrollo futuro”. Los plazos breves, provocan
inevitablemente, nuevas decisiones que hacen más difícil su fiabilidad a medio
y largo plazo. Innerarity establece una tipología de las decisiones:
[a] “La planificación como
máxima racionalidad”.
[b] “El incrementalismo que
caracteriza los tipos de decisión de una racionalidad media” y los modos de
[c] “ Improvisación que se
ajustan al criterio de mínima racionalidad en situaciones de elevada
complejidad”.
[a]
Hablar de racionalidad, puede
parecer algo sencillo, pero no lo es. Tomar buenas decisiones requiere tiempo,
hay que analizar todas las opciones, sus posibles “contingencias”, “tratar
los objetivos como hipótesis” (Cohen/March, citados por Innerarity). Todo
este proceso se lleva mal con la premura de tiempo, y además se requiere una amplitud
de mirar que no es fácil de encontrar en nuestros días. Ésta conlleva “la
innovación y la creatividad de las decisiones”.
En los procedimientos deliberativos
se requiere “la participación de aquellos que, desde perspectivas diversas,
puede contribuir a la decisión” (Quinn, citado por Innerarity). La razón de
este proceso de participación de “expertos” es que dada la complejidad en la
que nos movemos “ningún actor dispone de la capacidad necesaria para hacerse
cargo de esa complejidad y la participación puede contribuir a reducirla
(...)”.
¿Cómo empieza una crisis como
la del 2008? A esta pregunta Innerarity responde con la necesidad de “sistemas
de advertencia temprana”. Supone anticiparse a lo irremediable, hay que
pasar de la conducta reactiva a una activa. “Se trata de prestar atención a
los comienzos”. Éstos siempre parecen inocuos, por eso hay que estar
atentos a las “señales débiles” (Anstoff, citado por Innerarity). El problema
es ¿cómo delimitar esas señales? Como la opción analizada, supone una
racionalidad ideal, hemos de contentarnos con la idea regulativa de lo que
debería ser el proceso de toma de decisiones con la máxima información y el mayor
tiempo posible, sabiendo que ambos parámetros están muy lejos de satisfacerse.
[b]
La banda ancha, por decirlo
así, de las decisiones, se denomina “incrementalismo”, es la
racionalidad del “ir tirando”, del “ensayo y error” (Collindrige, citado
por Innerarity), en un mundo complejo y cambiante. Como no se puede optar por
un máximo, al menos se aspira a un mínimo de racionalidad. Se trata de bajar de
lo global a lo local, el problema de esa estrategia es que se “omite la
interdependencia de los problemas”, creando a su vez nuevos problemas.
El incrementalismo supone ir
paso a paso en la “resolución de los problemas”. Una condición de este
proceso es la posibilidad de la “reversibilidad” (Scott, citado por
Innerarity). Supone que podemos volver a la casilla inicial, es decir, no
cerrarnos los caminos para desandar lo andando.
Este incrementalismo en el
orden social se expresa en “simplificar los procesos de negociación y acuerdo”.
Introduce dos conceptos del “bargaining” vs “”arguing”. Ambos extraídos de la
jerga anglosajona dedicada a analizar los problemas de toma de decisión en un
proceso de negociación multilateral. Se trata en “no empeñarse en transformar
las posiciones (bargaining) sino dejarlas intactas y proponerse un simple
equilibrio en los intereses (arguing)” (March/Simon, citados por Innerarity.
Estos procesos de negociación “apuestan más por el equilibrio que por la
transformación”.
La racionalidad “media” o
incrementalismo se enfrenta al futuro cuando este aparece y hay que tomar
decisiones. Sus decisiones son siempre reactivas, y tiende a postergar las
soluciones hacia el futuro. Sólo cuando ya no es posible su dilatación en el
tiempo se actúa. Así, “los problemas son gestionados, no solucionados en
sentido estricto” (Kirsch, citado por Innerarity). Las tomas de decisión en
este modelo tiende a incrementar las dificultades que se trasladan al futuro.
Sólo hay que pensar en la gestión medioambiental. Estas trasladando los costes
a las generaciones futuras.
[c]
La tercera opción es la
“racionalidad de la improvisación”. En ella la ausencia es la norma, de planes,
de cálculos, de objetivos, de medios, de consecuencias. Como dice Innerarity
“se trata de mantenerse en el juego”. Ante esta opción parecería que estamos
delante de una opción residual o marginal. Sin embargo, ante realidades
complejas, como las que estamos inmersos, este tipo de racionalidad ligada a la
toma de decisiones, se convierte en la única opción. No decidir, se convierte
en una decisión. A veces las decisiones son más simbólicas que efectivas, estoy
pensando en el decisión de Artur Mas y su propuesta de votación el 9-N.
Mediante estas decisiones tienen el efecto que se está actuando, aunque las
consecuencias sean simbólicas y no reales. Seguir en el juego, tiene la
virtualidad de poder actuar más adelante en un terreno más favorable que el
presente.
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