Cuando en el diálogo social se
trazan plazos, éstos no pueden eternizarse, pues, corren el riesgo de resultar
inocuos y superfluos. Todos diálogo –social- supone resolver conflicto de
intereses, por ello, se requiere tomar decisiones, de lo contrario, el diálogo
deviene parodia.
La “escasez de tiempo”
supone en el ámbito de las decisiones que “no se pueden hacer pronósticos
fiables sobre el desarrollo futuro”. Los plazos breves, provocan
inevitablemente, nuevas decisiones que hacen más difícil su fiabilidad a medio
y largo plazo. Innerarity establece una tipología de las decisiones:
[a] “La planificación como
máxima racionalidad”.
[b] “El incrementalismo que
caracteriza los tipos de decisión de una racionalidad media” y los modos de
[c] “ Improvisación que se
ajustan al criterio de mínima racionalidad en situaciones de elevada
complejidad”.
[a]
Hablar de racionalidad, puede
parecer algo sencillo, pero no lo es. Tomar buenas decisiones requiere tiempo,
hay que analizar todas las opciones, sus posibles “contingencias”, “tratar
los objetivos como hipótesis” (Cohen/March, citados por Innerarity). Todo
este proceso se lleva mal con la premura de tiempo, y además se requiere una amplitud
de mirar que no es fácil de encontrar en nuestros días. Ésta conlleva “la
innovación y la creatividad de las decisiones”.
En los procedimientos deliberativos
se requiere “la participación de aquellos que, desde perspectivas diversas,
puede contribuir a la decisión” (Quinn, citado por Innerarity). La razón de
este proceso de participación de “expertos” es que dada la complejidad en la
que nos movemos “ningún actor dispone de la capacidad necesaria para hacerse
cargo de esa complejidad y la participación puede contribuir a reducirla
(...)”.
¿Cómo empieza una crisis como
la del 2008? A esta pregunta Innerarity responde con la necesidad de “sistemas
de advertencia temprana”. Supone anticiparse a lo irremediable, hay que
pasar de la conducta reactiva a una activa. “Se trata de prestar atención a
los comienzos”. Éstos siempre parecen inocuos, por eso hay que estar
atentos a las “señales débiles” (Anstoff, citado por Innerarity). El problema
es ¿cómo delimitar esas señales? Como la opción analizada, supone una
racionalidad ideal, hemos de contentarnos con la idea regulativa de lo que
debería ser el proceso de toma de decisiones con la máxima información y el mayor
tiempo posible, sabiendo que ambos parámetros están muy lejos de satisfacerse.
[b]
La banda ancha, por decirlo
así, de las decisiones, se denomina “incrementalismo”, es la
racionalidad del “ir tirando”, del “ensayo y error” (Collindrige, citado
por Innerarity), en un mundo complejo y cambiante. Como no se puede optar por
un máximo, al menos se aspira a un mínimo de racionalidad. Se trata de bajar de
lo global a lo local, el problema de esa estrategia es que se “omite la
interdependencia de los problemas”, creando a su vez nuevos problemas.
El incrementalismo supone ir
paso a paso en la “resolución de los problemas”. Una condición de este
proceso es la posibilidad de la “reversibilidad” (Scott, citado por
Innerarity). Supone que podemos volver a la casilla inicial, es decir, no
cerrarnos los caminos para desandar lo andando.
Este incrementalismo en el
orden social se expresa en “simplificar los procesos de negociación y acuerdo”.
Introduce dos conceptos del “bargaining” vs “”arguing”. Ambos extraídos de la
jerga anglosajona dedicada a analizar los problemas de toma de decisión en un
proceso de negociación multilateral. Se trata en “no empeñarse en transformar
las posiciones (bargaining) sino dejarlas intactas y proponerse un simple
equilibrio en los intereses (arguing)” (March/Simon, citados por Innerarity.
Estos procesos de negociación “apuestan más por el equilibrio que por la
transformación”.
La racionalidad “media” o
incrementalismo se enfrenta al futuro cuando este aparece y hay que tomar
decisiones. Sus decisiones son siempre reactivas, y tiende a postergar las
soluciones hacia el futuro. Sólo cuando ya no es posible su dilatación en el
tiempo se actúa. Así, “los problemas son gestionados, no solucionados en
sentido estricto” (Kirsch, citado por Innerarity). Las tomas de decisión en
este modelo tiende a incrementar las dificultades que se trasladan al futuro.
Sólo hay que pensar en la gestión medioambiental. Estas trasladando los costes
a las generaciones futuras.
[c]
La tercera opción es la
“racionalidad de la improvisación”. En ella la ausencia es la norma, de planes,
de cálculos, de objetivos, de medios, de consecuencias. Como dice Innerarity
“se trata de mantenerse en el juego”. Ante esta opción parecería que estamos
delante de una opción residual o marginal. Sin embargo, ante realidades
complejas, como las que estamos inmersos, este tipo de racionalidad ligada a la
toma de decisiones, se convierte en la única opción. No decidir, se convierte
en una decisión. A veces las decisiones son más simbólicas que efectivas, estoy
pensando en el decisión de Artur Mas y su propuesta de votación el 9-N.
Mediante estas decisiones tienen el efecto que se está actuando, aunque las
consecuencias sean simbólicas y no reales. Seguir en el juego, tiene la
virtualidad de poder actuar más adelante en un terreno más favorable que el
presente.
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