dilluns, 1 de juliol del 2013

Reseña: Andreu Martín


Cada día se publican libros. La industria editorial no puede dejar de producir, es la lógica del mercado, pero hay títulos olvidables al cabo de muy poco tiempo. Dentro de unos años, esos libros tendrán como destino el reciclaje. De hecho todo acaba en el reciclaje, pero eso es otra historia.

Esta disquisición, también olvidable, me sirve para comentar el libro de Andreu Martín, Cabaret Pompeya, col.El balancí 660, ed.62. Barcelona, 2011.

 Una historia en las que se entrecruzan otras historias, y encuadradas en las coordenadas de Barcelona y abarca buena parte de nuestra historia (1909-1976). Miquel, Víctor, Fernando.


La novela es un prodigio de situaciones y personajes, Andreu Martín, exhibe u maestría en su obra más acabada y más ambiciosa. Una Barcelona que reconocía por lo que me decía mi padre. Unas historias que la Guerra Civil marcarán de forma atroz. Miquel es una de los personajes centrales, es el infiltrado, juega siempre a caballo ganador, traición es para él, una palabra. Víctor, su pasión por la vida, el amor, los amigos, sus ideales, acaban pasándole factura, y por último Fernando, que vivirá el dolor de la guerra y sus consecuencias.


Un momento crucial de esta historia, los bombardeos de la aviación italiana contra Barcelona es la narra Andreu Martí de la siguiente manera:

“ (...).  La Teresa va pensar que no podien estar bombardejant allà, estar-la bombardejant a ella, perquè allà no hi havia cap objectiu militar i se suposava que a les guerres els militars es mateven entre ells, i encara que li havien dit que els feixistes no ho feien així, que Franco i els alemanys i els italians eren partidaris de la guerra d’extermii i havien deixant anar bombes sobre col·legis i hospitals, no s’ho podía creure, no s’ho podía creure.

Deu metres més endavant, d’una portería va sortir un home gran alarmat, va agafar l’Elena de la màniga i la va estirar cap a dins.

-Fiqui’s aquí, per Deu, que la matera!

Tant el vell com l’Elena com el Tomasín es van girar cap a la Teresa i, en veure l’enormitat del que la perseguía, van obrir tant els ulls i la boca (...) i va veure sobre la Gran Via els sis bombarders Savoia S.79, els “Falchi delle Baleari”, i l’explosió en ple bulevard que va destrosar la façana de la Mútua General d’Assegurances (...) Que la casa ja no hi era. La casa on s’havien amagat l’Elena i el Tomasín, i l’home gran que pretenia salvar-los la vida, el número 451 de l’avinguda de les Corts Catalanes, ja no hi era. Al seu lloc hi havia una muntanya de runa, maons, bigues i mobles destrossats. I l’Elena i el Tomasín ja no hi eran. Ja no hi eren. (...)” (pág.359-360)





Andreu Martín, se ha convertido en un escritor sólido que alcanza en esta novela una maestría enorme. Vivencia de personajes que viven al límite porque límite se convirtió en lo cotidiano en la Guerra Civil, y su posterior secuela. Martín utiliza una intermediario para explicarnos esas historia. El hijo de uno de los personajes del Cabaret Pompeya. Si atroz fue la guerra, la postguerra no fue precisamente, una etapa de reconciliación. La novela desarrolla las vidas y sus esfuerzos para salir de esas situaciones que los personajes han entretejido a través de Miquel.

La novela está a la par de otra obra esencial La noche de los tiempos de Antonio Muñoz Molina. Son un complemento perfecto para saborear literatura de primera en una realidad que parece de segunda.

diumenge, 30 de juny del 2013

Auto de fe (4)


Seguimos nuestro resumen de Auto de fe. Primera parte. Una cabeza sin  mundo. Capítulo El mejillón (4).

El capítulo se inicia con la boda. Una boda acorde con los espíritus tristes de los contrayentes. Intimidad. Los testigos también están a la altura del acontecimiento. Un mozo de cuerda y un “alegre remendón”. Éste se llama Hubert Berendinger, era aficionado a las bodas, aunque él no tuviera intención de casarse jamás.
 
En el registro civil se hizo las formalidades oficiales. Kein miraba las actas en lugar de la novia. El sí de Kein parecía cualquier cosa, menos el sí de unos apasionados amantes. Hubert estaba decepcionado por la falta de boato. Aquello no era una auténtica boda. Kein no besaba a la novia ¿a qué esperaba? ¿tal vez a la noche?

Hubert se despide de la “feliz pareja” dando un abrazo a Teresa y tocando de paso sus pechos. El día de su boda era como cualquier otro día, ¿por qué debía ser diferente? –pensaba Kein-. Tomaron el tranvía, Kein piensa al instante que debería haber dejado a Teresa subir primero. Kein pago los billetes y el cobrador entregó los billetes a Teresa.

El tranvía se fue llenando de viajeros. Se sentó una mujer delante de Kein con cuatro niños pequeños y ruidosos.

Kein piensa en su hermano Georg. Un profesional de éxito, ginecó-logo  en París, que Kein consideraba un traidor por no haber estudiado psiquiatría. Llevaban ocho años en los que no intercambiaban cartas, debido, según Kein, a la volubilidad de Georg.

Pensaba que con su matrimonio, sería una buena excusa para reanudar su relación y pedirle consejo. “¿Cómo había que tratar a esa criatura tímida y reservada?” (pág.58)

Teresa dice “los niños los últimos”. Kein se lanza a sus propias cavilaciones. “Nunca había pensado en tener hijos” (pág.59) Tener hijos supone lo innombrable ¿Conoce Teresa estos asuntos?  ¡Caute!

En medio de tales cavilaciones, la madre de los cuatro niños se levanta y le dice a Teresa “¡Qué suerte la suya, que aún sigue soltera”! (pág.60). Teresa queda petrificada y dolida. Los pasajeros quedaron expectantes, un muro de silencios cómplices acompañó esas palabras que parecían un ultraje. La causa de todo era que “el mundo estaba contaminado de amor a los niños” (pág.61). Los Kein, por fin, pudieron bajar del infernal tranvía, no antes de tener que escuchar “Lo mejor que tiene es esa falda”.” Un auténtico baluarte”. “¡Pobre hombre!”. “Risotada general” (pág.61).  Kein dirige su mirada a Teresa. “Esa falsa era parte de ella como la concha lo es del mejillón” (pág.61)
 
 

¡Tendrá Kein que quitarle el mejillón! Subir las escaleras hasta su baluarte, pero hoy todo era dificultoso. Aparece el pequeño Metzger que acusa a Teresa de no dejarlo entrar en casa de Kein, y diciéndole lo que su madre le había dicho: “-Sí, mi madre dice que no debería insolentarse, que es solo una criada” (pág.63)

Kein pierde los estribos y zarandea al pequeño y acaba abofeteándolo. El pequeño sale volando y acaba aferrándose en la falda de Teresa.

Kein intenta abrir pero no encuentra las llaves, definitivamente, hoy todo sale mal. Teresa acaba abriendo. Entran en el piso y Teresa abre el dormitorio de Kein y anuncia un ominoso “Enseguida vuelvo”. Kein está sólo. Evita mirar el diván, lo mejor es entrar en la biblioteca. Kein, piensa, ¿qué debo hacer? ¡lo que debe hacerse! Pero ¿dónde hacerlo? El lugar natural parece el diván. Kein está aturdido, imaginar un mejillón gigante en el diván. Borra esas imágenes absurdas, y empieza a surgir una idea genial, cubrir el diván de libros. “No elige obras mediocres por no ofender a su mujer” (pág.66)

“-¡Ya estoy aquí!” (pág.67). ¡Se ha quitado la falda-mejillón! ¡Envuelta en enaguas!, lleva la blusa puesta. Teresa se dirige al diván y con brazo barre todos los libros al suelo.
 
 

Teresa se quita las enaguas, las deja encima de los libros. “¡Ya está”! El problema es que Kein no  está, acaba de huir al lavabo, el único espacio en el que no hay libros. Sentado en el retrete, llora.
 

¿Aquelarre en el Camp Nou?


 

divendres, 28 de juny del 2013

Clásicos (actuales)


Hay textos clásicos que parecen escritos ahora mismo. Su actualidad no deja de asombrarnos por su capacidad de decir lo esencial. El texto que quiero compartir es de J.G.Herder:

“¿Qué es una nación? Un gran jardín descuidado, lleno de hierbajos y maleza. ¿Quién aceptará indiscriminadamente este punto de reunión de necedades y defectos, de exquisiteces y virtudes, y (...) romperá una lanza contra otras naciones? Dejadnos contribuir al honor de la nación en la medida de lo posible; y también hemos de defenderla cuando se le inflige injusticia. Pero ensalzarla ex profeso me parece un acto de vanagloria (...). Sin duda la naturaleza ha dispuesto que un hombre, y también un linaje y un pueblo, aprenda de otro y junto con otro (...), hasta que finalmente todos hayan comprendido la difícil lección: no hay ningún pueblo que sea el pueblo escogido por Dios en exclusiva; todos han de buscar la verdad, el jardín de la mejor comunidad ha de ser cultivado por todos (...). Ningún pueblo de Europa puede cerrarse frente a los otros y decir neciamente: en mí y sólo en mi mora toda la sabiduría” (J.G.Herder)


 

dilluns, 24 de juny del 2013

55%


El 55% de los catalanes votaría a favor de la independencia. (La Vanguardia, 20-6-2013). El CEO, entidad que según el gobierno central debería disolverse, ha entregado una encuesta sobre intención de voto.  El gobierno del PP reclama a los demás lo que él no tiene intención de hacer. Pide alegremente que las CCAA reduzcan sus servicios y prestaciones en nombre de la austeridad, mientras que desde el gobierno no hacen nada semejante. Además anuncian que las recomendaciones se tendrán en cuenta a la hora de los déficits de las CCAA.

Rafael Ribó es el Síndic de Greuges (Defensor del Pueblo), en unas recientes declaraciones, hablaba de la extrañeza de esas medidas que van contra el sentir de las instituciones internacionales que señala la importancia de la cercanía en las relaciones entre la Administración -¡cuándo el gobierno del PP se dará cuenta que la Generalitat también es Administración!-, y sus ciudadanos. Expuso el coste real que supone la institución del Síndic, cuya ratio es muchísimo más barata que el Defensor del Pueblo.  Ello a pesar, de los datos que según Ribó no entendía de donde habían calculado las cifras, muy superiores, a las por él defendidas. Mostro desconcierto porque una medida de tal calibre no fuese puesta en conocimiento de los distintos Defensores de las CCAA.

 

 
El ejemplo del ninguneo a las CCAA, léase Cataluña –y a las demás que se toman en serio su papel-, hace posible lo que dice el sondeo del CEO. El 55% de los ciudadanos de Cataluña votarían por la independencia. Cada vez que el gobierno central se descuelga con alguna nueva ocurrencia, la cifra de independentistas aumenta. Al gobierno central con mayoría absoluta –antes se habla de rodillo; ahora, debería hablarse de apisonadora- debe importarle un bledo lo que pasa en Cataluña. Sin embargo, se equivoca. La técnica del avestruz de Rajoy no hará bajar ese %. ¿Cómo debería encararlo? No se puede lanzar la Constitución como arma arrojadiza. Cuando hay voluntad política se podría buscar soluciones que encajen en ella. Herrero de Miñón, padre de la Constitución lo ve posible. Seguramente, el nuevo TC no lo verá tan claro. No es hora de que hable el TC, sino los gobierno central y catalán. Pero mucho me temo que la cifra del % seguirá aumentando, mientras que Rajoy deje pasar el tiempo. Los problemas tienen solución, pero para ello se requiere voluntad política. Cataluña empieza a pensar en serio que salir de España puede beneficiarle, mientras que el gobierno de España hace oídos sordos. Un 65% de la población sería suficiente para adquirir legitimidad delante de la Comunidad internacional, ¿ a eso espera Rajoy?

Reseña: Maya


La cotidianidad es tan fea y desagradable que podemos volar con la imaginación al mundo de Isabel Allende y su obra “El cuaderno de Maya” ed. Debolsillo. Barcelona 2012.




Maya nos relata su particular infierno, en medio de un paraíso muy terrenal. Chiloé se convierte primero en una prisión que le aleja del infierno de la sociedad de la que huye para ir descubriendo que también hay otras formas de vivir, otras formas de relacionarse con los demás.  Chiloé se encuentra en medio de la Región de los Lagos. Es una isla en la que Maya aterriza por orden de su abuela Nini. La recibe Manuel Arias que vive allí como un ermitaño. El contraste entre ambos personajes es abismal. Sin embargo, la convivencia hará que poco a poco vayamos descubriendo las experiencias que cada uno esconde.

Una infancia sin padres –un padre que nunca está y una madre que nunca ejerció como tal-, pero con unos abuelos que Maya los llama cariñosamente, Nini y Popo. Después de la muerte de Popo Maya entra en crisis. Drogas, huida de casa, y descenso a los infiernos de la mano del camionero Roy Fedgewick, Brandon Leeman, de su ángel salvador Freddy, y de las salvadoras las Viudas por Jesús de la mano de Olympia Pettiford.

Lejos de todos ellos, Maya intenta rehacer su vida. Manuel y Blanca Schnake son los nuevos ejes de su vida. Aprenderá de ellos todo lo que había olvidado y aprenderá nuevas vivencias. Incluso el amor aparecerá de manera inesperada de la mano de Daniel.


Las largas noches de Chiloé dará pie a Maya para ir descubriendo los secretos de Manuel. La dictadura de Pinochet sembró el terror y la muerte. Los que lograron sobrevivir llevaron con ellos el dolor y sufrimiento de unos tiempos salvajes e inhumanos. Manuel es una de esas víctimas que no quiere recordar. Vivió momentos que hubiera querido olvidar para siempre. Recuerda lo sucedido en La Villa Grimaldi donde conoció a Felipe Vidal periodista y  marido de Nini. Es la conexión entre Manuel y Maya. Espacio y tiempo se entremezclan porque la vida son conexiones inesperadas unas veces y previsibles otras.

No explico como acaba todo, para no estropear la novela. Cuando tantos libros se publican,  y muchos de ellos merecerán el olvido, este libro si vale la pena leerlo. Se lee como crónica de realidades desagradables que todos quisiéramos olvidar, como recordatorio que la vida son elecciones que nos conducen por caminos insospechados, por la necesidad de encontrarnos con gente que nos ayuda en el camino. Arriesgarnos a pedir ayuda, porque no siempre podemos nosotros mismos salir de los atolladeros en los que nos metemos. La felicidad podemos encontrarla en los lugares más humildes porque también depende de nosotros mismo.  ¡Por favor, léanla!