La cotidianidad es tan
fea y desagradable que podemos volar con la imaginación al mundo de Isabel
Allende y su obra “El cuaderno de Maya” ed. Debolsillo. Barcelona 2012.
Maya nos relata su
particular infierno, en medio de un paraíso muy terrenal. Chiloé se convierte
primero en una prisión que le aleja del infierno de la sociedad de la que huye
para ir descubriendo que también hay otras formas de vivir, otras formas de
relacionarse con los demás. Chiloé se
encuentra en medio de la Región de los Lagos. Es una isla en la que Maya aterriza
por orden de su abuela Nini. La recibe Manuel Arias que vive allí como un
ermitaño. El contraste entre ambos personajes es abismal. Sin embargo, la
convivencia hará que poco a poco vayamos descubriendo las experiencias que cada
uno esconde.
Una infancia sin padres –un
padre que nunca está y una madre que nunca ejerció como tal-, pero con unos
abuelos que Maya los llama cariñosamente, Nini y Popo. Después de la muerte de
Popo Maya entra en crisis. Drogas, huida de casa, y descenso a los infiernos de
la mano del camionero Roy Fedgewick, Brandon Leeman, de su ángel salvador Freddy,
y de las salvadoras las Viudas por Jesús de la mano de Olympia Pettiford.
Lejos de todos ellos,
Maya intenta rehacer su vida. Manuel y Blanca Schnake son los nuevos ejes de su
vida. Aprenderá de ellos todo lo que había olvidado y aprenderá nuevas
vivencias. Incluso el amor aparecerá de manera inesperada de la mano de Daniel.
No explico como acaba
todo, para no estropear la novela. Cuando tantos libros se publican, y muchos de ellos merecerán el olvido, este
libro si vale la pena leerlo. Se lee como crónica de realidades desagradables
que todos quisiéramos olvidar, como recordatorio que la vida son elecciones que
nos conducen por caminos insospechados, por la necesidad de encontrarnos con
gente que nos ayuda en el camino. Arriesgarnos a pedir ayuda, porque no siempre
podemos nosotros mismos salir de los atolladeros en los que nos metemos. La
felicidad podemos encontrarla en los lugares más humildes porque también depende
de nosotros mismo. ¡Por favor, léanla!
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