IV
Lo que nos espera*
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Entender y gobernar el mundo que viene
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Entender y gobernar el mundo que viene
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Intelectuales, expertos y tertulianos
“(…), voy a sostener que el intelectual es predemocrático (su elitismo ya no se corresponde con una sociedad de inteligencia distribuida), el experto es posdemocrático (representa el intento de sustituir la legitimación democrática por la autoridad epistémica) y el tertuliano es el más representativo del espíritu de la democracia en tanto que régimen de opinión (la fuente última de legitimidad es la ciudadanía, y este título no se debe a lo que sabe, sino al principio de soberanía popular)” (pág.97-8)
Si el intelectual se bate en retirada, el experto (expertos)ha ocupado su lugar, pero, los expertos no siempre coinciden y las más de las veces se contradicen, sus puntos ciegos, son la visión de conjunto, sus vaticinios son arrastrados y desmentidos por los hechos. No se trata de hacer oídos sordos a los expertos, pero se requiere ponerlos en contexto. Como dice Innerarity “el sistema político en una democracia no tiene más remedio que observar y controlar críticamente a sus expertos” (pág.102)
Si los expertos, tienen sus limitaciones, la aparición de los tertulianos, parecería un retroceso en el orden del conocimiento, pues, ¿qué saben los tertulianos? Nuestro autor ante la prevención del término tertuliano, aclara: “Evidentemente, no estoy elogiando a los peores ejemplares de la especie, sino a lo que significa que una democracia se entienda como una discusión entre personas que opinan y no tanto entre quienes supuestamente saben, como debate entre iguales y no como un discurso elitista” (pág.102).
El tertuliano al decir de Innerarity, ejemplifica el desconcierto de la sociedad ante los retos a los que nos enfrentamos, ante la incertidumbre que nos rodea. Hay que actuar ante problemas colosales –cambio climático, sociedad del conocimiento, monopolios digitales, crisis energética-, con un conocimiento limitados, lo que nos hace ignorante de las consecuencias que nuestras acciones u omisiones pueden causar. La sociedad en su conjunto tiene que afrontar retos que van más allá del intelectual o el experto, atañen a la propia ciudadanía. Las sociedades democráticas implican deliberación, donde hay cabida para el intelectual y los expertos, pero también para esa ciudadanía que le afecta los problemas que genera y que tiene que afrontar.
Daniel Innerarity, La sociedad del desconocimiento, Galaxia Gutenberg. 2ª ed. Barcelona, 2022.
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Epistemocracia: arrogantes y crédulos
Si en el orden político la distinción derecha e izquierda se sigue utilizando, a pesar de la indistinción de las políticas económicas, en el orden del conocimiento Innerarity contrapone a “arrogantes contra crédulos, a quienes confían demasiado en el saber frente a quienes confían demasiado poco en él y se creen cualquier cosa” (pág.87). Toda una constelación de discursos “mágicos” –negacionismos, teorías conspiratorias, escepticismo- se enfrentan a un modelo de saber que está en crisis. Innerarity ve su origen en la “epistemologización de lo político” (pág.87).
La sociedad del conocimiento utiliza se basa en el saber, que aplica a la tecnología, al crecimiento económico, y ahora a la política (pág.87). Los gobiernos utilizan el prestigio de la ciencia para diseñar sus políticas, los cantos de sirena de los expertos, datos y certezas pretenden legitimar la acción de los gobiernos. ¿Quién puede oponerse a la avalancha de cifras y datos? En el horizonte se pretende difuminar el debate político, la deliberación o confrontación dialéctica, por el dictamen experto, inapelable por ser exacto y neutro. Sin embargo, es precisamente este enfoque el que nuestro autor pone en cuestión.
Según Innerarity, “la epistemocracia estaría guiada por la creencia de que muchos problemas sociales y políticos sólo se pueden resolver cuando se entienden como problemas de conocimiento” (pág.88).
La epistemocracia pretende disolver la política que en democracia, supone participación, diálogo, debate, mayorías y minorías, responsabilidad, valores. Como bien dice nuestro autor, “detrás de todo ello está la suposición de que hay un camino directo que va de la evidencia a la política correcta. Curiosamente, hay reminiscencias platónicas, cuando se apela al saber de los que saben, pues, sólo ellos, son capaces de saber lo que mejor nos conviene.
En el modelo epistemocrático, los ejes centrales no son la justicia o la igualdad, sino lo verdadero y lo falso. Se puede tener conocimientos, pero eso, no supone implementar buenas políticas. La existencia de los expertos, no ha resuelto, los problemas que suscitó la crisis del 2008 o las disputas entre experto a causa de la pandemia. Por momentos, en el caso de la pandemia, muchos expertos se arrogasen el papel de gobernantes ante la docilidad de nuestros gobernantes. Como afirma Innerarity, “la democracia no tiene por objetivo alcanzar la verdad (aunque muchos ciudadanos así lo piensen y muchos políticos así lo digan), sino decidir con la contribución de toda la ciudadanía sobre la base de que nadie –mayoría triunfante, élite privilegiada o pueblo incontaminado- tiene un acceso privilegiado a la objetividad que nos ahorre el largo camino de la discusión pública” (pág.90-1).
En democracia, el conocimiento experto, no determina de manera inequívoca el plan de acción a desarrollar. Si así fuera, ¿qué sentido tendría la política? La política no puede ignorar el conocimiento, pero debe conjugarse con una multiplicidad de intereses en juego, y la acción política debe llevarla a cabo teniendo en cuenta el interés de la sociedad.
El conocimiento científico, ha posibilitado la vacuna del Covid-19 en tiempo record. Pero, también ha generado controversias en la comunidad científica. Estas controversias, son producto, de lo que Innerarity denomina “sociedad del desconocimiento”. Cada avance implica abrir brechas de ignorancia, que hay que saber gestionar. Sabemos muchas cosas, pero, también somos más conscientes de la amplitud de nuestra ignorancia. Criticar a los expertos, no supone inmediatamente entrar en el terreno de lo irracional. Como dice el autor: “Tan absurdo sería no tomar en consideración el saber científico disponible como dejar de explorar las opciones que ese saber permite” (pág.93).
Las explicaciones alternativas, son producto de la desconfianza que produce la alianza entre el poder político y la ciencia, pues, “la política que se entiende sin alternativa provoca hechos alternativos” (pág.93). Innerarity sostiene que frente al negacionismo, sea del cambio climático, o lo sucedido en la pandemia, no es tanto, apelar a la verdad, sino en “repolitizar los conflictos y permitir una articulación entre los hechos y las decisiones que no sea vista como una imposición, sino como un ejercicio de libertad” (pág.93). La política no puede ser el brazo ejecutor de los designios de los científicos. Precisamente, porque la comunidad científica también está llena de controversias y opiniones dispares.
La solución a este negacionismo pasa por más conocimiento, debate social y político, supone la participación de la sociedad de los “tertulianos”, que no son expertos en determinadas cuestiones, pero que pueden opinar como ciudadanos. Nadie puede ser experto en todo, la división del conocimiento es de tal calibre que todos somos “crédulos” en el terreno del saber experto. Innerarity reivindica lo que las sociedades democráticas puede hacer en este debate, pues, “cuando está bien diseñada –las instituciones- y es viva su cultura política, puede permitirse el lujo del ensayo y el error, llegando incluso a sobrevivir a la incompetencia de los representantes y a la irracionalidad de la gente” (pág.95).
Sería deseable no poner a prueba esa combinación -incompetencia e irracionalidad-, entre otras cosas, porque las instituciones, también son afectadas por dicha combinación. Las derivadas del “autoritarismo posdemocrático” (Josep Ramoneda), podrían poner en tela de juicio a la misma idea de democracia.
El artículo de Juan José R. Calaza, Razones de la creciente oposición al alarmismo climático, Claves de Razón Práctica, número 287 marzo/abril.
El articulista intenta responder a la pregunta: ¿Desde el final de la Pequeña Edad de Hielo, 1870/80 opera alguna causa natural del calentamiento global?
La tesis negacionista del autor sobre el cambio climático debido a la acción del hombre, es minoritaria, no por eso, deberían ser sin más excluida. Como afirma Daniel Innerarity en “La sociedad del desconocimiento”, la evidencia de controversias en el ámbito científico sobre diversidad de temas, permite vislumbrar que estamos lejos de tener los conocimientos necesarios para responder a los retos que el cambio climático nos impone. Es cierto que el autor ni el climatólogo, ni geólogo, y se halla en el 3% que se opone en el ámbito de la comunidad científica acerca del papel del hombre y el calentamiento global. Su visión es más ideológica que científica. Según su opinión hay una constelación de intereses que se han mancomunado para afirmar la conexión entre calentamiento global y la acción del hombre.
El autor utiliza el artículo de Latif, M., Sun, J., Visbeck, M. et al. La variabilidad natural ha dominado el Atlántico Circulación Meridional de Vuelco desde 1900. Nat. Clim. Chang. 12 , 455–460 (2022). https://doi.org/ 10.1038/ s41558-022-01342-4
“Most of the SST cooling in the subpolar NA, which has been attributed to anthropogenic AMOC slowing, occurred during 1930-1970, when the radiative forcing did not exhibit a major upward trend. We conclude that the anthropogenic signal in the AMOC cannot be reliably estimated from observed SST. A linear and direct relationship between radiative forcing and AMOC may not exist.”
“La mayor parte del enfriamiento de la TSM en el NA subpolar, que se ha atribuido a la ralentización antropogénica de la AMOC –Circulación Meridional del Retorno del Atlántico Norte-, se produjo entre 1930 y 1970, cuando el forzamiento radiativo no mostraba una tendencia ascendente importante. Concluimos que la señal antropogénica en el AMOC no se puede estimar de manera confiable a partir de la SST observada. Es posible que no exista una relación lineal y directa entre el forzamiento radiativo y la AMOC.”
El problema de tal afirmación, es la utilización de diferentes modelos estadísticos para establecer correlaciones. Dependiendo de la utilización de dichos modelos los resultados pueden variar. ¿Es posible que la comunidad científica se precipite en las conclusiones catastrofistas que proyecta en el futuro más inmediato? Es difícil saberlo, es posible que todo sea producto del azar y que estos procesos de calentamiento puedan revertirse de manera natural.
Sin embargo, al principio del artículo, afirman de entrada lo siguiente:
“El calentamiento de la superficie global (calentamiento global en adelante) desde principios del siglo XX es inequívoco, y los humanos son la causa principal a través de la emisión de grandes cantidades de gases de efecto invernadero (GEI), especialmente dióxido de carbono (CO 2 ). Los océanos han almacenado más del 90% del calor atrapado en el sistema climático causado por la acumulación de GEI en la atmósfera, contribuyendo así al aumento del nivel del mar y provocando oleadas de calor marinas más frecuentes y más duraderas.”
La sociedad del desconocimientos -D.Innerarity- supone confesar que a pesar que conocemos muchas cosas, el volumen de lo que desconocemos es aún demasiado grande. Es necesario actuar con cautela, pero no mirar a otro lado, ni mucho menos hacer que nada de lo que hace el ser humano es inocuo para la naturaleza y nuestro propio planeta.
Estic llegint el llibre de Daniel Innerarity, La sociedad del desconocimiento, Galaxia Gutenberg. 2ª ed. Barcelona, 2022.
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Falsas opiniones: la desinformación en la sociedad del desconocimiento
“Los procesos de desintermediación característicos del mundo en el que vivimos ha favorecido tanto la comunicación como la desinformación.”(pág.37) ¿Cómo hacer frente a la desinformación? Esta es la pregunta que permite a Innerarity intentar una respuesta a la cuestión planteada.
Como vivimos en una sociedad democrática, la libertad de expresión, puede convivir con la desinformación, con las new fakes?
Una de las derivadas de la era de las redes sociales, es que todos podemos comunicar nuestras ideas a todo el mundo. Los nuevos medios de comunicación, internet, redes sociales, habilitan para que cada uno de nosotros sea portavoz de sí mismo o de cualquier grupo. No hay intermediarios como lo son los medios de comunicación –periódicos, radios, tv-, no se requiere título, tampoco conocimientos, simplemente, lanzarse a escribir o decir lo primero que se le pase a uno por la mente. No hay necesidad de contrastar las opiniones, las fuentes, los testigos, todo esto es ahora superfluo, innecesario, lo que vale es la inmediatez de lo dicho.
El problema de esta nueva revolución es que se trata de “un fenómeno en el que se mezclan oportunidades de democratizar la información con gangas para el desinformador” (pág.38)
Innerarity utiliza un lenguaje preciso, analítico, se aleja de retóricas innecesarias, y así puede establecer los parámetros en los que estamos insertos en esta nueva “sociedad de la desinformación”. Conceptos como desjerarquización (pág. 37), suponen una alteración de las funciones que anteriormente se daban por supuestas: profesional-amateur, se ha borrado, al menos para el amateur. Internet volatiliza la anterior jerarquía de los medios como emisores. Ahora cualquiera puede emitir desde cualquier ordenador para una comunidad inimaginable hace pocas décadas.
El “espacio público se horizontaliza” (pág.38), eso significa, que la crítica se convierte en la nueva autoridad. No hay instancias para determinar lo verdadero, simplemente, la verdad se transforma en afirmaciones según las cuales, cualquiera está en posición de la verdad. Así, por ejemplo, la tierra es plana, o que las vacunas son instrumentos de dominación, etc. El nuevo espacio público se convierte en una especie de jungla donde la verdad se transforma. No hay silencio posible, hay espectáculo ventrílocuo, donde todas las voces pretenden tener la misma validez. Como dice Innerarity “la actual fascinación por las redes sociales, la participación o la proximidad ponen de manifiesto que la única utopía que sigue viva es la de la desintermediación (Innerarity/Colomina 2020)” (pág.39).
Innerarity sospecha que detrás de esta idea de la desintermediación –instancias intermedias entre la sociedad y el ciudadano-, “hay una lógica de fondo que conecta el desinterés hacia el periodismo, la preferencia por los mercados escasamente regulados –afirmación que podríamos poner en cuestión- y el desprecio hacia la política (…). Late la idea de que el mundo, es decir, la verdad, la justicia y la democracia, están inmediatamente a nuestro alcance y que los procedimientos e instituciones –instancias intermedias- pata la configuración de estos valores son los culpables de su desfiguración” (pág.39). Esta idea de la simplicidad está en el fondo asociado a nuestra profunda ignorancia de los mecanismos en la que nos movemos. En sintética expresión de Lash (2002) la “desinformada sociedad de la información” (pág.40).
Una de las cuestiones que plantea es que la mentira siempre ha existido. ¿Por qué las fake news deberían preocuparnos? Innerarity apunta dos factores contradictorios “que explican que nuestra época se haya vuelto tan locamente mentirosa y crédula” (pág.41). La avalancha de información, la falta de criterio, han generado un “cortocircuito que internet ha producido en las instituciones del saber” (pág.41)
Si la sociedad sólida – desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta el derrumbe del muro de Berlín- suponía que había una jerarquización y un saber que permitía ver el futuro con optimismo, hoy “no vivimos en un mundo de evidencias, sino en medio del desconocimiento, el sabe provisional, las decisiones arriesgadas y las apuestas. La verdad no es lo mismo que la objetividad y la exactitud” (pág.41/2)
La verdad es siempre la excepción, porque vivimos en un mundo de complejidad creciente, donde esa complejidad implica límites a nuestros propios conocimientos. No deberíamos obsesionarnos con la verdad (en mayúsculas), debemos enfrentarnos a lo que no sabemos. La fake news es un subproducto de este mundo acelerado. En sociedades democráticas ¿cuánta mentira puede soportar? ¿qué límites debe imponer? Dice bien innerarity cuando afirma que “la democracia es un conflicto de interpretaciones y no una lucha para que se imponga una “descripción correcta” de la realidad” (pág.43). Richard Rorty dejó escrito que “el valor de la democracia era superior al de la verdad” (pág.44).
Las fakes news plantean dos cuestiones de ordenes diferentes: por un lado, el problema epistemológico, es decir, ¿cómo establecer qué es una mentira? y por otro lado, el problema de la legitimidad, es decir, cuando intervenir para evitar daños a la sociedad.
La tesis de Innerarity es que una sociedad democrática, debe ser capaz de aceptar las fakes news, pues, la propia realidad puede desmentir las noticias falsas. Para nuestro autor “lo que caracteriza en sentido propio a las fake news es que quien las propaga es consciente de su falsedad o, dicha de otra manera, las comunica desde una indiferencia hacia la verdad (Mukerji 2018)” (pág.45-6)
Un régimen que determine que es la verdad, entraría en la senda del totalitarismo, por eso la democracia puede soportar sin mucho desgaste esas noticias que aparecen en medios serios como amateurs. Ahora que se cumplen veinte años de la invasión de Irak, y las famosas “armas de destrucción masivas”, fueron sin duda las primeras fake news. El problema era que el propio Estado fue quien llevo a terminó las mentiras para sus propios objetivos. Como dice Innerarity “una democracia soporta bastante bien las noticias falsas pero no tanto las falsas noticias” (pág.47). Son las “falsas noticias” las que deben ser objeto de deslegitimación y censura pública.