Madrugar es el sino del turista viajero que quiere estar en todos los sitios y tiene muy poco tiempo. Así, que hemos madrugado porque el autobús nos ha venido a buscar a las 6.15h. Como en las películas de enredos no hemos acertado en la puerta. El error no es imputable a nosotros, pero desconcierta. Hemos subido al autobús y estaba lleno y un cicerone llamado Fernando ha sido nuestro guía a lo largo y ancho del trayecto. Hemos pasado por diferentes estados, NY, New Jersey, Delaware, Maryland hasta Washington DC que no pertenece a ningún estado. De cada uno de ellos nos ha explicado algunos datos y curiosidades. Lo que explicaba era rutina para él, pero tenía oficio y mucha práctica. Hemos parado en un área gigantesca de descanso para estirar las piernas y tomar lago e ir al baño. En el Starbuks atendían a los clientes un montón de gente joven. Es llamativo la cantidad de mano de obra que se utiliza en contraste con lo que estamos acostumbrados en España.
Sobre las 12h hemos llegado a Washington DC y el primer lugar que hemos visitado ha sido el cementerio militar de Arligton. Hemos parado junto a uno de los iconos de la memoria militar de los Estados Unidos, el monumento de Iwo Jima Memorial. El conjunto escultórico es el más grande del mundo hecho en bronce.
El cementerio de Arligton es sólo para militares y sus familias, si así quieren, así como personalidades de la Administración. El lugar es bello y las hileras de tumbas impresionan. Hay una geometría de la muerte que oculta las circunstancias donde encontraron su ocaso. En las tumbas aparecen los nombres, el rango militar y las condecoraciones si corresponde así como las fechas de nacimiento y muerte. En la aritmética de la muerte todos murieron demasiado jóvenes. Hemos ido a la tumba del presidente J.F.K. Parecíamos un grupo del partido demócrata en peregrinación al santuario. Pero solo éramos turistas.
Después de Arlington nos hemos dirigido al Lincoln Memorial a través del Arlington Memorial Bridge. El monumento se halla enfrente del Obelisco dedicado a G.Washington. Los monumentos forman parte del imaginario colectivo,pues, los hemos visto una infinidad de veces en televisión y en las películas. Todo grandioso y faraónico. Expresa el sentimiento de ser la nación bendecida por Dios. Justo al lado hemos ido al Vietnam Veterans Memorial. Escrito en la piedra se encuentran los nombres de los muertos y desaparecidos en Vietnam. El monumento es sobrio y minimalista. A unos 60 metros se encuentra otro monumento dedicado a la Guerra de Corea. Donde aparece un escuadrón de soldados desplegados. Y justo al lado un muro donde aparecen imágenes de los diferentes cuerpos que participó en la guerra. Parecen calcomanías, pero están grabadas en piedra.
Desde los fundamentos de las creencias norteamericanas nos dirigimos hacia la Avenida Pensilvania nº 1700 donde se encuentra la Casa Blanca. Nuestro cicerone que no paraba de hablar, nos contó la anécdota funesta de una mujer que lleva 30 años delante de la Casa Blanca en protesta por lo que considera injusticias cometidas contra ella. Se llama Concepción Martín. Una vida malgastada. Debe haber otros medios más eficaces para poder llevar a cabo su cruzada. Ésta empezó por la perdida de la custodia de su hija en el divorcio correspondiente. Ante la injusticia que para ella supuso, empezó su protesta. Ahora ha ido añadiendo diferentes causas. Desde el chiringuito donde acampa es un icono incómodo para todos. Especialmente para ella, pues, hay vías más prometedoras que la de estar allí. Se preguntan si es una heroína o una lunática. Ella debe aferrarse a la idea de ser una heroína pero por su actitud está más cerca de la luna. ¡Qué perdida de vida y tiempo! Por cierto, todo aquel que se le acerca le regala –donativo- una fotocopia de El País donde aparece su historia. Es patético. Supongo que cada cual gasto su vida en lo que cree más conveniente, pero es evidente que mientras ella estaba delante de la Casa Blanca, su hija ha vivido otra vida sin saber de la existencia de su madre.Cada cual es esclavo de sus creencias e ilusiones, también de sus desafueros.
Dejamos esta historia melodramática, los turistas pasan pero ella sigue allí anclada como una roca sin sentido frente a una Casa que no la recibe. Después hacia el Capitolio, la escenografía es grandiosa. Y por último hacia el Smithonian Institution Museo Nacional del Aire y del Espacio en la Independence Ave. Allí era nuestro punto final al recorrido supersónico de la capital mundial. Hemos visto los aviones y cohetes expuestos. Pero faltaba tiempo. A penas una hora para comer y volver a NY. Visto lo visto no merece el esfuerzo porque unas 10h de viaje para 3h de visita es un disparate. Hemos llegado a NY sobre las 22h. Nos han dejado en el hotel y hemos vuelto al restaurante “Lasagna”. Está vez el plato ha sido indigesto. Y vuelta al hotel, son las 24h cuando cierro la luz……………..
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