"Los dos cooperantes españoles de la ONG Acció Solidària secuestrados por el grupo terrorista Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) el pasado 29 de noviembre fueron liberados ayer. Con el regreso a España de Roque Pascual y Albert Vilalta termina la pesadilla que comenzó con el asalto, en una carretera mauritana, a la caravana de ayuda humanitaria en el que también fue apresada su compañera Alicia Gámez, liberada en marzo pasado. El trabajo del Gobierno, con el apoyo de la oposición y la responsabilidad de la sociedad española en su conjunto, han contribuido a este desenlace." (El País, 24-8-2010)
¡Por fin liberados!. Bien está lo que bien acaba. Y en estos casos no siempre acaba bien. Por ejemplo, en el caso de Michel Germaneau, de 78 años, asesinado por (AQMI). Éste mismo grupo hace referencia a la política francesa de intervención militar. Germaneau fue la moneda en juego. Hay que recordar que los asesinos fueron los de AQMI. No soy experto en terrorismo internacional. Desgraciadamente, casi nadie lo es. Por supuesto, los servicios de inteligencia deben tener alguna noticia adicional. Pero en el caso de AQMI toda la operación ha salido reforzado. Han conseguido sus objetivos. Hacerse propaganda y recaudar el dinero del rescate. Además de la salida del "cerebro" del secuestro hacia Mali ha permitido que finalmente el larguísimo secuestro haya acabado.
En este proceso complejo y sórdido secuestro ha aparecido la figura del mediador. Mustafá Chafi. Éste dice:"Esto es ante todo mérito del presidente de Burkina Faso -Blaise Compaoré- con la colaboración del presidente de Malí [Amadou Toumani Touré]", insiste una y otra vez. En esa región fallida subsahariana las confluencias de todo orden -religiosas, políticas, económicas, etc-, hacen que grupos como el autodenominado AQMI campen a sus anchas, y puedan servir para el lucimiento personal de esos presidentes.
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