dissabte, 24 d’abril del 2010

La pesadez rutinaria


La política nacional, se desliza hacia cotas insufribles de movimientos pendulares. Del panegírico más nauseabundo a las descalificaciones más groseras. Todo vale en la guerra larvada que se lleva a cabo en  el pequeño Madrid político de la peor especie.

El TC ha vuelto ha marcar cotas de servilismo difícilmente superables. Lo que debería ser la garantía de estabilidad jurídica y solidez constitucional, es el escenario de una división marcada por los nombramientos  de los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP que gestionan una institución que sólo sirve para sus propios intereses. Lo llamativo es que los magistrados sean meras correas de transmisión de aquellos que tuvieron a bien nombrarlos.

Después de cuatro años, la parálisis no es jurídica, sino política. ¿Hasta cuando piensas llegar? Algunos de los magistrados están en una situación de interinidad fuera de toda lógica. La culpa  directa es de los partidos, que usando dicha institución quiere socavar al adversario. Por su parte, los magistrados  se dejan utilizar para dichas maniobras y en conjunto, la institución que debería ser la garantía de nuestro sistema constitucional sufre un desgaste que puede tener consecuencias muy negativas desde el punto de vista de legitimidad.

Siguiendo el plano judicial, sigue el desaguisado, de la querella contra Garzón. Ahora, el propio Garzón recusa al juez instructor del TS, Luciano Varela. La torpeza de dejar fuera de la acusación popular Falange Española de las Jons, ha dado pie a Garzón, a está nueva recusación. El espectáculo de la justicia es simplemente incomprensible. No hay que descartar nada en las próximas semanas. La sociedad española tiene problemas más acuciantes, pero, la justicia está siendo le circo que proporciona cierto desahogo a una sociedad que no ha salido de la crisis y ve con desconcierto un enredo de la peor especie. Instituciones que deberían actuar con imparcialidad y respeto a la ley, se lanzan a querellas domésticas que tienen como secuelas daños colaterales en muchos frentes. Pensemos en las víctimas del franquismo que nunca han tenido el reconocimiento adecuado.


En cambio, hay gente que siempre cae de pie, eso es lo que ha sucedido con Samaranch. Juan Antonio Samaranch, Barcelona, 17 de junio de 1920-21 de abril de 2010, es el prototipo de hombre del antiguo régimen que se ha ido reciclando según las circunstancias del momento. Algo así como un corcho que flota en cualquier superficie, desde la negra dictadura hasta la gris transición para desembocar en el arcoíris de nuestras sociedades democráticas. Todos tenemos derecho a cambiar. El problema es que quienes se aprovecharon del antiguo régimen y él se aprovecho, nunca han dado muestras de dudas o vacilaciones de la anterior etapa. Eran adictos al régimen, se sentían estupendamente bien en ellos. Desde los tiempos de la camisa azul, a la camiseta olímpica. Su muerte nos recuerda que siempre hay clases, una, aquellos que perdieron la guerra civil y fueron borrados de la historia, y otros son ensalzados porque llegaron a esos puestos gracias a los servicios prestados en el anterior régimen. No se pretende quitar méritos a J.A.Samaranch, pero no conviene olvidar que sus responsabilidades olímpicas tuvieron su fundamento en una etapa negra de nuestra sociedad.



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