dimarts, 12 de desembre del 2017

La AN ve delito silbar al rey


La Audiencia Nacional (AN) es una anomalía de nuestro sistema judicial. El art.24.2 establece una prioridad que en la práctica no se cumple en determinados delitos. La AN tenía una misión básica: los delitos de terrorismo de ETA. Por decirlo así, había trabajo de sobras para que cumpliera su función. Ahora, la AN tiene encomendada un sinfín de competencias. La propia AN se erige en un Tribunal especial que centrifuga todo lo que encuentra a su paso. Nadie ha pensado en rebajar su peso excesivo en el sistema judicial.



En los tiempos que vivimos, la AN ha utilizado de su poder para encausar al gobierno de la Generalitat. ¿Qué sentido tiene entonces el TSJC?

La democracia española no pasa por su mejor momento. Hoy se juzgaba nada menos que a un ciudadano que se le acusa de organizar la pitada al himno (nacional) en la final de Copa del Rey del 2015.  ¿Cómo se puede organizar? ¿Quedaba con los otros cooperadores necesarios?, ¿Distribuían panfletos con el ritmo adecuado de la pitada?  ¿Por qué molesta tanto a la Fiscalía General del Estado?, ¿No vivimos en un Estado de Derecho? ¿Acaso no se puede manifestar la desaprobación a las instituciones? Acaso, ¿piensan también encausar a los miles de personas que secundaron la pitada?

Se le acusa, nada menos, que de injurias al rey y ultraje a España. Son delitos que rayan en lo absurdo. ¿Cómo se puede injuriar a través de los silbidos?, ¿cómo se puede ultrajar a una entidad jurídica como España? Desde esta óptica descabellada, se identifica el silbar con un acto criminal. Supongo que aclamarlos y exaltarlo, nunca será suficiente para esas entidades que deben representarnos. ¿Qué quieren, súbditos o ciudadanos?. La AN quiere que todos seamos súbditos. 

PD: Libertad para Oriol Junqueras, Joaquim Forn, Jordi Sánchez y Jordi Cuixart.

Reseñas: Filosofía inacabada


Marina Garcés, Filosofía inacabada. Col. Serie Actualidad 57; Ed. Galaxia Gutenberg, Barcelona, 2016.

Leer filosofía con la que está cayendo, preguntará cualquiera, puede parecer una escapatoria en tiempos de desconcierto. Pero para Marina Garcés, hacer filosofía ahora, es un acto necesario y  revolucionario.

El libro se compone de dos partes diferenciadas, aunque forman un todo. La primera parte, lleva por título Filosofía para un mundo común. La segunda, El siglo inacabado.

La segunda parte, es una síntesis ejemplar de los diferentes corrientes y autores del siglo XX y del siglo XXI. Llama la atención que introduzca la voz femenina en la filosofía. Así, aparecen María Zambrano,  Hanna Arendt y Judith Butler. Es mérito del libro reivindicar estas figuras de la filosofía.



De Nietzsche hasta Jean Luc Nancy, Marina Garcés hace un ejercicio formidable de exposición de las tesis principales de estos autores, a través de un diálogo abierto con ellos. Repasa todas las corrientes influyentes del siglo XX, y sus actores principales. No pretende ser un manual de historia de la filosofía. Pretende ser una herramienta para pensar o repensar nuestra situación en un mundo inhospitalario.


Si tuviera que extraer un lema del libro sería el que ella misma pone como modalidad filosófica: filosofía como “guerrilla del concepto” (pag.330). Reivindica la finitud, pero no para lamentarse, sino como potencia que permite al pensamiento reivindicarnos “como infinitos y mortales” (pág.331)



dissabte, 9 de desembre del 2017

Frases para la hemeroteca


[Lo que se ha hecho] No se ha hecho nunca en Europa desde la 
Segunda Guerra Mundial

La frase pronunciada en la Cope, afirma que la normalidad no existe. Albiol siempre se entera el último. Ahora el Art.155, sigue como un zombi legal que deja a su paso el desconcierto y la parálisis de Cataluña. A él no le tiembla la mano, el que haya en prisión a dos consellers, el Vicepresident, Oriol Junqueres y el conseller de gobernación, Joaquim Forn, amén de los presidentes de la ANC, Jordi Sánchez y de Òmnium Cultural, Jordi Cuixart.

Según él, el estado de derecho sigue su curso, sin embargo, la justicia belga, ha declarado que los restantes miembros de la Generalitat en el exilio forzoso, sólo pueden ser juzgados por un acto de desobediencia. Las famosas ordenes internacionales que el Magistrado del TS Llarena, cursó en un primer momento y posteriormente, revocó, deja en situación delicada la presunta separación de poderes.

Si el President Puigdemont, y los Consellers, Comín, Ponsatí, Serret y Puig son libres de circular por Europa, entonces ¿por qué Junqueres, Forn, Sánchez y Cuixart,no pueden hacer lo mismo? Si estamos en Europa, entonces ¿por qué se les mantiene en prisión? ¿Acaso España quiere seguir siendo DIFERENTE?