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diumenge, 10 de desembre del 2017
dilluns, 13 de maig del 2013
Lengua de trapo (III)
En el mismo número de Claves
de razón práctica de marzo/abril de 2013, Aurelio Arteta, escribe un
artículo con el sugestivo título de La inmersión y el ahogo que incide
en anterior comentario. Sin embargo, en su artículo se dejan traslucir algunas
ideas interesantes y contradictorias que paso a comentar.
El tema central es la
inmersión lingüística de Cataluña y Euskadi. Afirma que el problema es “ un
monolingüismo (el catalán) forzoso para más de la mitad de sus alumnos, que son
de lengua castellana* (*M.Villarrubias, Sumar y no restar. Montesinos.
Barcelona 2012)”.
Explica el modelo
existente en el País Vasco, en el que existen “modelos voluntarios, según
los cuales en el A predomina como lengua vehicular el castellano, en el B se
alternan castellano y euskera y en el D todas las asignaturas se imparten en
euskera (salvo lengua y literatura españolas). Precisemos que el modelo A está
viendo reducido su matrícula hasta casi desaparecer de la escuela pública, y
que el modelo D, el que más crece en los últimos años, viene a equivaler a una
inmersión lingüística en euskera”. El articulista no explica el por qué de
la casi desaparición del modelo A y el y sí en cambio del aumento del D. Desde
una óptica de máxima libertad personal el modelo vasco es muchísimo mejor que
el catalán. La posibilidad de escoger entre estas opción, se podría establecer
un modelo E, por ejemplo en inglés, permitiría dar satisfacción a todos. El
problema es que este modelo no se implanto en Cataluña –desconozco si fue
planteado- en su momento y ahora mismo en el actual contexto de crisis parece
poco probable.
Afirma que el
bilingüismo constitucional es despreciado –el castellano- en beneficio
exclusivo del catalán. Y a partir de aquí explica según su parecer los
diferentes “atropellos del nacionalismo lingüísticos”.
1.- El nacionalismo
identitario se fundamenta en la lengua.
2.- Habla de la
“decadencia de nuestras lenguas regionales” y la respuesta de los nacionalismos
–monolingüismo- para contrarrestarlas.
3.- Un argumento fuerte
a favor del bilingüismo es la recomendación de la Unesco según la cual se ha de
escolarizar al niño en la lengua materna.
4.- La inversión de
derechos de los ciudadanos a los entes abstractos como Nación y Lengua.
5.- Vulneración reiterada
de las normas jurídicas.
Después pasa a las
cuestiones que denomina “argumento capciosos”:
1.- La presunta
competencia de los alumnos en catalán y castellano al finalizar el ciclo de
estudios obligatorios.
2.- La necesidad de una
discriminación positiva de la lengua minoritaria. Al decir del autor estas
medidas “dan lugar a una injusta discriminación negativa, que penaliza a los
peor situados* (* F.Ovejero, La trama estéril. Montesinos. Barcelona 2011).
3.- La discriminación
que se padece en la igualdad de oportunidades en el trabajo. Un catalán puede
ir a Madrid en busca de empleo, mientras que un madrileño puede verse limitado
por el desconocimiento del catalán.
4.- Falta de
transparencia en cuanto a los datos reales que esconde “el supuesto consenso
que ampara la inmersión en Cataluña”.
5.- El elevado coste
económico que supone la política lingüística.
Después viene una
batería de reproches al ámbito institucional y político:
1.- Explica como los
nacionalismo ha podido rentabilizar su poder al ser elemento esencial para la
aritmética parlamentaria.
2.- Cómo la izquierda se
ha deslizado de lo universal a lo local o nacional.
3.- La identificación
entre lengua minoritaria y modelo democrático.
4.- Reproche a la
ciudadanía cuando afirma sin más lo siguiente: “casi toda su población ha
bajado la cabeza ante las medidas de todas clases que sus gobiernos han
perpetrado contra la lengua común y mayoritaria de esa misma población”.
Los diferentes
obstáculos que expone el autor, hay la sensación que el nacionalismo –que
no es obligatorio- a través de la lengua
– que es obligado- se establece un nexo entre lengua y auge nacionalista, y
puestos a seguir esa deriva se podría presumir que estamos inmersos en la tesis
de Sapir-Wolff, según la cual, el lenguaje determina mi mundo –es decir, el
mundo nacionalista-. Pero no parece que esto sea así. Aunque así le parece al
articulista. Lo esencial de este debate es precisamente que la ciudadanía pueda
plantearse si es bueno cambiar de modelo y hacia cual habría que encaminarse.
El autor hace referencia
a la lengua común –el castellano-. Todos hemos aprendido esa lengua, que es la
materna y la que hablo en casa, pero que sea común no puede verse como
imposición. Desde el nacionalismo se quiere ver como imposición, la gente habla
como quiere, es cierto que un muchos patios se habla mayoritariamente en
castellano. Desde la óptica bilingüe ¿cómo pasar de un monolingüismo al otro?
No sé cómo resolver esta cuestión, pero no vale echar las culpas a la sociedad
diciendo que es cobarde –en el País Vasco, durante mucho tiempo la cobardía era
una necesidad-, por no plantar cara a los gobiernos de turno, para cambiar un
modelo que a muchos nos parecía adecuado.
Cuando era joven e iba
en busca de empleo, aún no había la Generalitat, hablar en catalán era un plus
social que permitía acceder a un trabajo. En el ámbito administrativo sólo
había una lengua –la común-. Ciertamente, las cosas han cambiado de tal manera
que es posible plantearse si este modelo es el adecuado para los nuevos tiempos
que vivimos o es necesario otro que permita que todos podamos sentirnos a
gusto.
Los datos de Convivencia
Cívica Catalana – si tuviera que hacer caso a Orwell, el nombre parece
sospechoso-, sobre la elección de la lengua materna sea en castellano afirma en
su página web lo siguiente: “Unos 300 alumnos se beneficiarán de poder recibir
su enseñanza en las dos lenguas oficiales y no sólo en una, como hasta ahora.”
(CCC). En una sociedad democrática todos deben tener derecho a expresar lo que
consideren oportuno. Sin embargo, las cifras del 2011-12, son llamativas, unos
791866 niños reciben educación en catalán entre preescolar y primaria. No ha
habido una catarata de demandas –el modelo para solicitarlas se puede encontrar
en la citada página web de CCC-, para que la educación sea del 50%. El que no
lo hagan puede deberse a muchas causas, algunas pueden buscarse en las que
indica el artículo, pero en su mayoría es debido a que ya les debe parecer
adecuada. La educación secundaria, el bilingüismo se hace más palpable.
Naturalmente, dependiendo de las zonas geográficas el modelo del 50% se hace
más visible. En un mundo ideal el trilingüísmo –castellano, catalán e inglés-
sería genial, pero la realidad se hace difícil por las dificultades económicas,
especialmente en Cataluña. Los Tribunales de Justicia establecen sentencias de
muy dudosa implementación. También hay que recordar que durante muchísimo tiempo,
los Tribunales han mantenido que el modelo era ajustado a derecho. ¿Cómo llevar
a cabo ese bilingüismo dentro del aula? ¿Tendría que haber dos profesores/as?
¿Establecer aulas para aquellos que se acojan a las lenguas respectivas? ¿Con
qué medios se pueden realizar? ¿Los maestros/as utilizarán indistintamente la
lengua correspondiente según el alumnos que la haya solicitado? El asunto es complejo
y complicado. Es probable que el tiempo acabe dando razones a unos y otros para
que el debate, si es necesario, acabe por dar satisfacción a (casi) todos.
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