divendres, 24 de juliol del 2015

¿Por qué tanta prisa?


La lista unitaria del Mas y Romeva es una forma de aglutinar el agua y el aceite. No es poco haber llegado a ese pacto. ERC sigue siendo un lastre enorme. La cuestión principal es la siguiente: ¿por qué adelantar las elecciones-plebiscito, cuando las generales se convocarán en octubre o noviembre? No era más inteligente esperar lo que suceda en el gobierno de la nación. Si hay cambio de signo político, los nuevos interlocutores podrían tener una sensibilidad muy diferente al discurso cansino del gobierno del PP.

La posibilidad de esa espera hubiera permitido saber con quién tendrás que dialogar y permitir que ambas partes puedan llevar a cabo la posibilidad de un referéndum al estilo de Escocia. El PSOE está atrapado entre su centralismo secular y la retórica del federalismo. Podemos ha afirmado la posibilidad de apoyar un referéndum. En todo caso, la alternativa al PP, hubiera sido un paso de prudencia política por parte de Mas y compañía el esperar los resultados de las generales y abrir caminos para explorar las posibilidades limitadas de una consulta en toda regla. No haberlo hecho sólo se explica por la intransigencia de ERC y el miedo de Mas a perder las riendas del proceso.



Los lideres catalanes y la lista unitaria del independentismo no parece ser muy conscientes de las limitaciones de todo tipo que se van a encontrar después del 27S. La “nueva izquierda” con Podemos drenara muchos votos de partidarios de la independencia que les molesta la presencia de Mas. Los promotores de la lista de Mas y Romeva, tendrán que obtener unos resultados imposibles de obtener debido a la fragmentación del voto en Cataluña. Un 60% serían unos resultados estratosféricos, pero, aún así, se le reprocharía que para dar los pasos hacia la Independencia deberían haber obtenido un 70% como mínimo. Estamos delante de un dilema insoluble.


Mas debería esperar a las elecciones generales. Pero la aceleración de los acontecimientos, sus actos y la de los socios hacen muy difíciles esa espera necesaria para saber con quien deberá negociar un futuro ahora mismo borroso. El gobierno del PP, alude al imperio de la ley como mordaza para planteamientos políticos. La Constitución se transforma en arma letal para paralizar cualquier propuesta. El problema no es la Constitución, es la falta de interés de unos y otros, para ponerse de acuerdo sobre lo que quiere Cataluña de España y viceversa. No vale decir, como afirma Rajoy, que los catalanes deben ser españoles porque lo afirma la Constitución.