Los acontecimientos se precipitan de forma disparatada. Ayer las bolsa cayeron en picado. La jugada griega del referéndum ha descolocado a la UE. Francia y Alemania se han hecho con las riendas de Europa. Al parecer el resto de mandatarios son exactamente eso -art. 281 del Código de Comercio-. Zapatero que apura los últimos instantes de su mandato debe pensar que no es hora de meterse donde ya no le van a llamar. Resulta paradójico que en su mandato ETA haya anunciado que dejará de matar. Esto que en otras circunstancias habría justificado su gobierno, viene en el peor instante posible, en medio de la mayor crisis desde el 29. Así que a pesar de ese triunfo -el principio del fin de ETA-, Zapatero y el PSOE no pueden saborear un triunfo de la sociedad española y todos aquellos -PP- que han colaborado para que sea así. Lo único que se retiene es la cifra récord del paro cercano a los 5 millones de personas.
Las bolsas caen -miércoles- para volver a levantarse gracias a los buenos oficios del BCE que ha bajado los tipos de interés al 1,25%. Draghi quiere empezar con buen pie un mandato lleno de dudas, y no la menor su propia trayectoria personal. El gobierno de Papandreou está siendo sometido a unas terribles presiones para que anula o desconvoque el referéndum que prometió a los suyos.Si finalmente no lo hace -al parecer por las presiones franco-alemanas- está dispuesto a renunciar al referéndum-, su credibilidad habrá sido erosionado por partida doble: desde Europa por su falta de liderazgo y debilidad y desde las filas griegas como un traidor a los propios intereses de los griegos. Así que a estas alturas no se sabe muy bien lo que sucederá. La incertidumbre es lo que está afectando al desgobierno de Europa.
Francia y Alemania son parte interesada en la solución griega porque sus bancos están atrapados por la compra de deuda esperando cobrar altos intereses. El error es precisamente ese, que los Estados puedan se puestos en los mercados como si de mercancías se tratase. Ese error es en buena medida el causante de todos los males. El otro gran error consiste en que el BCE esté más interesado en controlar la inflación que activar la economía, es decir, imprimir euros. Si el propio BCE se hubiese dedicado a emitir bonos europeos con los intereses del tipo alemán, lo sucedido en Grecia no hubiese ocurrido. También habría que preguntarse que hacían las autoridades europeas con los controles de fiabilidad de las instituciones. ¿Qué queda de nuestra posición de privilegio en el ámbito bancario? ¿No eramos la envidia del mundo financiero? También habría que pedir responsabilidades al BE por su falta de diligencia al dejar que los bancos se endeudaran más allá de cualquier criterio razonable.