En el plano internacional, Libia se desangra lentamente en medio del caos y la confusión. Organizaciones humanitarias denuncian torturas de los rebeldes contra soldados afines a Gadafi que literalmente se ha volatizado. La semilla del odio se ha extendido y lo que parecía un cambio de régimen se está convirtiendo en algo amorfo y siniestro. La OTAN participa en este escenario poco propicio para una transformación democrática. Mientras que Gadafi sigue siendo un obstáculo, en el Yemen, el resistente Saleh persiste obstinadamente en su cargo, a pesar de todos los pesares. El gobierno sirio sigue su escalada de represión. No podrá indefinidamente mantenerse así. Israel ha parado, de momento, la euforia Palestina. Podrá seguir construyendo asenta-mientos, reprimir a la población de los territorios ocupados, pero no tiene razón y ésta acabará prevaleciendo.
Lo que sucede en Rusia es simplemente asombroso. Medvédev y Putin han encontrado, por fin, la cuadratura del círculo. Un bucle virtuoso que les puede permitir alternar en el poder para siempre y además con aval democrático. Un auténtico hito en política. La política convertida en vodevil para asombro de propios y extraños. No sé cómo se lo tomarán los ciudadanos rusos, habituados al tejemaneje de las élites. Los tics de antaño reaparecen de la mano de ese “dúo dinámico” que acapara un poder que no debe de estar alejado de los antiguos secretarios y que Putin conoció en su puesto de resistencia democrática en el KGB. ¡Un mundo orwelliano!