La TV como espectáculo va asociado a un presentador. AGF ha jugado el papel de periodista-presentador-showman para jugar a ser dios. Su retórica, sus ademanes grandilocuentes, sus énfasis de cartón piedra ha permitido a este personaje una popularidad innecesaria. Ahora resulta que él es una víctima más de ese gran conseguidor que debía ser el comisario Villarejo, ah sí, ex-comisario. Tengo un papel -prefabricado- en el que dice que fulanito tiene una cuenta en un paraíso fiscal, pues, lo anuncio como noticia de alcance, como servicio público. El guerrero del antifaz, siempre dispuesto a deshacer entuertos, resulta ser un servidor complaciente con esa nómina de turbios personajes que se hacen pasar por opinadores cuando solamente son ventrílocuos al servicios de poderes bien establecidos. No importa si se pisotean la honorabilidad o presunción de inocencia, siempre habrá un juez-patrióta que podrá decir que lo dicho por AGF responde a la libertad de expresión.