Leo en Claves de razón práctica, n 225 un artículo de Jordi Gracia titulado
“Enigmas de la izquierda en Cataluña” (pags.108-117) que quisiera comentar. Se
plantea una pregunta simple “¿Qué es en Cataluña, hoy, ser progresista?”. Parte
de la base que el independentismo no es de izquierdas. Por eso, dada la deriva
de estos últimos tiempos la izquierda catalana ha tenido que replantearse si es
nacionalista o no lo es. Ya sabemos que CiU es nacionalista, pero de derechas.
Analiza a ERC indicando que es más independentista o republicano que no de
izquierdas. Asegura Gracia de ERC “ es la de un partido conservador por
incompatibilidad teórica e histórica entre independentismo identitario e
izquierda solidaria”
Echa en cara que ERC se limite a la solidaridad en términos excluyentes, es
decir, sólo en Cataluña. Pues, “la única solidaridad social y política que
merece este nombre comienza justo allí donde acaba el nosotros”. Desgraciadamente, esta idea de solidaridad es
la que no se ve en la actualidad, más allá de la retórica de los partidos de
izquierda, es decir, PSOE e IU. Gracia analiza el descarrilamiento de una
izquierda que no sabe a dónde se dirige. ICV de Herrera sería un partido de izquierda pero su capacidad para
absorber a votantes del PSC y gentes de izquierdas es muy limitado. ¿Por qué?
Gracia cree que es por su vertiente también independentista. Le reprocha que
esta deriva soberanista le haga descarrilar de su recorrido de izquierdas.
La parte más interesante es la dedicada al PSC. El PSC a lo largo de su
trayectoria ha pasado por el nacionalismo y el federalismo, más en el terreno
platónico que en el espacio real. La experiencia del tripartito, aunó la
retórica de izquierdas con un nacionalismo de amplio espectro, le permitió
gobernar frente a CiU. Gracia piensa que el PSC debería llevar adelante una
ofensiva en el que un modelo federal pudiera establecer una conexión solida
entre Cataluña y el gobierno central.
Para Gracia la causa fundamental que la izquierda debe combatir es la
defensa del Estado del bienestar y la crisis que nos amenaza. Acaso la
independencia solventará el Estado del bienestar. Gracia para decirnos que no,
que no es su prioridad. PSOE y PSC no acaban
de estar en sintonía. Cada uno trata de salvar los muebles. Gracia le pide al
PSC que desactive el sentimiento
nacional y apele a las convicciones de una izquierda que no sabe a dónde está.
Gracia le pide al PSC tal vez demasiado en un momento que no está para estas
cuestiones. Gracia apela a los partidos
catalanes de izquierda que se centren en lo debido, es decir, en las políticas
sociales, en la solidaridad de todos los ciudadanos, en evitar una hoguera de
vanidades nacionales que sólo puede ser útil a la derecha.
Gracia afirma y con razón, que el independentismo es hoy un valor que la
izquierda debería dejar de lado, para ponerse delante de la sociedad que sufre
la crisis. Y afirma que “el objetivo central de la izquierda catalana ha de ser
proteger o incluso blindar el Estado de bienestar frente a la ofensiva de la
ruptura independentista y frente a la ofensiva desmanteladora del liberalismo
capitalista dispuesto a todo”. ¿Son simétricos ambos extremos? ¿Por qué el auge
del independentismo? Se ha dicho que éste tiene connotaciones económicas. En
expresión periodística la cartera y la bandera van de la mano. Sobre este trasfondo,
tan poco épico y ético, el independentismo tiene la convicción que estamos en
un estado que sólo nos quiere por el interés. Y ahora que las cosas pintan mal,
y no tenemos lo que deberíamos tener, la única salida es, justamente, salirnos de un
estado abusón.
Gracia afirma de manera aguda que es en esta oportunidad dónde el PSC y el
PSOE deberían rehacerse ideológicamente. Habla de “continuidad reformista” un término gaseoso que aboga por la unidad
estatal y la vez la capacidad del estado de las autonomías para rehacerse a sí
misma. La salida independentista es un salto hacia la construcción de un Estado
viable. ERC, piensa que este estado podría hacer frente a la crisis mejor que
con los actuales mecanismos de financiación. El problema es que ese Estado
tendría que afrontar retos sin precedentes en un entorno cada vez más global. La
otra salida, la reforma de las autonomías, la creación de mecanismos de
redistribución, la mejora de financiación, no es nada sencilla, porque esta crisis
ha puesto en evidente que buena parte de las CCAA no son capaces de autofinanciarse.
Es decir, entre ingresos y gastos, estos último superan con creces a los
primeros, por eso es necesario el papel del Estado para garantizar un
equilibrio entre territorios.
Precisamente, esta cuestión, es la que está en el debate catalán. Nos
dicen, los nacionalistas que el Estado debe a Cataluña cerca de 8000 millones
de €. Los recortes en Cataluña (retallades) son la consecuencia, nos dicen, de
un déficit en la financiación. El Pacto fiscal pretendía que Cataluña –como en
el País Vasco y Navarra- recaude todos los impuestos y una vez satisfechas las
necesidades internas, el excedente si queda, se reparta. El Pacto fiscal no ha
sido posible, el gobierno central ha dicho que ahora, en plena crisis, no
tocaba. El gobierno de CiU había planteado que precisamente ahora, con la
crisis, era el momento. La ruptura de ese Pacto que nunca existió ha acelerado
la deriva independentista.
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