Víctor Gómez Pin, El honor de los filósofos, Acantilado, 407, Barcelona, 2020, 598 pág.
El libro es un canto a los héroes –discretos- del pensamiento Occidental. Hombres y mujeres que ha pagado con su vida su derecho a ser coherentes con sus ideas. Un recorrido por buena parte de la historia de Europa desde Aristóteles, hasta Paul Ricoeur. No todos corrieron la misma (mala) suerte. El propio texto, divide en diferentes apartados, las situaciones a las que tuvieron que enfrentarse. Así, Ingratitud y repudio, El panteón y el cadalso, En efigie... y en presencia, “Pathei Mathos”, Una tragedia romana, “La filosofía conllevará de nuevo un riesgo”, En la catástrofe, Ciencia, escritura y tragedia, amén de un Epílogo: Sin libertad ni esperanza.
Libro singular, donde se desgrana el significado de dignidad y cómo cada hombre y mujer, ante situaciones límite, se ha enfrentado a su propio destino. El autor trata de ser empático con las circunstancias y peripecias vitales de cada uno de ellos, tratando de ilustrarnos ante los cursos de vida y sus sinuosas direcciones. Llama la atención, por normalizar un hecho que debería ser trivial, pero que no es. Me refiero a las diferentes heroínas que aparecen en el ensayo: Olympe de Gouges, Sophie de Grouchy, Teano, Hipatia, Émilie du Châtelet, Simone Weil, Porcia “Catonis”. Son muy pocas en comparación con el elenco masculino. Pero, desgraciadamente, la historiografía, muy en la línea de sus propios prejuicios, no fue capaz de vislumbrar las aportaciones de las mujeres. Pero, de esto no tiene la culpa Gómez Pin. En diferentes entregas resumiré lo dicho por el autor acerca de nuestras heroínas.
Lenguaje cuidado, combinación de obituario, anécdota y síntesis de ideas se despliegan en este gran fresco de la “humana condictio”, en la que todos los seres humanos estamos embarcados. No se trata de una historia de la filosofía circunscrita a los personajes que aparecen, es más bien una reivindicación de que el hecho de morir requiere de grandeza, como ya supo y subrayó magistralmente, Javier Gomá Lanzón en su Tetralogía de la ejemplaridad.
Libros como este de Víctor Gómez Pin, son un buen ejemplo de lo que debería ser una especie de propedéutica para la filosofía, está no es una preparación para la muerte como quería Platón en boca de Sócrates, sino una preparación para la vida.
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