dimarts, 16 d’agost del 2011

Matar a un ruiseñor

Lo sucedido en Boecillo (Valladolid) destapa la cara amarga de la vida. Tres muchachos con discapacidad física y psíquica han muerto a manos de la cuidadora y ahora, presunta culpable, en el centro que gestiona la ONG "Mensajeros de la paz". Hasta aquí, la noticia.

Una sociedad se debería medir en como cuida a los más necesitados. Uno de los aspectos positivos del ya finiquitado gobierno prometía ser la Ley 39/2006, de 14 de diciembre, de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia. Esta ley no ha salido adelante debido a multitud de factores. Su aplicación no se ha llevado a acabo debido entre otras razones a la crisis que desde el 2008 afecta a todos los países de la Europa Occidental.


En este contexto hay que recordar que existen dos grandes sistemas de protección social: el escandinavo y el latino. El primero, son las instituciones públicas quienes garantizan todos los servicios y medios para cuidar a aquellas personas que por su situación de dependencia así lo necesiten. Mientras que en los países como España, son las familias quienes se encargan de su cuidado. No es fácil gestionar la vida familiar con el cuidado intensivo de personas con graves minusvalías. Sólo aquellas familias que tienen medios se pueden permitir tener en residencias especializadas a sus familiares que padecen estas minusvalías.

Para estos tres muchachos, desgraciadamente, la vida no les ha sido muy amables con ellos. Si existe Dios, lo sucedido clama al cielo. Unas vidas truncadas desde la raíz. Hay quien santifica la vida, y está en su derecho, pero la vida como la entendemos, no puede ser la puramente vegetativa. Si sabemos mucho antes del nacimiento qu esa vida estará atada a lo vegetativo ¿puden elegir -quien quiera- no seguir con la concepción? La Iglesia católica nos dice que es simplemente pecado. ¿El alma de esos ruiseñores está también discapacitada o no le afecta para nada lo que les sucede desde el momento del nacimiento? Creo que son preguntas retóricas.

¿La justicia determinará lo sucedido y las responsabilidades que conlleve. Una sociedad más justa debería ocuparse de aquellas personas más vulnerables, que por sus circunstancias no pueden valerse por sí mismas y el apoyo social y económico del Estado, pero en una sociedad donde lo que cuenta es la productividad y la eficiencia ¿qué valor tienen esas personas? La respuesta es nada. Precisamente, por eso deberíamos pensar no en términos económicos y si en cambio en valores sociales, por ejemplo, la solidaridad.


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