(Las Ramblas de Barcelona)
Cataluña se adelanta al resto del Estado, declarando el confinamiento de los ciudadanos. El Presidente del gobierno, ha declarado el estado de alarma. En ningún caso, se han reunido ni el Parlament ni el Congreso de los Diputados. Un virus, es capaz de realizar el milagro de obviar las formalidades parlamentarias que se suponen a un régimen democrático. Que el gobierno chino utilizase esa vía, es propio de una dictadura. Pero en Europa, lo menos que se debiera hacer es que sea la sede de la soberanía popular quien decidiese.
La salud es un bien público, y los gobernantes han de ser capaces de garantizar su funcionamiento. Estamos en un estado de desconcierto. Las autoridades van a remolque de lo que dicta la enfermedad. ¿Por qué se ha esperado tanto, visto lo sucedido en China e Italia? Ahora todo son prisas, se quiere dar la impresión que todo está controlado.
¿Seremos capaces la ciudadanía de ser respetuosos con la salud de nuestros conciudadanos? ¿Seremos capaces de sobreponernos ante esta crisis? ¿Nos traicionara nuestras tendencias insolidarias e incívicas? Hemos visto y oído a irresponsables políticos hacer declaraciones que descali-ficarían para poder seguir gobernando. Toda nuestra ciudadanía tiene ante sí un reto sin precedente, pues, no podemos esperar que las instituciones pueda solucionar el problema. Es un deber ciudadano preservar el sistema sanitario que está ante el reto más importante desde su creación.