diumenge, 2 de novembre del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (5.1)


¿Quién se hace cargo del futuro? Una teoría de la responsabilidad

Si la realidad es proteica y no se deja gobernar como en la etapa sólida (Z.Bauman), es necesario “un nuevo concepto de responsabilidad”.

¿Un mundo fuera de control?

Seguimos anclados en la etapa sólida, y por ello, exigimos responsables de todo cuanto acontece en nuestra sociedad. Pero nuestros responsables, no parecen capaces de hacer frente a los nuevos tiempos. Por eso, su incapacidad nos resulta tan irritante. Hay una desincronización entre los nuevos tiempos líquidos (Z.Bauman) y las viejas rutinas de la etapa sólida que la identificamos con el estado de bienestar.

Dice Innerarity que “la interconexión significa, por una parte, equilibrio y contención mutua, pero también alude al contagio, los efectos de cascada y la amplificación de los desastres” –por ejemplo, la crisis financiera-. A.Giddens –citado por Innerarity- utiliza la metáfora de un “mundo desbocado” para referirse a la globalización.







¿Por qué reaccionamos tarde a las catástrofes? La respuesta que ofrece Innerarity es múltiple: antropológica, nadie quiere jeremías que vaticinan el fin de los buenos tiempos; ideológica, que en el plano del neoliberalismo afirma el dogma que los mercados no se equivocan nunca. El resultado de esta mala combinación es la reluctancia de los gobiernos a regular los mercados.

Si en el ámbito financiero, existe un aparato matemático para calcular lo incalculable –mercados de futuros, por ejemplo-, en cambio “no sabemos todavía detectar, gestionar y comunicar los riesgos globales” al decir de Innerarity.






La crisis financiera demuestra que la ingeniería financiera al servicio de la especulación es “más frágil que la globalización comercial” y pone de manifestó a su vez, la “dejación de responsabilidad por parte de los Estados, de los bancos centrales y las instituciones financieras mundiales”. La crisis exige algo más que buenos propósitos de aquellos que deberían haber velado por control de esos mercados. ¿Cómo exigir responsabilidades a los responsables? Innerarity apunta a dificultades de carácter sistémico para la responsabilidad, pues, existe una “mezcla de debilidad institucional y fatalismo que caracteriza a nuestros compromisos democráticos”.




dissabte, 1 de novembre del 2014

Francisco Granados


Semana corrupta


La realidad cotidiana se despliega sin conexión aparente con la realidad política. El PP sigue encharcado en casos de corrupción. Antiguos dioses del PP de Madrid están imputados y encarcelados provisionalmente por presuntos delitos de índole mercantil. Ética y política se han desconectado en la vida de cientos de cargos públicos.




En Cataluña, se sigue apostando por el 9N. Ahora el gobierno central, después de hacer broma, se lo toma en serio y llama al Consejo de Estado para derivarlo al TC. O el gobierno no acaba de ver claro lo que sucede en Cataluña, o bien asistimos a un ejercicio de despropósitos descomunal.

Mientras las encuestas vaticinan –últimamente no acaban de acertar- descalabros para los partidos mayoritarios en beneficios de nuevos opciones como Podemos. Los expertos nos avisan que los ciudadanos cabreados, sean del PP y del PSOE acabarán votando a estas nuevas opciones. La verdad me sorprende esa facilidad de trasvase de voto. No me creo que un 30% de votantes que eligió al PP en las últimas elecciones, se vaya ahora a Podemos. La fidelidad de los votantes del PP es casi religiosa, y en el PP lo saben. En cambio, el PSOE si tiene motivos para estar preocupados. Después de los aparentes cambios cosméticos, una nueva cara, el mensaje que ofrece el PSOE es irrelevante. Les falta credibilidad.

La realidad cotidiana nos dice que las familias españolas se empobrecen, que la diferencia entre ricos y pobres se agudiza, y que el panorama, lejos de mejorar parece ir a más, a pesar de los mensajes triunfalistas del gobierno. El gobierno confunde interesadamente los datos macroeconómicos, que sólo benefician a los grandes, y los datos microeconómicos, que dejan a la intemperie a una buena parte de la sociedad. Es esta parte de la población que irá a buscar opciones que le digan lo que quiere oír. Las opciones demagógicas tienen un terreno fértil y abonado, gracias a la corrupción y a una clase política que se autoperpetúa en nombre del bien común.


diumenge, 26 d’octubre del 2014

Golf para ricos y pobres



La instalación deportiva, construida en 2008, costó dos millones de euros, de los que en torno a un 80% correspondieron a fondos FEDER. Tiene 12 hectáreas y 9 hoyos. Los fondos FEDER tienen por objetivo "reducir las diferencias que existen entre los niveles de desarrollo de las regiones europeas" y que "las regiones menos favorecidas se recuperen del retraso que sufren". (El País,23-10-2014)

dissabte, 25 d’octubre del 2014

Can Pujol

                                                                     "Parece que todos tenían que estar
                                                            colocados, pero por lo que parece lo estaban mal

divendres, 17 d’octubre del 2014

El futuro de las sociedades democráticas (4.3)


Cuando en el diálogo social se trazan plazos, éstos no pueden eternizarse, pues, corren el riesgo de resultar inocuos y superfluos. Todos diálogo –social- supone resolver conflicto de intereses, por ello, se requiere tomar decisiones, de lo contrario, el diálogo deviene parodia.
La “escasez de tiempo” supone en el ámbito de las decisiones que “no se pueden hacer pronósticos fiables sobre el desarrollo futuro”. Los plazos breves, provocan inevitablemente, nuevas decisiones que hacen más difícil su fiabilidad a medio y largo plazo. Innerarity establece una tipología de las decisiones:

[a] “La planificación como máxima racionalidad”.

[b] “El incrementalismo que caracteriza los tipos de decisión de una racionalidad media” y los modos de

[c] “ Improvisación que se ajustan al criterio de mínima racionalidad en situaciones de elevada complejidad”.

[a]
Hablar de racionalidad, puede parecer algo sencillo, pero no lo es. Tomar buenas decisiones requiere tiempo, hay que analizar todas las opciones, sus posibles “contingencias”, “tratar los objetivos como hipótesis” (Cohen/March, citados por Innerarity). Todo este proceso se lleva mal con la premura de tiempo, y además se requiere una amplitud de mirar que no es fácil de encontrar en nuestros días. Ésta conlleva “la innovación y la creatividad de las decisiones”.

En los procedimientos deliberativos se requiere “la participación de aquellos que, desde perspectivas diversas, puede contribuir a la decisión” (Quinn, citado por Innerarity). La razón de este proceso de participación de “expertos” es que dada la complejidad en la que nos movemos “ningún actor dispone de la capacidad necesaria para hacerse cargo de esa complejidad y la participación puede contribuir a reducirla (...)”.

¿Cómo empieza una crisis como la del 2008? A esta pregunta Innerarity responde con la necesidad de “sistemas de advertencia temprana”. Supone anticiparse a lo irremediable, hay que pasar de la conducta reactiva a una activa. “Se trata de prestar atención a los comienzos”. Éstos siempre parecen inocuos, por eso hay que estar atentos a las “señales débiles” (Anstoff, citado por Innerarity). El problema es ¿cómo delimitar esas señales? Como la opción analizada, supone una racionalidad ideal, hemos de contentarnos con la idea regulativa de lo que debería ser el proceso de toma de decisiones con la máxima información y el mayor tiempo posible, sabiendo que ambos parámetros están muy lejos de satisfacerse.




[b]
La banda ancha, por decirlo así, de las decisiones, se denomina “incrementalismo”, es la racionalidad del “ir tirando”, del “ensayo y error” (Collindrige, citado por Innerarity), en un mundo complejo y cambiante. Como no se puede optar por un máximo, al menos se aspira a un mínimo de racionalidad. Se trata de bajar de lo global a lo local, el problema de esa estrategia es que se “omite la interdependencia de los problemas”, creando a su vez nuevos problemas.

El incrementalismo supone ir paso a paso en la “resolución de los problemas”. Una condición de este proceso es la posibilidad de la “reversibilidad” (Scott, citado por Innerarity). Supone que podemos volver a la casilla inicial, es decir, no cerrarnos los caminos para desandar lo andando.

Este incrementalismo en el orden social se expresa en “simplificar los procesos de negociación y acuerdo”. Introduce dos conceptos del “bargaining” vs “”arguing”. Ambos extraídos de la jerga anglosajona dedicada a analizar los problemas de toma de decisión en un proceso de negociación multilateral. Se trata en “no empeñarse en transformar las posiciones (bargaining) sino dejarlas intactas y proponerse un simple equilibrio en los intereses (arguing)” (March/Simon, citados por Innerarity. Estos procesos de negociación “apuestan más por el equilibrio que por la transformación”.

La racionalidad “media” o incrementalismo se enfrenta al futuro cuando este aparece y hay que tomar decisiones. Sus decisiones son siempre reactivas, y tiende a postergar las soluciones hacia el futuro. Sólo cuando ya no es posible su dilatación en el tiempo se actúa. Así, “los problemas son gestionados, no solucionados en sentido estricto” (Kirsch, citado por Innerarity). Las tomas de decisión en este modelo tiende a incrementar las dificultades que se trasladan al futuro. Sólo hay que pensar en la gestión medioambiental. Estas trasladando los costes a las generaciones futuras.

[c]


La tercera opción es la “racionalidad de la improvisación”. En ella la ausencia es la norma, de planes, de cálculos, de objetivos, de medios, de consecuencias. Como dice Innerarity “se trata de mantenerse en el juego”. Ante esta opción parecería que estamos delante de una opción residual o marginal. Sin embargo, ante realidades complejas, como las que estamos inmersos, este tipo de racionalidad ligada a la toma de decisiones, se convierte en la única opción. No decidir, se convierte en una decisión. A veces las decisiones son más simbólicas que efectivas, estoy pensando en el decisión de Artur Mas y su propuesta de votación el 9-N. Mediante estas decisiones tienen el efecto que se está actuando, aunque las consecuencias sean simbólicas y no reales. Seguir en el juego, tiene la virtualidad de poder actuar más adelante en un terreno más favorable que el presente.