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diumenge, 5 de febrer del 2012


El PSOE ha escogido la continuidad. Carmen Chacón pretendía liderar el cambio –generacional-, pero el partido –por escaso margen de votos- ha decidido posponer el inevitable cambio. Los dos candidatos están quemados después de estar junto a Zapatero. Las circunstancias mandan, la crisis ha destruido el respaldo de la ciudadanía hacia el PSOE. Lejos quedan los tiempos donde se disfrutaba de un bienestar que nos merecíamos y que ahora se apresuran a retirarnos, sin muchos miramientos. La izquierda no ha sido o querido hacer de izquierda. La base electoral del PSOE es amplia pero muy flexible, mientras que la derecha es rígida. El PP ha ganado porque el PSOE ha caído estrepitosamente. No ha habido una sangría desde las filas del PSOE al PP. Simplemente, se ha repartido muy modestamente a otros partidos y el grueso, se ha quedado lamentando. Ahora, tendrán ocasión de repasar porque les parece mejor dejar en manos de la derecha lo que nos espera de esta crisis.

Chacón y Rubalcaba han protagonizado un duelo de alta pasión, pero no de ideas. No he sabido escuchar lo que proponen para los próximos años. Chacón no tiene un discurso propio. Desde el PSC, su papel ha sido inexistente, a pesar que es en Cataluña dónde siempre ha obtenido resultados que han valido para alcanzar la Moncloa, y expresa el recelo y el poco peso político de dicha formación. Los discursos no iban encaminados a la sociedad sino a los militantes. Todos ellos cargos públicos en los diferentes niveles de la Administración. Muchos se han quedado sin cargo público después del descalabro en las elecciones del 22 de mayo de 2011.


Zapatero no fue capaz de ver lo que se aproximaba. De hecho, nadie vio lo que se nos venía encima. El exministro de Economía Solves dimitió por desavenencias sobre la gestión que se estaba llevando a cabo. El “cheque” bebé, fue expresión de los años de la burbuja inmobiliaria que ahora nos está pasando factura, junto a la crisis financiera global. Chacón y Rubalcaba también fueron corres-ponsables de la deriva que ha asolado al gobierno de Zapatero y que no fueron capaces de dar respuestas.

¿Qué podemos esperar? La respuesta es poca cosa. Desde la oposición sólo vale la defensa de su potencial electorado. Un electorado que prefiere a la derecha para que nos salve de esta coyuntura catastrófica. Pero las medidas del gobierno de Rajoy, habrá que esperar a las elecciones andaluzas para saber con amplitud las medidas. Reformas que están hechas de cara a Berlín y París, pero que no parece que puedan sacarnos del atolladero en el que estamos. Los cinco millones de parados esperan milagros, pero no vendrán. Para ello se requiere transformaciones muy profundas en la estructura productiva, pasar de la estacionalidad precaria como el sector turístico, sector de la construcción y sector agrario, y una refundación de las estructuras de las empresas que son excesivamente pequeñas e ineficientes. Se requiere de un plan para lograr redimensionar nuestras empresas y hacerlas rentable y competitivas y para ello se requiere inversiones. Pero ¿de dónde van a sacar los fondos para ello? Las entidades financieras tienen que volver a reordenarse, pero ¿ qué pasa con el BE? El BE nos ha anunciado por activa y por pasiva que todos nuestros problemas provenían del sector laboral, pero los hechos nos indican que la gestión de las entidades financieras ha sido desastrosa. Sin embargo, el BE hasta el inicio de las fusiones de bancos nos repitió hasta la saciedad que nuestro sistema bancario era la envidia del mundo, pero semejante discurso no ha servido para nada. El gobierno de Rajoy ha brindado al sol rebajando los sueldos millonarios a los bancos que reciben ayudas públicas. Un bonito gesto que ni la izquierda fue capaz de hacer. ¿Dónde estaban Chacón y Rubalcaba?



Rubalcaba le cabe el honor de ser el ministro del interior que pudo oír la noticia que ETA dejaba de matar. Es decir, que la banda asesina, reconocía su imposibilidad de conquistar sus objetivos. Este reconocimiento debería haber bastado para que el gobierno de Zapatero hubiera recogido los frutos de semejante triunfo. Pero la crisis económica ha tirado más que los asuntos del terrorismo. La derecha lo ha agradecido llevando a Garzón al banquillo.