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dilluns, 10 de juliol del 2023

Reseña: La tiranía del mérito (V)

 La ética meritocrática 




Sandel afirma contundente lo siguiente: “el problema es que es dudoso que una meritocracia, ni siquiera una perfecta, pueda ser satisfactoria ni moral ni políticamente” (pág.36).  


El lado oscuro de la meritocracia se cierne sobre la idea del ascenso social gracias al talento y al esfuerzo. La desproporción entre los ganadores y perdedores es tal que hay que plantearse realmente si ese talento que es producto del azar, permite alzarse frente al resto de los posibles competidores. ¿Qué sucede a quien no tiene esas dotes naturales excepcionales, o que por mala suerte, carece de facultades maravillosas? Siempre habrá gente mejor que uno, es una de las lecciones que vas aprendiendo a lo largo de la vida. La meritocracia premia a personas que en la lotería natural de la vida salen con ventajas que el trabajo y la suerte se encargarán de reforzar. Esto puede provocar soberbia entre los ganadores, y resentimiento falta de autoestima en los perdedores.  Creer que alguien se merece los triunfos es algo que puede parecernos natural, pero se esconde un prejuicio sordo: los que están abajo es porque en el fondo se merecen el lugar donde están.  


Esta tendencia a suponer que los de arriba están bendecidos supone cortar amarras con el destino de los menos afortunados. Los lazos de solidaridad se disuelven en la euforia de  pensar que tu destino es ser grande. En palabras de Sandel: “Deja escaso margen a la solidaridad que puede surgir cuando reflexionamos sobre la naturaleza azarosa de nuestras aptitudes y fortunas. Eso es lo que hace que el mérito sea una especie de tiranía o  de gobierno injusto.” (pág.37-8)

 

divendres, 3 de febrer del 2017

La soberbia de Jorge Bustos


Jorge Bustos en “El Mundo” nos da su versión de lo que denomina “Retrato de un indepe”. El artículo es una joya antropológica de la estulticia. Todos los tópicos, malos y falsos, aparecen en este presunto trabajo de campo que el articulista nos ofrece. Parece creer que todos estos “indepe” son a su pesar. Son marionetas que Bustos quisiera romper los hilos en los que están atrapados. Son todos esos “indepe” unos pobres diablos. Se compadece de ellos, y desde la cuna hasta la sepultura, viven imbuidos por una atmósfera tóxica.





Ese cuerpo místico que es la catalanidad”, Bustos no hace metafísica, le molesta en que Cataluña se hable una lengua extraña y foránea que absorbe a los niños en una vorágine nacionalista. Los cooperadores necesarios son dos autoridades que el gobierno de la Generalitat los tiene en nómina: pediatras y maestros. Esos son los instrumentos del mal. Hay nacionalistas porque una maquinaria diabólica se conjura para crear dos millones de “indepe”. 

Aún no sabe que la vida va en serio. Lo empezará a comprender más tarde”. Con estas palabras finaliza su artículo. Palabras oraculares  y ominosas que vete a saber lo que tiene en mente. José Ferrater Mora, en su obra primeriza “Les formes de la vida catalana”, habla de uno de los pecados capitales de los catalanes: la soberbia. El artículo de Jorge Bustos, he de suponer que el articulista vive y trabaja en Cataluña para poder explicar de primera mano lo que sucede en Cataluña, también está imbuido por la soberbia. ¡Nadie es perfecto! Jorge Bustos no entiende nada, pero se siente con la fortaleza moral para denunciarlo. Amén.