Jorge Bustos en “El Mundo” nos da su versión de lo que denomina “Retrato de un indepe”. El artículo es una joya antropológica de la estulticia. Todos los tópicos, malos y falsos, aparecen en este presunto trabajo de campo que el articulista nos ofrece. Parece creer que todos estos “indepe” son a su pesar. Son marionetas que Bustos quisiera romper los hilos en los que están atrapados. Son todos esos “indepe” unos pobres diablos. Se compadece de ellos, y desde la cuna hasta la sepultura, viven imbuidos por una atmósfera tóxica.
“Ese cuerpo místico que es la catalanidad”, Bustos no hace
metafísica, le molesta en que Cataluña se hable una lengua extraña y foránea que
absorbe a los niños en una vorágine nacionalista. Los cooperadores necesarios
son dos autoridades que el gobierno de la Generalitat los tiene en nómina:
pediatras y maestros. Esos son los instrumentos del mal. Hay nacionalistas
porque una maquinaria diabólica se conjura para crear dos millones de “indepe”.
“Aún no sabe que la vida va en serio. Lo empezará a comprender más tarde”.
Con estas palabras finaliza su artículo. Palabras oraculares y ominosas que vete a saber lo que tiene en
mente. José Ferrater Mora, en su obra primeriza “Les formes de la vida catalana”, habla de uno de los pecados
capitales de los catalanes: la soberbia. El artículo de Jorge Bustos, he de
suponer que el articulista vive y trabaja en Cataluña para poder explicar de
primera mano lo que sucede en Cataluña, también está imbuido por la soberbia. ¡Nadie es perfecto! Jorge Bustos no entiende nada, pero se siente con la fortaleza moral para denunciarlo. Amén.
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