Me gustaría comentar el artículo de Félix Ovejero Lucas, titulado “Ante la pared blanca”, que aparece en la revista Claves de Razón Práctica, nº 267, Noviemre/Diciembre 2019.
El texto es un prólogo al libro de Julio Valdeón, Separatistas ante los ropones. Crónica de un juicio, Barcelona, Ediciones Deusto. No he leído el libro de Valdeón. Sólo puedo comentar este prólogo tóxico y lleno de trampas.
El texto, arranca de manera contundente: “Allí se excluyó al español, la lengua común y ampliamente mayoritaria de los catalanes, de tosas las instituciones públicas y servicios sociales, incluida la educación primaria; se discriminó a los ciudadanos españoles en el acceso a las posiciones laborales; las instituciones borraron toda huella de los símbolos comunes, sustituidos por otros de partido y de desacato a la Constitución, (…), se enviaron informadores a los colegios para descubrir a los chiquillos que hablaban español, su lengua materna, en los recreos; se convirtió a los medios de comunicación públicos en instrumentos de agitación y propaganda, dando voz a terroristas y despreciando las víctimas; (…) se honró a delincuentes guías intelectuales y líderes políticos. Pueden completar la lista con solo abrir el periódico del día que lean estas líneas” (pág.72-73).
En este descenso a los infiernos que nos pinta el Sr. Ovejero Lucas, no queda claro la cronología, todo apunta que el desaguisado empieza con la transferencia de competencias a la Generalitat. No importa si el 80% de los partidos que componían el Parlament dio el visto bueno. Una perla, que ya se ha hecho lugar común, es el tópico del informador que se arrastra por los patios de las escuelas para descubrir a desafectos al sistema. Esa imagen es potente. ¿Quién puede dar razón de ella? Nombres, apellidos, escuela, lugar, etc, simplemente se da por válida este lugar común. Es útil e imposible de desmontar
Como me he dedicado a la enseñanza, nunca he visto a informadores, nunca he visto inspectores de educación dándonos charlas informativas, nunca ninguna dirección ha preguntado si las clases las daba en un idioma u otro. Así que cuando oigo esos cantos de sirena, me insultan personal-mente a mí.
Sigue sus jeremiadas: “El proyecto de levantar un frontera, de romper una comunidad democrática, de convertir a conciudadanos en extranjeros, de expulsarlo de su propio país, de dejar de decidir y redistribuir con ellos, se describió como una causa política noble, justificada moralmente” (pág.73). Si los representantes de la ciudadanía, solicitan respaldo en las elecciones para establecer retos políticos, porque consideran que el Estado desatiende de forma reiterada las demandas de Cataluña, una de las opciones, es la separación. Aquí lo que se pedía fue un referéndum en el que toda la ciudadanía catalana pudiera decidir. En ese referéndum, cabía en la Constitución, como consulta. La respuesta ya la sabemos. Estuve el 1-O N de 2017 en un colegio electoral, después de lo que se vivió, no me diga el Sr. Ovejero Lucas, que siga amando a la esa sociedad que pedía el “A por ellos”. Estoy desconectado. Quiero una república catalana, no soy tan estúpido para pensar que entraremos en el reino de los cielos. Ahora mismo, España ha fracasado con Cataluña. Sólo ley y orden, es decir, que se jodan los independentistas. ¿No se han preguntado el coste que supone para todos la asfixia económica que ha sido sometida? En esa asfixia, los no nacionalistas también pierden, todos perdernos. EL Sr. Ovejero Lucas, sabe que hay culpables: “Toda esa pobredumbre moral encontró su más firmes avalistas entre aquello llamados naturalmente a combatirlas: la izquierda.” (pag.73) Es sintomático que desde hace tiempo, los antiguos izquierdistas, se hayan pasado a los bandos más aguerridos del nacionalismo españolista. Ahora, como el caso de Hegel, el Estado lo es todo. Lástima que ese diseño de Estado lo diseñó un dictador que murió en su cama de puro viejo. Nos metió, una monarquía que nadie había pedido y la idea que ahora se hace carne, la unidad de la patria.
El Sr. Ovejero Lucas nos cuenta una anécdota que eleva a diagnosis general. Cuenta con orgullo, su participación en el proyecto político de Ciudadanos, y su encuentro casi místico con la voz del pueblo “una mujer mayor de condición humilde, creo recordar que trabajaba de limpiadora en un hospital (…) Gracias, gracias, yo creía que estaba loca, yo creía que estaba loca”. Me costó contener las lágrimas” (pag.74) La utilización de voces anónimas, dando las gracias a los políticos y simpatizantes – el Sr. Ovejero Lucas, es simpatizante-, es un recurso demagógico, porque siempre hay personas que de buena fe felicitaran a los políticos de turno. El Sr. Valls también utilizó este recurso en las municipales en Barcelona. Sin querer, con esta historia llena de sabor mentiroso, se desliza en las opciones populistas. Hay unas personas buenas, humildes, sanas, trabajadoras –los parados son siempre sospechosos-, que son capaces de ver lo que los políticos corruptos no son capaces de decirnos. El bien contra el mal, la decencia contra la mendacidad. Curiosamente, Cs, visto los resultados electorales, se les ha acabado los recursos retóricos y programáticos.
“La pared era blanca y la sociedad catalana estaba enferma. Una enfermedad que contagió a toda a España. La gran victoria del nacionalismo sobre España: degradar la democracia. (pág.75) La imagen del contagio, de enfermedad, se ha hecho clásica, nuestro ilustre ideólogo, sabe como erradicar el mal. ¿Acaso no es populismo de la peor especie afirmar que la sociedad catalana esta enferma? ¿Sólo los nacionalistas e independentistas? Ciudadanos ha vivido en un sueño. Ahora ha despertado, después de caerse de la cama. ¿Pedir lo imposible, es delito? Virus que identifica con los nacionalistas (pag.75), insulta a todo el mundo independentista, cree que la pared es blanca. En Cataluña también la vemos blanca, pero queremos pintarla de otro color, ¿eso es criminal?
El Sr. Ovejero Lucas, habla de oasis catalán. Pero no puede contenerse y dice: “Ahora ya conocemos las entretelas del oasis: la corrupción y la intimidación, los procedimientos habituales de las tramas criminales”. Ese oasis también lo podríamos hacer extensivo a España en la década de los noventa y el inicio del nuevo siglo. Cataluña no es un oasis, como tampoco lo es el resto de España. Análisis tan de militante como el que nos obsequia su autor, demuestran porque Vox ha desbancado a Cs y porque los votos nacionalistas se mantienen, a pesar de la tempestad que está cayendo y la cerrazón de nuestro políticos que se ve acosados por la judicatura. En definitiva, todo normal. Sin novedad en el frente, las fuerzas cautivas, se encuentran rodeadas y desalentadas. ¡La victoria es nuestra! ¡Apagón informático y a otra cosa!